Los prisioneros eran ganado humano
El Ej¨¦rcito japon¨¦s practic¨® el canibalismo como ¡°una estrategia militar organizada¡± al final de la II Guerra Mundial, concluye Antony Beevor en su ¨²ltimo libro
La II Guerra Mundial todav¨ªa esconde secretos. Durante la investigaci¨®n de su nuevo libro, una historia global del conflicto que publicar¨¢ la semana que viene en Espa?a la editorial Pasado y Presente, el prestigioso historiador Antony Beevor se top¨® con una desagradable sorpresa. El Ej¨¦rcito estadounidense y el australiano prefirieron no divulgar una atrocidad japonesa al final del conflicto: el canibalismo y el uso de prisioneros de guerra como ¡°ganado humano¡±, que eran mantenidos con vida solo para ser asesinados de uno en uno con el objetivo de ser devorados. Esta salvajada form¨® parte, seg¨²n los datos recogidos por el escritor brit¨¢nico, de ¡°una estrategia militar sistem¨¢tica y organizada¡±.
¡°Las autoridades aliadas, comprensiblemente, por temor al horror que esto podr¨ªa causar en las familias de aquellos que murieron en campos de prisioneros, decidieron ocultar los hechos totalmente¡±, explica por correo electr¨®nico Beevor, que se encuentra promocionando en Australia su libro, publicado en junio en ingl¨¦s. ¡°Por ese motivo, el canibalismo no form¨® parte de los delitos juzgados en el Tribunal de Cr¨ªmenes de Guerra de Tokio de 1946¡±.
Como sucedi¨® con el resto de sus libros anteriores, la b¨²squeda de nuevas fuentes y documentos produce sus frutos. Hasta ahora, este historiador brit¨¢nico, que encontr¨® un fil¨®n en los archivos sovi¨¦ticos que comenzaron a abrirse tras la perestroika, hab¨ªa hecho minuciosas descripciones de las batallas de Stalingrado, Berl¨ªn, Creta y el desembarco de Normand¨ªa (todos ellos publicados en Espa?a por Cr¨ªtica, todos ellos best sellers). En La II Guerra Mundial, un volumen de m¨¢s de 1.200 p¨¢ginas, traza un relato global del conflicto, que no empieza con la invasi¨®n de Polonia, sino un mes antes y en el otro lado del mundo, en agosto de 1939, en el r¨ªo Khalkin-Gol. Aquella batalla en la que el Ej¨¦rcito Rojo derrot¨® a los japoneses en Manchuria demostr¨® que Zukhov era uno de los grandes generales sovi¨¦ticos y signific¨® una gran lecci¨®n para Tokio, que abandon¨® su intenci¨®n de abrir un segundo frente en Siberia. Si Stalin hubiese tenido que proteger su retaguardia en Extremo Oriente, el conflicto hubiese sido muy diferente.
La II Guerra Mundial es una fuente infinita de historias y horrores y Beevor rescata muchas en este volumen, desde c¨®mo los nacionalistas chinos sobornaron a las tr¨ªadas de Hong Kong para evitar matanzas de extranjeros hasta la guerra bacteriol¨®gica en Italia. Tras el desembarco aliado, los nazis inundaron grandes extensiones de terreno en Pontino, introdujeron el mosquito anofeles y confiscaron la quinina. Unas 55.000 personas contrajeron la malaria al a?o siguiente.
En su historia sobre el final de la guerra en Asia, N¨¦mesis. La derrota de Jap¨®n 1944-1945, Max Hastings explica que los relatos de las atrocidades que sufrieron muchos prisioneros a manos de los japoneses fueron censurados para evitar que se produjese una espiral de venganzas. De los 132.134 prisioneros de Jap¨®n, murieron 35.756, un 27%. Tanto Hastings como Beevor describen todo tipo de crueldades contra prisioneros de guerra aliados, desde vivisecciones sin anestesia hasta palizas mortales o ejecuciones a bayonetazos, adem¨¢s de trabajos forzados. Sin embargo, el canibalismo organizado va m¨¢s all¨¢ de lo imaginable.
¡°No fueron casos aislados: existi¨® un patr¨®n similar en todas las guarniciones de China y el Pac¨ªfico que se quedaron sin suministros por la Marina estadounidense¡±, explica Beevor, que visitar¨¢ Espa?a a finales de mes y que estar¨¢ en el Hay Festival de Segovia. No existen datos sobre el n¨²mero de prisioneros que pudieron sufrir esa suerte, aunque s¨ª que la mayor¨ªa de los casos ocurrieron al final del conflicto, en Nueva Guinea y Borneo. Las v¨ªctimas fueron locales y soldados papuenses, australianos, estadounidenses y prisioneros indios, que se negaron a combatir con los japoneses. ¡°Los informes lo dejan muy claro: ¡®No fueron incidentes aislados perpetrados por individuos o peque?os grupos en condiciones extremas¡±, explica Beevor, de 66 a?os, militar reconvertido en historiador.
La revelaci¨®n del canibalismo en el Pac¨ªfico se suma al redescubrimiento de las violaciones masivas por parte del Ej¨¦rcito sovi¨¦tico en su avance por Alemania, que describi¨® en Berl¨ªn. La ca¨ªda, 1945. Exist¨ªan muchos testimonios, incluso una de las obras fundamentales sobre la II Guerra Mundial, Una mujer en Berl¨ªn (Anagrama, 2005), lo relataba con una pavorosa mezcla de horror y resignaci¨®n. Este libro, an¨®nimo, hab¨ªa sido publicado en ingl¨¦s en 1954. Pero esa atrocidad no entr¨® a formar parte del acervo de conocimiento popular sobre el conflicto hasta que el ensayo se convirti¨® en un ¨¦xito de ventas.
Un profesor de la Universidad de Melbourne, Toshiyuki Tanaka, hab¨ªa descubierto en los a?os noventa documentos que describ¨ªan casos de canibalismo, pero, seg¨²n su versi¨®n, se trataba de una org¨ªa de muerte de tropas fuera de control, algo similar a lo que ocurri¨® en circunstancias extremas en el sitio de Leningrado, donde 600.000 personas murieron de hambre o a manos de prisioneros rusos que no recib¨ªan ning¨²n tipo de alimentos. Los documentos que ha encontrado Beevor describen algo muy diferente, una nueva vuelta de tuerca en el horror infinito de la II Guerra Mundial.
De la batalla de Creta a la ca¨ªda de Berl¨ªn
- La historiograf¨ªa de las grandes batallas es el frente en el que se ha fraguado el enorme prestigio de Antony Beevor (Londres, 1946), suma de rigor investigativo, calidad literaria y ¨¦xito de ventas (m¨¢s de cinco millones de ejemplares vendidos en 30 idiomas). Con El d¨ªa D. La batalla de Normand¨ªa (Cr¨ªtica, 2009) cerr¨® su monumental tr¨ªptico de la lucha contra el nazismo que completan Stalingrado (1998) y Berl¨ªn. La ca¨ªda, 1945 (2002).
- Este exmilitar que dej¨® las armas por la escritura es tambi¨¦n el art¨ªfice de la completa La guerra civil espa?ola (2005). Beevor concluy¨® en su an¨¢lisis que la ra¨ªz del estallido de violencia en Espa?a en 1936 fue el miedo.
- Otras obras sobre la convulsa Europa de la primera mitad del siglo XX son: La batalla de Creta y Par¨ªs despu¨¦s de la liberaci¨®n: 1944-1949.
- En otro registro, menos maximalista, m¨¢s literario, se mueve El misterio de Olga Chejova, de 2004. Describe la apasionante vida de esta actriz, sobrina de Ch¨¦jov, que huy¨® de la Revoluci¨®n Rusa a Berl¨ªn para trabajar con los maestros del cine mudo hasta convertirse en una de las actrices favoritas de Hitler.
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