El futuro de la lectura
El futuro de la lectura ya no ser¨¢ lineal, sino radial Los libros electr¨®nicos permiten saltar a im¨¢genes, m¨²sica o diccionarios Las ediciones en papel ser¨¢n un lujo y un placer. Con todo, los expertos animan a no perder la capacidad de leer con atenci¨®n

Leemos todos los d¨ªas. A todas horas. Inconscientemente. La informaci¨®n nutricional de la caja de cereales, las se?ales de tr¨¢fico, la factura de la electricidad, las vallas publicitarias. Conscientemente. Una novela de Jonathan Franzen, el peri¨®dico, el muro de Facebook, los resultados de una b¨²squeda en Google. Somos m¨¢s lectores que nunca. Pero desde hace tiempo utilizamos esa vieja palabra, leer, para nombrar un acto que est¨¢ en transici¨®n. Que no es lo que era. La lectura est¨¢ cambiando y, con ella, nosotros, los lectores.
D¨ªa tras d¨ªa leemos titulares sobre la desaparici¨®n del libro f¨ªsico y los correspondientes desvelos de editores, libreros, bibliotecarios, pero, cuestiones de mercado aparte, nosotros, los lectores, ?c¨®mo leeremos en el futuro? ?Qu¨¦ entenderemos por libro? ?Qu¨¦ entenderemos por leer? ?En qu¨¦ soportes leeremos? ?C¨®mo hablaremos de libros? ?D¨®nde conseguiremos los libros?
1 Una vieja tecnolog¨ªa. ?Qu¨¦ entenderemos por libro?
¡°La tecnolog¨ªa es todo aquello que fue inventado despu¨¦s de que t¨² nacieras¡±. La cita es del ingeniero inform¨¢tico Alan Kay y hace referencia a esa idea generalizada de que tecnolog¨ªa es sin¨®nimo de nuevo. Los ordenadores, los m¨®viles, los GPS son tecnolog¨ªa. ?Los libros? Tambi¨¦n, insiste Joaqu¨ªn Rodr¨ªguez, editor, autor y responsable del blog Los futuros del libro. ¡°Aunque nos preceda nueve siglos y sea algo natural en nuestras vidas¡±. El libro es una tecnolog¨ªa para muchos inmejorable: compacta, port¨¢til, f¨¢cil de usar, barata, aut¨®noma. Por eso precisamente ha tardado tanto en iniciar su tr¨¢nsito hacia lo digital. ¡°Los libros son artefactos incre¨ªbles¡±, reconoc¨ªa Jeff Bezos, consejero delegado de Amazon, para luego a?adir: ¡°Son el ¨²ltimo basti¨®n de lo anal¨®gico¡±. Esa semana de noviembre de 2007 el gigante de Internet presentaba el lector electr¨®nico Kindle.
Hasta hace no demasiado, la primera acepci¨®n del Diccionario de la Real Academia Espa?ola bastaba para describir qu¨¦ era un libro: ¡°Conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que, encuadernadas, forman un volumen¡±. Ahora empieza a haber consenso en torno a otra, propuesta por el veterano periodista, escritor y gur¨² del futuro Kevin Kelly: ¡°Un ¨²nico argumento o narrativa de extensi¨®n larga, sin importar su forma o si es en papel o electr¨®nico¡±.
Siempre habr¨¢ libros muy aumentados, como los infantiles, con un despliegue muy llamativo
Una de las principales caracter¨ªsticas de los libros del futuro es que ¡°no ser¨¢n un ladrillo inmutable¡±, escribe Craig Mod, editor, escritor y dise?ador de la revista social Flipboard, en el texto Post-artifact books & publishing. Esas erratas que siempre se escapan a pesar de las m¨²ltiples revisiones podr¨¢n corregirse en posteriores actualizaciones, donde autores o editores no solo enmendar¨¢n errores, tambi¨¦n ofrecer¨¢n nuevos contenidos a los lectores, pr¨¢ctica com¨²n en el terreno de las aplicaciones y con la que ya experimenta N¨®rdica Libros: El viento comenz¨® a mecer la hierba, de Emily Dickinson, pronto incluir¨¢ m¨¢s poemas recitados. Tambi¨¦n los lectores contribuir¨¢n con sus notas a engordar el e-book que, en muchas ocasiones, ser¨¢ una lectura multimodal, es decir, podr¨¢ incluir letras, im¨¢genes, enlaces, v¨ªdeos¡
Aunque no conviene esperar fuegos artificiales de todos ellos, opina Jos¨¦ Antonio Mill¨¢n, autor de varios estudios sobre la lectura en Espa?a y responsable del blog Libros y Bitios. ¡°Siempre habr¨¢ libros muy aumentados, como los infantiles, con un despliegue muy llamativo. Tambi¨¦n habr¨¢ obras cient¨ªficas con muchas adiciones que facilitar¨¢n el estudio o la comprensi¨®n, pero la novela podr¨¢ seguir siendo novela. En una edici¨®n de Ulises podr¨¢s ver un mapa, por ejemplo. Pero hay veces que no hace falta nada¡±.
2 Leer palabras, leer im¨¢genes. ?Qu¨¦ entenderemos por leer?
¡°Leer es una creaci¨®n humana. No es natural sino una pr¨¢ctica social que cambia en cada momento de la historia, en cada comunidad y en cada contexto, aunque la palabra sea la misma. No es lo mismo lo que hacemos ahora que lo que hac¨ªamos hace cincuenta a?os o lo que haremos dentro de otros cincuenta¡±, explica Daniel Cassany, profesor e investigador de An¨¢lisis del Discurso de la Universidad Pompeu Fabra y autor de En_l¨ªnea. Leer y escribir en la red (Anagrama). Libro abierto, lector enfrascado, ese es el concepto de lectura, culta y profunda, que sigue arraigado. Pero leer ha crecido ¡ªy seguir¨¢ haci¨¦ndolo¡ª en acepciones, importancia y dificultad. ¡°Leer es m¨¢s complejo porque leemos m¨¢s im¨¢genes, m¨¢s documentos multimodales. Eso de leer una p¨¢gina con letras est¨¢ totalmente muerto. En los textos habr¨¢ fotos, v¨ªdeos, letras y tendremos que relacionar todo para darle significado. Leer en el sentido de acceder a la informaci¨®n es mucho m¨¢s f¨¢cil, pero si entendemos leer por comprender es m¨¢s dif¨ªcil, porque hemos pasado de leer lo que escrib¨ªa la gente de nuestro alrededor con palabras que entend¨ªamos a leer lo que escribe gente de todo el mundo¡±.
¡°Buscar en Google, utilizar un traductor para entender algo en ingl¨¦s o franc¨¦s, consultar un dato que desconocemos en la Wikipedia, todo es leer¡±, insiste Cassany. Simplemente tenemos que acostumbrarnos: leer es una actividad cada vez m¨¢s tecnol¨®gica. De ah¨ª que surjan nuevas acepciones. ¡°Por ejemplo, la lectura de redes sociales es totalmente nueva, antes era oral. La gente socializaba cara a cara, por tel¨¦fono, por carta, en cambio ahora se pasa horas conectada a Facebook o Twitter¡±. Y que las cl¨¢sicas cambien para adaptarse a los tiempos. ¡°La lectura cient¨ªfica ha cambiado much¨ªsimo. Yo hace veinte a?os le¨ªa revistas y libros. En cambio ahora esto es solo una parte, y no la m¨¢s importante, de lo que hago. Cuando algo me interesa, lo primero es buscar el nombre del autor e ir a su blog, a YouTube, a Slideshare; los libros son complementarios. En cambio, leer literatura cambiar¨¢ poco porque los autores principales van a seguir escribiendo libros y, en vez de leerlos en papel, los leeremos en un iPad, buscaremos una palabra en el diccionario o un top¨®nimo en Wikipedia, subrayaremos o veremos qu¨¦ personas han subrayado un determinado fragmento. Hay un enriquecimiento, pero se sigue leyendo la misma obra¡±.
3 Pantallas, pantallas, pantallas. ?En qu¨¦ soportes leeremos?
M¨¢s de la mitad de los espa?oles lee ya en soporte digital, seg¨²n el informe H¨¢bitos de lectura y compra de libros en Espa?a 2011 (el 52,5% de la poblaci¨®n, aunque solo el 6,8% lee libros de esta manera). En ordenadores, tel¨¦fonos m¨®viles, agendas electr¨®nicas o e-readers (cuyo uso ha aumentado un 75% y alcanza el 3% de los entrevistados). Y ¡°una gran mayor¨ªa¡± de los estudiantes son lectores digitales, as¨ª que no parece descabellado alegar que las lecturas del futuro se realizar¨¢n fundamentalmente en ordenadores, tel¨¦fonos inteligentes, tabletas y lectores electr¨®nicos. Craig Mod considera que ¡°los e-readers ser¨¢n gratuitos en un par de a?os. Ser¨¢n, en realidad ya lo son, los libros de bolsillo del mundo digital. Y las tabletas imperar¨¢n como aparatos universales de uso inform¨¢tico y de lectura¡±.
Hemos perdido la paciencia para esa lectura que favorece pensamientos pausados
Mod cuenta por correo electr¨®nico que medit¨® sus respuestas desde una caba?a sin conexi¨®n a Internet que alquil¨® al norte de Nueva York para leer y escribir sin interrupciones ni tentaciones digitales. Ya lo advert¨ªa el periodista Nicholas Carr en Superficiales. ?Qu¨¦ est¨¢ haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus), ¡°la Red atrae nuestra atenci¨®n solo para dispersarla. Nos centramos intensamente en el medio, en la pantalla, pero nos distrae el fuego graneado de mensajes y est¨ªmulos que compiten entre s¨ª por atraer nuestra atenci¨®n¡±.
El estado natural de nuestro cerebro es distra¨ªdo: excepcionalmente las p¨¢ginas de los libros lograron la haza?a de mantenernos absortos durante horas, pero hoy parece improbable que las p¨¢ginas de los libros digitales vayan a repetirla. Los dispositivos de lectura conectados ponen al usuario en el aprieto de tomar decisiones constantemente: ?hago clic en el enlace? ?Abro el v¨ªdeo? ?Leo los comentarios de otros lectores? ?Recomiendo el libro en Facebook? Un nuevo correo electr¨®nico, ?lo leo ahora o luego? ?Y si echo un vistazo a Twitter o YouTube?
¡°A m¨ª me preocupa que todos queramos lecturas m¨¢s breves y sencillas. Hemos perdido la paciencia para esa lectura que favorece pensamientos pausados y nos transporta a niveles de significado m¨¢s profundos¡±, explica Maryanne Wolf, psic¨®loga experta en lectura y autora de C¨®mo aprendemos a leer (Ediciones B). ?Y qu¨¦ pasar¨ªa si se confirmasen sus temores? ¡°La lectura profunda abarca toda una serie de procesos sofisticados que nos permiten inferir lo que no se dice en el texto a partir de lo que s¨ª se dice. Igualmente importante, nos permite reflexionar cr¨ªtica y anal¨ªticamente sobre lo que est¨¢ escrito para no aceptarlo sin que medie un verdadero pensamiento. Con la lectura profunda podemos trascender lo escrito para alcanzar reflexiones superiores y, en ocasiones, originales. Sin ella, el lector permanece en la superficie del conocimiento y queda a merced de todo lo que lee¡±, explica desde Boston.
Y no es el mejor momento para hacerlo. ¡°Los lectores nunca se han enfrentado a tal cantidad de informaci¨®n ni han estado tan necesitados de lectura cr¨ªtica y anal¨ªtica como ahora. Asusta pensar que los nuevos lectores utilicen el com¨²n denominador de ¡®lo que es m¨¢s popular en n¨²mero de visitas en un servidor de Internet¡¯ como la base de sus opiniones y creencias. No es que la cultura digital sea enemiga de la cultura literaria, pero tiene la capacidad de destruir o erosionar los mejores aspectos de ella: el cerebro capaz de leer con profundidad¡±.
?Desaparecer¨¢ el libro de papel? No, pero evidentemente perder¨¢ relevancia. Y al haber menos libros f¨ªsicos, su m¨¦todo de producci¨®n se adaptar¨¢. Tanto Joaqu¨ªn Rodr¨ªguez como Jos¨¦ Antonio Mill¨¢n coinciden en que predominar¨¢ la impresi¨®n bajo demanda. ¡°Tradicionalmente, el editor imprime y a lo mejor vende. Imprimir despu¨¦s de que la venta se haya producido es una ventaja y el cliente ni siquiera tiene que saber que el libro se est¨¢ generando digitalmente. Esa vieja usanza de la impresi¨®n offset desaparecer¨¢, excepto para grandes tiradas de best sellers¡±, argumenta Rodr¨ªguez. Aparte de los editores, recalca Mill¨¢n, tambi¨¦n los lectores saldr¨¢n ganando. ¡°Encargar una obra en papel para retirar inmediatamente ser¨¢ un excelente servicio. Por ejemplo, el lector podr¨¢ entrar en una web de compra, encargar el libro en impresi¨®n bajo demanda, pagarlo y recogerlo en su barrio, donde habr¨¢ varios puntos, o en una m¨¢quina expendedora, como ya ocurre con las entradas. Es probable que surjan estructuras parecidas porque son buenas para todos¡±.
El 90% de los usuarios de las comunidades online nunca hace ning¨²n tipo de aportaci¨®n,
4 La era de la lectura social. ?C¨®mo hablaremos de libros?
¡°El tema central de la literatura es la sociedad y cuando nos perdemos en un libro recibimos una lecci¨®n sobre las sutilezas y los caprichos de las relaciones humanas. Varios estudios han demostrado que la lectura tiende a hacernos m¨¢s emp¨¢ticos, m¨¢s alerta con las vidas interiores de los dem¨¢s. El lector se abstrae para as¨ª ser capaz de conectar m¨¢s profundamente¡±, escribe Nicholas Carr. Es cierto que hablar de lectura social suena a ox¨ªmoron porque tradicionalmente ¨¦sta ha sido una actividad solitaria. Antes la lectura s¨®lo se hac¨ªa social ¡ªen realidad, m¨¢s social, si atendemos a Carr¡ª cuando cerr¨¢bamos el libro y lo coment¨¢bamos con otras personas, pero en el presente, y cada vez m¨¢s en el futuro, esa sociabilidad estar¨¢ m¨¢s cerca, dentro de los m¨¢rgenes del libro.
El fragmento de Nicholas Carr est¨¢ extra¨ªdo de un texto titulado ¡®The dreams of readers¡¯ perteneciente al libro Stop what you¡¯re doing and read this! y lo han subrayado, informa Kindle, 11 personas. Con las pantallas la lectura estrena una nueva capa de sociabilidad: al leer podemos anotar y exportar nuestras notas, subrayar, a?adir marcadores, compartir fragmentos en el muro de Facebook o comentarios en Twitter y ver qu¨¦ han subrayado, marcado o comentado otras personas que hayan le¨ªdo el mismo libro¡ Bob Stein, pionero del libro electr¨®nico y director del Institute for the Future of the Book, est¨¢ convencido de que sus nietos no concebir¨¢n otra forma de leer: su lectura ser¨¢ siempre en compa?¨ªa.
Tanto Mill¨¢n como Rodr¨ªguez reconocen el potencial de la lectura social, pero rebajan el entusiasmo de Stein apelando al principio 90-9-1 que, al menos por ahora, impera en la cultura digital y que dice que el 90% de los usuarios de las comunidades online nunca hace ning¨²n tipo de aportaci¨®n, el 9% participa comentando, editando y generando contenidos de vez en cuando y el 1% monopoliza la actividad. ¡°Que todo el mundo que lea en un Kindle o Tagus haga subrayado social y comentarios es mucho pensar¡±, cuestiona Mill¨¢n. ¡°Tengo mis dudas emp¨ªricamente contrastadas. Tengo un blog hace mucho tiempo, uso Internet y me meto en muchos sitios, y verdadero di¨¢logo, cr¨ªtica y trabajo cooperativo he encontrado en muy pocos lugares¡±, apunta Joaqu¨ªn Rodr¨ªguez.
5 Menos estanter¨ªas, m¨¢s personas. ?D¨®nde conseguiremos los libros?
Para imaginar lo que ser¨¢ una biblioteca del futuro basta con seguir los pasos de la Biblioteca P¨²blica de Nueva York, instituci¨®n de referencia mundial que se est¨¢ aplicando para que su importancia quede intacta en el siglo XXI. El plan es el siguiente: dos millones de vol¨²menes, que hasta ahora ocupan ocho plantas de su sede central, ser¨¢n trasladados a dos almacenes externos para as¨ª poder crear un nuevo espacio p¨²blico ideado por el arquitecto Norman Foster. Donde antes hab¨ªa estanter¨ªas, habr¨¢ hileras de ordenadores, cafeter¨ªas y zona wifi. ¡°La propia forma de la biblioteca est¨¢ asumiendo esa dimensi¨®n poli¨¦drica donde habr¨¢ espacio para libros, para textos electr¨®nicos, pero tambi¨¦n para muchas otras fuentes diferentes y donde el bibliotecario tendr¨¢ una personalidad distinta¡±, explica Rodr¨ªguez. Ser¨¢ un mediador, en palabras de Cassany. ¡°Hasta hace poco los bibliotecarios han estado muy preocupados por el cat¨¢logo: conseguir fondos para la biblioteca, archivarlos, etiquetarlos con los sistemas universales id¨®neos. Y ahora, como Internet hace accesible toda la informaci¨®n, este trabajo ha perdido inter¨¦s y su d¨ªa a d¨ªa est¨¢ volcado en la atenci¨®n al usuario, la formaci¨®n, lo que se llama alfabetizaci¨®n informacional, es decir, el fomento de esa capacidad de entender en un mundo en el que es m¨¢s complejo hacerlo porque estamos infoxicados¡±.
Y es que acercarse a la biblioteca simplemente para sacar un libro ser¨¢ algo excepcional. Los textos ser¨¢n ¡ªen su mayor¨ªa¡ª digitales y las gestiones online, como ya ocurre en la Biblioteca P¨²blica de Nueva York. Desde el a?o pasado, sus usuarios pueden hacer buena parte de los tr¨¢mites desde la web o desde una aplicaci¨®n instalada en un tel¨¦fono inteligente: buscar en el cat¨¢logo, reservar un t¨ªtulo, renovar un pr¨¦stamo¡ Y si el libro o revista est¨¢ disponible en formato electr¨®nico, puede descargarlo y, cuando termine el plazo, el contenido simplemente desaparecer¨¢ del aparato.
El futuro pertenece a la lectura digital y, por supuesto, a las librer¨ªas online. Las de toda la vida resistir¨¢n solo si cambian. ¡°No pueden seguir aspirando a ocupar el mismo espacio porque obedecen a un modo de producci¨®n que necesitaba que el territorio se irrigara a trav¨¦s de esa red comercial. Si el contenido ya no se distribuye de esa forma, esos espacios no son estrictamente necesarios a no ser que se especialicen y / o multipliquen sus servicios. Las librer¨ªas ya se est¨¢n convirtiendo en espacios m¨¢s convivenciales, donde se busca una lectura social, una presentaci¨®n, una charla. Mientras vayan a eso y entiendan que tienen que utilizar las tecnolog¨ªas digitales, sobrevivir¨¢n¡±, concluye Joaqu¨ªn Rodr¨ªguez.
Libros y blogs
En_l¨ªnea. Leer y escribir en la red. Daniel Cassany. Anagrama. 288 p¨¢ginas. 19,90 euros (electr¨®nico: 14,99).
Superficiales. ?Qu¨¦ est¨¢ haciendo Internet con nuestras mentes? Nicholas Carr. Traducci¨®n de Pedro Cifuentes. Taurus. 344 p¨¢ginas. 19,50 euros (electr¨®nico: 11,99).
Stop what you¡¯re doing and read this! Nicholas Carr. Vintage, 2011. www.nicholasgcarr.com/
C¨®mo aprendemos a leer. Maryanne Wolf. Traducci¨®n de Mart¨ªn Rodr¨ªguez-Courel. Ediciones B. 320 p¨¢ginas. 5,95 euros.
El viento comenz¨® a mecer la hierba. Emily Dickinson. Traducci¨®n de Enrique Goicolea. Ilustraciones de Kike de la Rubia. N¨®rdica Libros. 112 p¨¢ginas. 16,50 euros.
Los futuros del libro. Joaqu¨ªn Rodr¨ªguez. futurosdellibro.com/
Libros y bitios. Jos¨¦ Antonio Mill¨¢n. jamillan.com/
Craig Mod. craigmod.com
H¨¢bitos de lectura y compra de libros en Espa?a 2011. Federaci¨®n de Gremios de Editores de Espa?a (FGEE). www.federacioneditores.org/
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