El dorado desencanto de Robert Redford
Aplausos en Venecia para 'The company you keep', lo ¨²ltimo del veterano actor y director
La firma Robert Redford, pero hubiera podido ser un Clint Eastwood o una de esas pel¨ªculas de Alan J.Pakula, Sidney Lumet o el propio Pollack: un tipo (Redford) que ejerce de abogado ve como toda su vida se va al garete cuando un periodista (LaBeouf) destapa que la verdadera identidad de ¨¦ste es la de un activista medioambiental acusado de un robo a un banco con una v¨ªctima mortal. As¨ª que abandonando su coartada de 30 a?os el hombre deja a su hija a cargo de su hermano y se larga a buscar la soluci¨®n a sus problemas: una antigua militante de su mismo movimiento con m¨¢s secretos que ¨¦l mismo.
Arranca Redford con una conversaci¨®n esta pel¨ªcula de di¨¢logos y confesiones, donde hasta las persecuciones son a paso de tortuga. Una obra entretenida que no aspira a nada m¨¢s que eso, quiz¨¢s ¨Ces cierto- con un retazo de discurso pol¨ªtico-social donde predomina el desencanto, la idea de que la edad es el perfecto depredador para la conciencia. No hay nada innovador, nada radical en The company you keep, quiz¨¢s porque le basta con el armaz¨®n de thriller cl¨¢sico y unas gotas de drama. Al fin y al cabo el Redford actor coincidi¨® con todos esos realizadores que en los ¡¯70 sembraron las pantallas de cine protesta, ya se llamaran Frankenheimer , Schlesinger o Altman. No es que Redford proteste demasiado pero su discurso sobre todo lo que pudo ser y no fue es bastante obvio en la gran pantalla.
As¨ª, y dejando de lado al personaje de Shia LaBeouf (a este actor a¨²n le faltan un par de papeles con salsa para confirmar que tiene talento pero en The company you keep consigue por lo menos resultar interesante) Redford se rodea de lo mejor de Hollywood, colegas con galones que podr¨ªan dirigir un pa¨ªs a poco que se lo propusieran: Nick Nolte (la segunda juventud de este se?or es maravillosa), Richard Jenkins, Stanley Tucci, Julie Christie, Chris Cooper y Brendan Gleeson. Probablemente ninguno de ellos atraer¨ªa demasiada gente a los cines y ese es precisamente el problema, porque a pesar de sus momentos de flojera (que los tiene) es un placer apoyar la espalda en el respaldo y ver trabajar a tipos cuyas voces y miradas podr¨ªan convencerte de meter las manos en agua hirviendo: actores de una pieza, hijos de una estirpe interpretativa basada en algo m¨¢s que la belleza o las modas.
Con esa receta de gui¨®n correcto y reparto de (extra)lujo le basta al director de Quiz show para armar una notable muestra de cine americano del de toda la vida. Factura impecable, magn¨ªfica fotograf¨ªa, buena atm¨®sfera¡ quiz¨¢s algo corta de reflexi¨®n, y el tema se las trae, pero a¨²n as¨ª estupenda para disfrutar del viejo Hollywood. Al director, no hay duda de ello, se le podr¨ªa reprochar ese final ¨Cimprobablemente- feliz pero a la vejez viruelas: todos tienen derecho a so?ar de cuando en cuando. Redford tambi¨¦n.
Babelia
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