Un laboratorio art¨ªstico llamado Sajazarra
Madoz, Fontcuberta y Ballester llenan de arte el pueblo riojano durante un festival celebrado anualmente desde los ochenta
La cita anual de artistas contempor¨¢neos en el peque?o pueblo de Sajazarra, municipio de la Rioja Alta cuyo censo no supera los 150 habitantes, resulta casi obligada para cierta elite de creadores espa?oles conocidos en el panorama nacional e internacional. De Mateo Mat¨¦ a Perejaume, desde hace 23 a?os este pueblecito, que nada tiene de pretencioso m¨¢s que una iglesia, un castillo, un bar y un centenar de casas de piedra, acoge durante una semana en verano obra de artistas con aspiraciones e inspiraciones rurales. Este a?o ha sido el turno de los fot¨®grafos Joan Fontcuberta, Jos¨¦ Manuel Ballester y Chema Madoz, cuya llegada revolucion¨® ayer la tranquilidad a la que el pueblo tiene acostumbrados a sus habitantes.
La entrada de la iglesia y el campanario hacen las veces de sala de exposiciones de los proyectos. Unas 1.800 im¨¢genes conforman los p¨ªxeles de La campana de la mora, una inmensa fotograf¨ªa a base de retratos familiares, paisajes riojanos, reuniones en las bodegas o fiestas religiosas que han sido cuidadosamente impresas por el premio nacional de artesan¨ªa, Toni Cumella, con la delicada t¨¦cnica de fotocer¨¢mica. La filosof¨ªa de Sajazarra consiste en la cohabitaci¨®n y colaboraci¨®n del pueblo con el artista, lo que, tras los dos a?os de trabajo empleado, aun sorprende a Fontcuberta: ¡°Los vecinos se han volcado con mi proyecto, cada d¨ªa ven¨ªan con cajas de zapatos repletas de fotograf¨ªas en sepia, con ¨¢lbumes familiares enteros, otros se serv¨ªan de dispositivos USB para hac¨¦rmelas llegar¡±. El artista lleg¨® a reunir m¨¢s de 13.000 capturas. Fontcuberta, especialmente interesado en los ¨²ltimos a?os por las redes sociales ¡ªno solo como fen¨®meno de las relaciones personales, sino tambi¨¦n por la revoluci¨®n que representan en el intercambio de im¨¢genes¡ª homenajea con esta campana la fotograf¨ªa ¡°como objeto, como concepto y como instrumento para recordar los momentos felices del pasado¡±
¡®La campana de la mora¡¯ es una inmensa foto a base de retratos familiares
M¨¢s all¨¢ de las teor¨ªas, bajo este proyecto late la inspiraci¨®n propia del boca-oreja, tan t¨ªpico de los pueblos. La leyenda de la reina mora Zuleya de la Sajazarra data del siglo XI, cuando la Rioja Alta era territorio lim¨ªtrofe entre la zona musulmana y la regi¨®n reconquistada por los cristianos. Los dominios de la mora quedaron aislados, por lo que decidi¨® convertirse al cristianismo. Frente a la negativa de todos los pueblos de la comarca a bautizarla, encontr¨® en Sajazarra el ¨²nico lugar donde s¨ª le abrieron las puertas. Como agradecimiento, Zuleya hizo ofrenda al pueblo de una gran campana, la campana de la mora, que es para el artista ¡°un s¨ªmbolo de tolerancia y bienvenida, que en estos momentos de crispaci¨®n y poco respeto en cuanto a los valores y religiones de la sociedad, hacen mucha falta¡±.
Frente al impresionante mosaico se contempla en la pared de piedra una puerta de hierro que tiene dibujada en un pentagrama la Sonata per clavicembalo, de Domenico Scarlatti. La obra es la segunda edici¨®n de la que se sirvi¨®, en este mismo pueblo, Chema Madoz para tomar una de sus fotograf¨ªas m¨¢s emblem¨¢ticas. ¡°La m¨²sica en mi trabajo siempre ha sido muy importante, y el entorno, el efecto de marco que hace el arco alrededor de la partitura, y la idea de que estuviera colocada en un lugar de paso hacia la entrada de la iglesia me gust¨®¡±, explica el fot¨®grafo. Diez a?os despu¨¦s la ¨²nica r¨¦plica de la escultura vuelve al lugar para donde fue pensada en un primer momento.
Los artistas interact¨²an con el paisaje y sus habitantes
Los artistas, cuando llegan a Sajazarra, trabajan con el paisaje de la zona, interact¨²an con ¨¦l y con sus habitantes. Es como si su estudio se convirtiese en Sajazarra. Jos¨¦ Manuel Ballester se interes¨® por el bosque, los terrenos de secano, las ramas secas que pueden propiciar incendios. Ballester contribuy¨® para animar a la gente del pueblo para que le ayudase a recoger las ramas, la madera seca, y luego trocearla.
La instalaci¨®n, en el suelo de la torre del fabuloso campanario, es un conglomerado de las maderas emulando adoquines de colores que provoca el efecto de un suelo en tres dimensiones. Ese suelo ha servido, adem¨¢s como elemento art¨ªstico que se a?adir¨¢ al patrimonio del Sajazarra, para rehabilitar la subida al viejo campanario. ¡°Total, que Ballester limpi¨® el bosque, rehabilit¨® la escalera y paviment¨® el suelo¡±, explica Carlos Rosales, comisario de la muestra. ¡°Hemos tratado de crear un contexto muy distinto para descubrir y para crear. Esto demuestra que se pueden hacer cosas modestas, pero aut¨¦nticas, y que est¨¢n a la altura. Es emocionante ver que hay otras cosas que mueven el arte contempor¨¢neo, que no es el dinero¡±.
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