Otro violento desvar¨ªo de Kim Ki-duk
El creador coreano muestra en Venecia su ¨²ltimo trabajo, 'Piedad' Est¨¢ todav¨ªa m¨¢s zumbado que las personas y las situaciones que se inventa
Contaban sus amorosos y compresivos fans que si en sus ¨²ltimas entregas el director coreano Kim Ki-duk parec¨ªa un poco perdido, si sus argumentos y su universo sufr¨ªan cierto desmayo, se deb¨ªa a la profunda depresi¨®n que le caus¨® que una actriz casi muriera ahorcada en el rodaje de una pel¨ªcula de este. Pero les hab¨ªan llegado noticias por medio de algunos privilegiados que hab¨ªan logrado ver Piedad antes de que se presentara en la Mostra de que felizmente el maestro volv¨ªa a recuperar la salud espiritual y su impagable arte.
Lamentando mucho que la depresi¨®n se cebe con cualquier persona, yo escuchaba las ilusionadas previsiones sobre la ¨²ltima criatura del volc¨¢nico coreano como si oyera llover. Para haberte desencantado de alguien o de algo forzosamente tienes que haber estado antes encantado y eso no me ha ocurrido jam¨¢s con el cine de este se?or que tanto idolatran los festivales. Incluyo en mi indiferencia algunas celebradas pel¨ªculas como Hierro 3 y Primavera, verano, oto?o, invierno... y primavera que le gustan a gente que no profesa culto de fe en la obra de este hombre.
Piedad comienza con el ahorcamiento de alguien e imagino que este arranque tan brutal cumple funciones de exorcismo de Kim Ki-duk. A partir de momento tan revelador e impactante, seremos testigos de las infinitas palizas que sacude a todo tipo de gente, incluidas mujeres, tullidos y viejos, un tipo malencarado y solitario que se dedica a cobrar para un prestamista las deudas de los clientes morosos. En los tiempos muertos de su s¨®rdido y complacido trabajo tambi¨¦n le veremos practicar el onanismo. Su existencia se alborota cuando aparece una mujer que asegura ser su madre y que trata de convencerle de que si se ha convertido en un monstruo es por el trauma que ella le caus¨® abandon¨¢ndole al nacer, razones suficientes para que el tarado no se conforme con darle una paliza a su supuesta madre sino que tambi¨¦n la viola. Despu¨¦s llega la redenci¨®n junto a todo tipo de venganzas y un giro en el misterio que demuestra que nada es lo que parece.
Mi problema no es ya que me aburra profundamente observar las s¨¢dicas haza?as y la catarsis de un perturbado mental, sino la sensaci¨®n de que el creador todav¨ªa est¨¢ m¨¢s zumbado que las personas y las situaciones que se inventa. El estilo para describir el esplendor y el derrumbe del mat¨®n que era perverso porque estaba solito y no hab¨ªa conocido a su mam¨¢ se aproxima a lo grotesco, la est¨¦tica es tremendista y retorcida, el protagonista me parece uno de los actores m¨¢s infames que he visto nunca. Al final, Kim Ki-duk deja la pantalla en negro durante unos minutos. Imagino que buscando el golpe de efecto para que sus m¨²ltiples admiradores se rompan las manos ovacionando su arte. Pues as¨ª ha sido. Algo que solo le ocurrir¨¢ a Kim Ki-duk en los festivales. Aunque lleve media vida acudiendo a ellos sigo alucinando con esta farsa ancestral.
La pel¨ªcula portuguesa Linhas de Wellington, producida por el temible Paulo Branco, iba a dirigirla el director chileno Ra¨²l Ruiz, pero muri¨® antes de poder hacerlo. A ¨¦l se la dedica la tambi¨¦n chilena Valeria Sarmiento. Y sospecho que como homenaje al admirado muerto se han prestado a aparecer en papeles breves int¨¦rpretes como Isabelle Huppert, Catherine Deneuve, John Malkovich y otras luminarias del cine con pretensiones. Ambientada en la invasi¨®n napole¨®nica de Portugal, describe las batallas entre los franceses y la alianza que formaban portugueses e ingleses a las ¨®rdenes del general Wellington. Posee el aire de una serie de televisi¨®n antigua y de autor que han decidido acortarla para el cine. Es m¨¢s intimista que espectacular. Tiene dignidad, pero no resulta nada apasionante.
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