Mala influencia de peluche
?pera prima como director de Seth MacFarlane, el talento detr¨¢s de la animaci¨®n pol¨ªticamente incorrecta y sustentada en un profundo (e inclemente) conocimiento de la cultura pop de Padre de familia, Padre Made in USA y The Cleveland Show, Ted se levanta sobre una imagen que es, de hecho, la estructura profunda del grueso de las comedias americanas contempor¨¢neas: un adulto aferrado a su osito de peluche; es decir, el emblema de una inmadurez patol¨®gica vivida como trinchera frente al mundo de las responsabilidades adultas. En la pel¨ªcula, Mark Wahlberg, poniendo a prueba esa gran potencial para la comedia que le descubri¨® Adam McKay en Los otros dos (2010), da vida a John Bennett, un tipo que, en su infancia ¨Cretratada al estilo de una pel¨ªcula familiar de los ochenta del sello Amblin-, dese¨® que su osito de peluche fuera real, su ¨²nico amigo posible. La trama principal parte cuando ambos han alcanzado ya la edad adulta y, m¨¢s o menos, encarnan una versi¨®n multi-salas del eterno pulso entre el Yo y el Ello: John es un perdedor inmaduro de manual, con novia fija pero pocas ganas (y capacidad econ¨®mica) para ir m¨¢s lejos en la relaci¨®n, y Ted, el oso, ha crecido como juguete obsceno, l¨²brico y polit¨®xico; es decir, el mejor compa?ero de juegos adulto, la mala influencia blandita y port¨¢til.
Cuando Chris Morris, maestro de la comedia televisiva extrema, dio el salto a la gran pantalla con Four Lions (2010), logr¨® algo perverso e irrepetible: reciclar la ortodoxia de la construcci¨®n dram¨¢tica propuesta por los manuales de gui¨®n en transgresi¨®n pura. As¨ª, el espectador de Four Lions acababa estableciendo una perturbadora empat¨ªa con esos terroristas isl¨¢micos elevados a sujetos tragic¨®micos. MacFarlane no va tan lejos y, por eso, alguien podr¨¢ ver en Ted s¨ªntomas de amansamiento. La pel¨ªcula, no obstante, logra un equilibrio nada f¨¢cil: a grandes rasgos, cumple con todas las reglas de la variante rom¨¢ntica de las comedias de la inmadurez, pero el poder agresivo de su humor no pierde fuerza en ning¨²n momento.
El propio MacFarlane, a trav¨¦s de la t¨¦cnica del motion capture, compone un Ted insolente, problem¨¢tico, pero puntuado por eficaces golpes de fragilidad, una figura que permite al conjunto indagar en los claroscuros de la cultura de la fama. Ted logra algunos de sus mejores golpes de efecto a trav¨¦s de sus cameos -el de Sam Jones, estrella de la reivindicable (y, de hecho, muy reivindicada en Ted) Flash Gordon (1980) es dif¨ªcil de olvidar-, pero escenas como la del listado de nombres de princesas de extrarradio acreditan su capacidad de ampliar el campo de batalla de la comedia m¨¢s cl¨¢sica. L¨¢stima que la versi¨®n doblada en espa?ol haya invertido un absurdo esfuerzo en calzar referencias locales donde no hac¨ªa la menor falta.
Ted
Direcci¨®n: Seth McFarlane.
Int¨¦rpretes: Mark Wahlberg, Mila Kunis, Sam Jones, Seth MacFarlane, Giovanni Ribisi.
G¨¦nero: Comedia. Estados Unidos, 2012.
Duraci¨®n: 106 minutos.
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