¡®Disconnect¡¯: los peligros acechan en el mundo 2.0
La pel¨ªcula de Alex-Rubin deslumbra en su proyecci¨®n fuera de concurso
A Henry Alex-Rubin se le recuerda porque hace cinco a?os puso boca abajo a m¨¢s de uno con su documental Murderball,una pieza que contaba la historia de un grupo de minusv¨¢lidos que practicaban un deporte parecido al rugby pero en silla de ruedas. No era solo el fiero estilo visual de Rubin lo que se recuerda de aquel trabajo, sino su retrato de unos tipos que no hab¨ªan renunciado a nada de lo que eran por el simple hecho de no poder disponer de sus piernas. Para ellos aquello era una minucia a la que combat¨ªan dej¨¢ndose (literalmente) los huesos en la pista de juego.
Su osad¨ªa a la hora de abordar aquel tema le vali¨® una candidatura al Oscar e infinidad de premios de la cr¨ªtica de todo el mundo. Despu¨¦s el silencio, roto estos d¨ªas en el Lido de Venecia por su debut en el largometraje con Disconnect: una obra que a¨²n con sus m¨²ltiples defectos presenta a un realizador con estilo propio, valiente en su planteamiento y que ¡ªprobablemente¡ª debe pulir su exceso de trascendencia con guiones mejor acabados.
Disconnect es una obra coral que los m¨¢s generosos han comparado con Paul Thomas Anderson y su Magnolia o Steven Soderbergh y su Traffic, y los menos se han acordado de Paul Haggis y Crash, quiz¨¢s con un af¨¢n punzante que no se corresponde con lo esperable en una ¨®pera prima pero comprensible desde un punto de vista cr¨ªtico. Lo que hace Rubin en Disconnect es relatar un cuento, seguramente con exceso de buenas intenciones, sobre la peligrosa dependencia tecnol¨®gica de la sociedad actual y el reverso tenebroso (por expresarlo de alg¨²n modo) del universo 2.0: el robo de identidad, el acoso cibern¨¦tico, el dif¨ªcil equilibrio entre adolescencia e Internet. El realizador le pone todo el punch a la historia de unos chavales que deciden empezar a acosar a un compa?ero de escuela (impresionante Jonah Bobo), haci¨¦ndose pasar por una mujer, hasta convencer a este de que les mande una foto desnudo. La foto, obviamente, es enviada a todo el mundo, enterrando al chaval en una tonelada de verg¨¹enza y arrancando un proceso de destrucci¨®n que culminar¨¢ de un modo terror¨ªfico. Seguramente por la fuerza de ese relato (el mejor de todos los que componen el filme) el resto de los personajes lucen ligeramente descoloridos. Eso s¨ª, muchas de las soluciones visuales de la pel¨ªcula son brillantes y la direcci¨®n de actores es excelente. Por el filme se pasean rostros de solvencia contrastada como los de Jason Bateman (Up in the air), Frank Grillo (el protagonista de esa joya llamada Warrior), Alexander Skaarsgard (True blood) o Paula Patton (Protocolo fantasma). La an¨¦cdota del filme la protagoniza el mism¨ªsimo Marc Jacobs, dise?ador metido a actor por su amistad con Rubin y que resuelve sus secuencias con sorprendente seguridad.
Disconnect, que se ha proyectado fuera de concurso, es otro de esos ejemplos de ¨®pera prima que hubiera merecido m¨¢s atenci¨®n pero que es v¨ªctima de la dificultad de ver todo lo que uno se propone en un festival de cine de categor¨ªa A: una pel¨ªcula imperfecta pero un hallazgo notable de la mano de un director al que habr¨¢ que seguirle la pista.
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