Polic¨ªa, juez, ejecutor

El futuro de la humanidad est¨¢ lejos del ideal: los polic¨ªas no solo detienen sino que juzgan y hasta ejecutan en una labor de tir¨¢nico pluriempleo, mientras el aspecto de nuestro devenir es el de una inmensa estaci¨®n de autobuses de provincias, olor a or¨ªn incrustado, podredumbre sexual y moral, desconfianza en la mirada. Dredd, nueva adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica del c¨®mic Juez Dredd, perge?ado en 1977 por el guionista John Wagner y el dibujante espa?ol Carlos Ezquerra, tras la infumable versi¨®n de 1995 dirigida por Danny Cannon con Stallone, presenta en sus primeros minutos un panorama tan desolador en lo social como atractivo en lo cinematogr¨¢fico. La descripci¨®n del mundo con voz en off, el uso de las tres dimensiones, el colorido y el comp¨¢s de la m¨²sica y de los efectos de sonido conforman un tercio inicial de cine que se huele, que se toca, que sorprende.

Pete Travis, director de m¨²ltiples miradas y estilos, no todos eficaces (en nada se parecen Omagh, En el punto de mira y esta Dredd), aprovecha asimismo un prometedor detalle de fondo para aplicar talento en la forma: esa droga llamada slow-mo(tion), que, cual c¨¢mara lenta audiovisual, ralentiza la actividad cerebral, da pie a im¨¢genes ciertamente impactantes. Pero, superado el tercio inicial y el planteamiento dram¨¢tico, la pel¨ªcula se viene abajo, convirti¨¦ndose en una olvidable pel¨ªcula de acci¨®n de la que solo recordaremos su primera media hora.