La pol¨ªtica de autor rige en el Lido
Arranca el festival de Venecia, el m¨¢s antiguo del calendario, entre las dudas por el relevo en la direcci¨®n y una legi¨®n de pesos pesados del cine estadounidense
A rey muerto, rey puesto. Finiquitada la ¨¦poca de Marco M¨¹ller (un hombre que, para bien y para mal, ha dejado su huella ¡ªprofunda¡ª en este festival), ya emigrado este en busca de pastos m¨¢s verdes, el paisaje se dibuja distinto. El exiliado promete, cual Marco Antonio, derrotar a la mism¨ªsima Mostra desde su nuevo trono en el festival de cine de Roma. Sabido es que M¨¹ller es un se?or de extensa agenda y grandes habilidades entre bambalinas y por ello no es extra?o que su marcha a la capital haya puesto a temblar a m¨¢s de uno en la ciudad de los canales, empezando por el nuevo responsable del certamen veneciano, Alberto Barbera. Su predecesor se fue adem¨¢s dej¨¢ndole un regalo envenenado: la mejor Mostra de la ¨²ltima d¨¦cada, con grandes estrellas y mejor cine.
Barbera se enfrenta pues a una sombra que le cubre de pies a cabeza y que puede acabar engull¨¦ndole a poco que las cosas se le tuerzan. Por si todo esto fuera poco se enfrenta a una paradoja: debe cruzar los dedos para que su criatura funcione y esperar que la de M¨¹ller no sea el bombazo que muchos esperan. Roma, que ¡ªno hace tanto¡ª M¨¹ller calific¨® de festival ¡°risible¡±, puede que no d¨¦ tanta risa gracias a ¨¦l. Cosas de la vida, se supone.
Barbera se presenta a revista con un festival equilibrado, que bebe copiosamente del cine de autor y donde ¡ªpor encima de todo lo dem¨¢s¡ª destaca The master, de Paul Thomas Anderson, la gran apuesta de la Mostra, que le cost¨® sangre y sudores conseguir y que llega del otro lado del Atl¨¢ntico con cr¨ªticas que la consideran una maravilla, herm¨¦tica y compleja, pero una maravilla.
Pisar¨¢n el Lido Robert Redford, Philip Seymour Hoffman, Joaquin Phoenix, Michael Shannon, Winona Ryder, Spike Lee, Brian de Palma o Javier Bardem. Ninguna estrella de esas que lucen las adolescentes en sus carpetas, pero mucha solidez y oficio. Los amantes del cine tendr¨¢n oportunidad de irse a casa con los ¨²ltimos trabajos de Kim Ki-Duk, Takeshi Kitano, Ulrich Seidl, Terrence Malick, Susanne Bier, Olivier Assayas o Henry-Alex Rubin, en una amalgama que cubre muchas acepciones cin¨¦filas en una programaci¨®n camale¨®nica, como m¨ªnimo, donde puede encontrarse desde un documental sobre Michael Jackson (Bad 25, firmado por el mencionado Lee) a una copia restaurada de La puerta del cielo, la obra maestra de Michael Cimino.
Venecia es este a?o un enigma cuya ecuaci¨®n se resolver¨¢ en 10 d¨ªas y que ¡ªcomo acostumbra a pasar¡ª dejar¨¢ a unos contentos y a otros con la ceja en alto. El festival ha cancelado el proyecto del nuevo Palazzo del Cinema (largamente acariciado) y parece que los terrenos que iban a ser usados con ese prop¨®sito podr¨ªan ahora servir para edificar viviendas. Un vuelco raro ciertamente, pero que se ve¨ªa venir.
La perpetua lucha del certamen italiano con el festival de Toronto ha hecho mella en la cantidad de celebridades que acuden a la cita veneciana y al n¨²mero de periodistas que la cubren, as¨ª que la Mostra necesita encontrar la clave para seguir siendo importante en un panorama cinematogr¨¢fico que ¡ªa excepci¨®n de Cannes¡ª tiende a inclinarse hac¨ªa el hemisferio norte.
La misi¨®n no es sencilla y desde luego las maniobras romanas no se lo van a poner f¨¢cil, pero Venecia no ser¨¢ un adversario pasivo. En este a?o, que huele a transici¨®n, ya han empezado a advertirse cambios: menos pel¨ªculas, m¨¢s espacios para periodistas y mejoras en las infraestructuras. La apuesta no se perfilar¨¢ hasta que Barbera tenga claro a qu¨¦ est¨¢ jugando, mientras tanto puede presumir de estrenar dos de las pel¨ªculas m¨¢s gordas del a?o (las de los mencionados Paul Thomas Anderson y Terrence Malick) y de contar con un p¨²blico fiel, que no entiende de nombres sino de cine.
Y la Mostra, no nos enga?emos, vive de eso.
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