Una trayectoria de excelencia
?Qu¨¦ dolorosa noticia! Esther Tusquets, adem¨¢s de gran editora y escritora, fue tambi¨¦n una gran amiga durante muchas d¨¦cadas. Aunque la conoc¨ª ocasionalmente en la primera adolescencia, en un verano que pasamos en Platja D¡¯Aro, nos reencontramos hacia 1960, cuando empezaba a dirigir Lumen y yo ten¨ªa un proyecto editorial (que se trunc¨®). Nuestra amistad se consolid¨® cuando fundamos Distribuciones de Enlace, en 1970, con Barral, Castellet y Beatriz de Moura, entre otros.
Esther, desde sus inicios, llev¨® a cabo una actividad editorial marcada por la excelencia, en la que destacar¨ªa dos colecciones. Una, cuidad¨ªsima y pionera (con dise?o de los jovenc¨ªsimos futuros arquitectos Oscar Tusquets y Llu¨ªs Clotet), era Palabra e Imagen, que combinaba en cada t¨ªtulo textos de autores como Ignacio Aldecoa (Neutral Corner), Camilo Jos¨¦ Cela (Izas, rabizas y colipoterras), Miguel Delibes (La caza de la perdiz roja), J. M. Caballero Bonald (Luces y sombras del flamenco) con fotograf¨ªas de Ram¨®n Masats, Joan Colom, Oriol Maspons y su gran amiga Colita.
Y en la colecci¨®n Palabra en el Tiempo, que dirig¨ªa Antonio Vilanova, se publicaron alguno de los nombres mayores de la literatura del siglo XX, como Franz Kafka, James Joyce, Marcel Proust, Samuel Beckett, Claude Simon o Virginia Woolf. Ediciones elegantes, durante unos a?os con muchas portadas de ?ngel Jov¨¦, y con cuidad¨ªsimas traducciones: as¨ª, Carlos Manzano, del franc¨¦s, y Marta Pessarrodona, del ingl¨¦s. Y tuvo dos grandes golpes de fortuna: Umberto Eco, de quien public¨® el ensayo Apocal¨ªpticos e integrados, se dedic¨® de repente a la novela y Lumen public¨® con extraordinario ¨¦xito El nombre de la rosa. Simult¨¢neamente public¨® las Mafalda de Quino y el resto de su obra.
Al morir su padre, Mag¨ªn, quien se ocupaba de los aspectos administrativos y financieros, Esther se desanim¨® y vendi¨® Lumen a Random. Pero el virus segu¨ªa latente y se aventuraron con su hermano Oscar y su hija Milena Busquets con una nueva editorial, RqueR, que no logr¨® despegar y, seg¨²n me dijo Esther, supuso un descalabro econ¨®mico.
Adem¨¢s Esther, en 1978, nos pill¨® de sorpresa: una noche de 1978 invit¨® a cenar a un nutrido grupo de amigos, cosa que hac¨ªa con frecuencia. Pero esta vez nos abr¨ªa la puerta con un regalo en la mano: un ejemplar de El mismo mar de todos los veranos, una novela que hab¨ªa escrito y editado sigilosamente en Lumen; primera sorpresa. La segunda fue su extraordinaria calidad, con una prosa bell¨ªsima, sinuosa y envolvente, llena de meandros e incisos, que recordaba a su admirado Claude Simon. Esta fue la primera novela de una trilog¨ªa considerada como una aportaci¨®n de primer¨ªsimo nivel a la novel¨ªstica espa?ola del siglo XX. Luego Esther demostr¨® que era una escritora de largo aliento: despu¨¦s de otras obras en Lumen public¨® tres m¨¢s en Anagrama, entre las que destacar¨ªa Correspondencia privada, un libro excepcional con notorio anclaje memorial¨ªstico. El tramo final de su obra, publicado en Bruguera, ya fue netamente autobiogr¨¢fico: as¨ª, Hab¨ªamos ganado la guerra o Confesiones de una vieja dama indigna, en las que destaca, omnipresente, su peculiar y puntiaguda relaci¨®n con su madre. El ¨²ltimo libro fue su viejo proyecto Tiempos que fueron: una especie de memorias a cuatro manos con su hermano Oscar, recordando, cada uno a su manera, no siempre coincidente, experiencias mutuas o individuales de su infancia y adolescencia.
Esther fue una de mis mejores y m¨¢s leales amigas y tuvimos una gran complicidad literaria. Prueba de ello fue que cuando, en 1982, estaba preparando nuestro premio de novela y pensando en el posible jurado, adem¨¢s de Luis Goytisolo, Juan Cueto y Salvador Clotas pens¨¦ tambi¨¦n en Esther Tusquets. Le dije que si, adem¨¢s de los libros de su editorial, ten¨ªa ganas de leer manuscritos de nuestro premio, a m¨ª me har¨ªa much¨ªsima ilusi¨®n. Acept¨® de inmediato y form¨® parte del jurado durante las 25 primeras convocatorias y me demostr¨®, en las distancias cortas, lo que ya sab¨ªa: que era una fin¨ªsima lectora. L¨²cida, leal, aguda, en ocasiones inesperada y mordaz, quite a character, como sus grandes escritoras brit¨¢nicas¡ Adi¨®s, querida Esther.
Jorge Herralde es editor.
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