La invasi¨®n de los ej¨¦rcitos de basura
El artista alem¨¢n HA Schult, pionero del arte medioambiental, ocupa los espacios p¨²blicos con figuras humanas fabricadas con desechos
Si vi¨¦ramos de lejos cualquiera de estas escenas, saldr¨ªamos corriendo despavoridos. Un ej¨¦rcito de miles de soldados desfila a lo largo de las pir¨¢mides de Guiza y recorren abarrotados la Gran Muralla China. Tambi¨¦n pululan en escenarios menos ¨¦picos; el centro de Roma, la Plaza Roja de Mosc¨², la Plaza de la Catedral de Colonia y la Plaza Real de Barcelona. El aspecto de los hombres es cochambroso, como si se vistieran con harapos, con jirones¡ o con basura. Si nos acercamos, veremos que su semblante es menos imponente, su postura es casi siempre r¨ªgida porque su cuerpo est¨¢ construido con latas, trozos de electrodom¨¦sticos y desechos de todo tipo. Se trata de Trash People, el Ej¨¦rcito de Chatarra, la obra de HA Schult, artista alem¨¢n de 70 a?os, pionero del arte medioambiental, cr¨ªtico con el desequilibrio ecol¨®gico y especializado en intervenciones art¨ªsticas ¡°con acci¨®n¡±.
¡°Desde que nos pusimos a bailar delante de las pinturas en la edad del hielo, el arte siempre ha sido acci¨®n¡±, comenta este alem¨¢n de cabello rubio y electrificado, rasgos peque?os, gafas transparentes y ropa oscura. Estudi¨® bellas Artes en Dusseldorf de 1958 a 1961, fue una escultura viviente en el museo de Munich en 1970 y empapel¨® una calle de Manhattan en 1985 para reivindicar mejoras en el medio ambiente. Pero no fue hasta 1996 cuando dio a luz su obra m¨¢s universal, Trash people, los hombres de chatarra. Desde entonces su ej¨¦rcito ha recorrido medio mundo y a¨²n le queda para rato. El ¨²ltimo escenario fue el Valle Advent en el ?rtico Noruego en 2011. El Tibet, Shanghai, Buenos Aires, Nueva York, y Jerusal¨¦n son sus pr¨®ximos destinos.
"Una lata de Coca-Cola de hoy es el resto de una cer¨¢mica romana de ma?ana", dijo una vez Schult. Su obra es una continua reflexi¨®n sobre la ocupaci¨®n de los espacios urbanos y la crisis medioambiental. Un mensaje que incide en denunciar la falta de compromiso ecol¨®gico con el planeta y que viene acompa?ado de acciones contundentes: en 1977 hizo estrellar una avioneta en un vertedero de Staten Island (New York).
Schult no puede elegir el m¨¢s especial de los lugares tomados por su ej¨¦rcito. Se queda con cuatro esenciales por el contexto hist¨®rico con el que coincidieron: ¡°Cada lugar tuvo su momento peculiar. En la Plaza Roja despu¨¦s de la Perestroika, en la Gran Muralla en una nueva China, frente a las Pir¨¢mides en el Egipto que contemplar¨ªan el gran cambio de la Primavera ?rabe y en las minas de sal de Gorleben (Alemania)¡±.
Los residuos que tiramos son el s¨ªmbolo de nuestro consumismo¡±
Para Schult, ¡°los residuos que tiramos son el s¨ªmbolo de nuestro consumismo¡±. En la actual coyuntura econ¨®mica, el volumen de basura est¨¢ descendiendo notablemente en pa¨ªses como Espa?a y Grecia. ?Esto significa que estamos llegando al final del consumismo? ¡°El consumo es un r¨ªo sin retorno¡±, opina el alem¨¢n.
Es sabido que los artistas son reacios a explicar el significado de sus obras. Schult no esclarece contra qui¨¦n van dirigidos sus ej¨¦rcitos, pero aclara que su discurso no es antimilitarista. ¡°Yo no llamo gente basura a los militares, sino a la gente basura¡±. Su ideolog¨ªa poco tiene que ver con el anticonsumismo y con los movimientos sociales de izquierda. Presume de conocer a todos los cancilleres alemanes desde Konrad Adenauer. En las pasadas elecciones apoy¨® a Angela Merkel y parece que volver¨¢ a hacerlo en las siguientes. ¡°Es una de las personalidades pol¨ªticas que m¨¢s me han impresionado por su autenticidad¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.