Decepci¨®n: Batman vuela bajo

No puede ser casual que Tim Burton y Christopher Nolan, dos de los directores con mayor personalidad visual del cine moderno y creadores de atm¨®sferas turbias y personajes marginales, hicieran suyo el universo del justiciero Batman y de la siempre convulsa y amenazada ciudad de Gotham. No s¨¦ si fue iniciativa suya o se limitaron a aceptar un encargo jugoso, pero resulta transparente que se sintieron en su salsa retratando las venturas y las desventuras del atormentado, complejo y millonario Bruce Wayne.

Si el inicio de Nolan en la saga con Batman begins, describiendo los tr¨¢gicos sucesos en la infancia de Wayne, su aprendizaje en el Himalaya con el maestro Ra¡¯s Al Ghul, la precoz amargura del h¨¦roe y su decisi¨®n de convertirse en el protector enmascarado de la ciudad, fue m¨¢s que prometedor, en El caballero oscuro alcanz¨® una fuerza expresiva, un desasosiego y una profundidad excepcionales. Esperando con ansia La leyenda renace, he vuelto a disfrutar con su antecesora y a constatar que todo en ella funciona magistralmente, desde la tenebrosa creaci¨®n del difunto Heath Ledger interpretando al Joker, ese diab¨®lico ejecutor del caos, a la credibilidad y el atractivo que desprenden situaciones y personajes, tanto los protagonistas como los secundarios.

Se supone que Christopher Nolan dispone de absoluta libertad creativa en La leyenda renace. Ha vuelto a escribir el guion con su hermano Jonathan, dispone de id¨¦ntico y esplendoroso equipo t¨¦cnico y art¨ªstico que en las anteriores historias de la serie y a?ade con ¨¦xito a una renovada Catwoman (interpretada con sensualidad, cinismo y estilo por Anne Hathaway, actriz blandita hacia la que nunca sent¨ª la menor simpat¨ªa) y la presencia siempre estimulante de Marion Cotillard.

Y despu¨¦s de un arranque que recuerda los de la serie de James Bond, Nolan nos presenta a un Wayne desolado, mis¨¢ntropo, arruinado, traumado perdurablemente por la muerte de la mujer que quer¨ªa y que ha jubilado para siempre a Batman. El nuevo enemigo de Gotham, el depredador que se ha propuesto instalar la dictadura, se llama Bane. Y presientes que tiene jefe.

Sabes que el metraje de esta pel¨ªcula roza las tres horas, pero debido a la calidad de sus antecesoras no es algo que me abrume. Sin embargo, a la hora de proyecci¨®n ya he mirado alguna vez el reloj con la sensaci¨®n de estar perdiendo el tiempo. Y cuando finaliza creo haber pasado una semana en la sala. Todo me resulta rutinario, un derroche de ruido sin que aparezcan las nueces, una colecci¨®n de clich¨¦s y de frases forzadas, el inconfundible aroma del cine aparatoso y mediocre. Actores fijos de la saga y tan potentes y magn¨¦ticos como Michael Caine, Morgan Freeman y Gary Oldman se mueven por la pantalla con inequ¨ªvoca desgana, es raro el plano o la secuencia en los que no atrone la m¨²sica de Hans Zimmer. Y como en aquel pretencioso aunque ininteligible espanto titulado Origen, que tambi¨¦n perpetr¨® Christopher Nolan, solo deseo que llegue el final. Me da igual que Batman sea destruido o que encuentre la felicidad, pero que ocurra cuanto antes.