Pido clientes, ofrezco sonrisas
La carnicera Giovanna se salv¨® de la ruina pidiendo ayuda a los vecinos Su tienda ha pasado de tener 10 clientes al d¨ªa a tener 85 de media
La ma?ana del uno de junio en el barrio oeste de Logro?o parec¨ªa normal y corriente. Salvo por un detalle: las paredes, los coches, las se?ales y las farolas de la calle Ronda de los Cuarteles amanecieron empapelados con una carta escrita a mano en la que se le¨ªa: ¡°Pido a los vecinos del barrio que me ayuden. Lucho por mantener el ¨²nico negocio de alimentos de este barrio¡±. La autora es Giovanna G¨®mez Basc¨®n, de 32 a?os. Su carnicer¨ªa estaba al borde de la quiebra y necesitaba compradores. Un d¨ªa decidi¨® escuchar su vocecita interior y pedir auxilio. Cogi¨® papel y bol¨ªgrafo y sin m¨¢s, comenz¨® a escribir su historia: ¡°Tengo buenos precios y buena calidad y nunca me falta una sonrisa para los clientes¡±.
Giovanna y su marido estaban pasando por una mala racha. La empresa de construcci¨®n en la que ¨¦l trabajaba se vino abajo con la crisis inmobiliaria. Durante a?os ella altern¨® periodos en paro con puestos de trabajo en supermercados, pero el salario no daba para mantener a sus tres hijos (de 15, 10 y 4 a?os) y a su hermano de 13 a?os. Ten¨ªa poco dinero pero mucho empe?o: ¡°Mi ilusi¨®n siempre fue abrir una carnicer¨ªa¡±. Y no lo le faltaban buenas facultades; es joven, guapa y le encanta trabajar de cara al p¨²blico. ¡°Y adem¨¢s valgo para ello¡±, comenta con su perenne sonrisa en los labios. As¨ª que no se lo pens¨® dos veces, junt¨® el poco dinero que ten¨ªa ahorrado y decidi¨® alquilar una vieja carnicer¨ªa para sacar adelante el negocio de su vida.
Cuando todo parec¨ªa estar arrancando, la desgracia se cruz¨® en su camino. Su madre, de 54 a?os, enferm¨® y los m¨¦dicos le diagnosticaron un c¨¢ncer terminal. Giovanna se ausent¨® de la tienda para cuidarla pero la enfermedad acab¨® con su vida el 13 de marzo, el mismo d¨ªa de su cumplea?os. La ausencia de la due?a llev¨® al negocio de mal en peor y por ello, regres¨® a la carnicer¨ªa tan pronto como pudo.
Antes ten¨ªa 10 clientes fijos, ahora tengo unos 85 de media. No tengo palabras para agradecerlo¡±
Pero 19 d¨ªas despu¨¦s, cuando de nuevo estaba levantando el ¨¢nimo, su padre muri¨® de un infarto. El sobresalto fue sobrecogedor, pero esta vez decidi¨® no decaer. ¡°Al d¨ªa siguiente, decid¨ª ir a la carnicer¨ªa, para que el negocio no se arruinara definitivamente¡±, cuenta con un hilo de voz que se detiene al borde del llanto. ¡°Atend¨ª a los clientes lo mejor que pude, no se de d¨®nde saque energ¨ªas, debe haber un Dios que me da fuerza¡±. El mismo mes muri¨® su suegro y Giovanna decidi¨® que sola no pod¨ªa con todo, que necesitaba ayuda. Ten¨ªa todo en su contra, pero no tir¨® la toalla.
Una vocecita interior le anim¨® a compartir su historia con los dem¨¢s. Sin pensarlo se lanz¨® a escribir una nota de papel y a difundirla por el barrio: ¡°No digo que me compr¨¦is solo a m¨ª, pero si lo hicierais tan solo una vez por semana entre todos, mi ilusi¨®n por mantener el negocio seguir¨ªa¡±. Y funcion¨®. Los vecinos empezaron a llegar ante el reclamo de calidad, buenos precios y sonrisas. El escritor Israel Esteban colg¨® su historia en su blog y su caso comenz¨® a conocerse. Lleg¨® mucha gente con palabras de ¨¢nimo y dispuestos a ayudarla: ¡°Antes ten¨ªa 10 clientes fijos, ahora tengo unos 85 de media. No tengo palabras para agradecerlo¡±.
Gracias a la ayuda del vecindario, la carnicer¨ªa est¨¢ saliendo adelante y dando vida a un barrio que se estaba quedando muerto. Giovanna ha podido hacer frente a muchas facturas y salvar su negocio del cierre, pero su situaci¨®n a¨²n no es estable: debe cuatro meses de alquiler del local y uno en su piso. ¡°Para poder mantenerme solo necesito un empujoncito m¨¢s¡±, cuenta llena de emoci¨®n y de esperanza.
La carnicer¨ªa de Giovanna ofrece calidad, variedad, precios razonables y un reclamo que todos necesitamos m¨¢s que nunca: ¡°No hay ni una sola persona que haya entrado y que no se haya llevado una sonrisa¡±.
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