El amor, solo eso
¡°?Qu¨¦ te ha pasado?¡±, pregunta un personaje a la extenuada, transformada, melanc¨®lica, destruida mujer protagonista de The deep blue sea, adaptaci¨®n de Terence Davies de la obra teatral de Terence Rattigan. Respuesta: ¡°El amor, solo eso¡±. No hay m¨¢s. Es el golpe certero de la pasi¨®n, el que levanta o hunde, el que resucita o destruye; seg¨²n las circunstancias, seg¨²n la sensibilidad de cada uno. Si quieren, al igual que Davies a lo largo de la pel¨ªcula, a?adan al di¨¢logo el fondo musical de las cuerdas desgarradas del segundo movimiento, el andante, del Concierto para viol¨ªn opus 14 de Samuel Barber. Pura desolaci¨®n. Dos seres que se adoran, que se destrozan.
The deep blue sea
Direcci¨®n: Terence Davies.
Int¨¦rpretes: Rachel Weisz, Tom Hiddleston, Simon Russell Beale, Ann Mitchell, Karl Johnson.
G¨¦nero: drama. Reino Unido, 2011.
Duraci¨®n: 98 minutos.
Como suele ser habitual en Davies, veterano de Liverpool de filmograf¨ªa corta pero intensa, al menos dos obras maestras (Voces distantes y El largo d¨ªa acaba), su pel¨ªcula es un goce para los sentidos gracias a su virtuosismo t¨¦cnico. Con una fotograf¨ªa de iluminaci¨®n muy tenue, lo que lleva a una bell¨ªsima textura de grano duro, sobre todo en las secuencias nocturnas, The deep blue sea, ya adaptada por Anatole Litvak en los cincuenta con Vivien Leigh como protagonista, es puro cine brit¨¢nico: olor y sabor a pub, a pinta de Guinness, a voces en cuello cantando Molly Malone. Y, junto a todo ello, la letra de Rattigan, otro cl¨¢sico de las islas, con sus tramas sobre hechos sencillos que trascienden hasta los m¨¢s complejos valores, autor adaptado al cine en variadas ¨¦pocas: La versi¨®n Browning, Mesas separadas, El caso Winslow.
Davies envuelve su historia de adulterio con andamiaje similar a 'Dublineses'
Con la guerra como tel¨®n de fondo, h¨¦roes de la Batalla de Inglaterra que no saben vivir en tiempos de paz, sin adrenalina, sin ¨ªmpetu, sin posibilidades, Davies envuelve su historia de adulterio, sensaci¨®n a Breve encuentro, a El fin del romance, con un andamiaje formal y de ritmo semejante al de John Huston para Dublineses. Amor en tiempo de paz, con recuerdo de guerra. Es el dolor de una mujer, inmensa Rachel Weisz, a medio camino entre el suicidio y la luz al final de t¨²nel. Una mujer que, entre el simbolismo de la ventana y las cortinas, no sabe si abrirlas o cerrarlas. El amor, solo eso.
Babelia
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