Otra comedia de sal¨®n

En el ingenioso y seductor punto de partida de El nombre, adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de Matthieu Delaporte y Alexandre De la Patelli¨¨re de su propia obra teatral, hay algo que recuerda a las estrategias dramat¨²rgicas de Yasmina Reza: en el curso de una cena de amigos, unidos por estrechos v¨ªnculos afectivos y familiares, el anuncio del nombre que recibir¨¢ el futuro beb¨¦ de una de las parejas ¡ªAdolf¡ª desencadenar¨¢ un se¨ªsmo que alterar¨¢ la din¨¢mica del conjunto de relaciones y har¨¢ emerger un soterrado sedimento de reproches, culpas y secretos. No tarda el espectador en descubrir que, aunque la estrategia sea parecida, las maneras son radicalmente distintas y, en este juego de contrastes, la pel¨ªcula de Delaporte y De la Patelli¨¨re pierde el pulso por palpables cuestiones de d¨¦ficit de sutileza, impetuosa gradaci¨®n de los golpes de efecto e imprudente uso del subrayado. Tantos reparos no impiden que esta comedia de sal¨®n, como sus propios autores la definen, concentre la suficiente energ¨ªa como para imantar la atenci¨®n del espectador durante cerca de dos horas de intenso pressing catch social, servido con sentido del espect¨¢culo.

?Las obras teatrales de Yasmina Reza logran algo tremendamente dif¨ªcil: parece que no hablen de nada ¡ªel cuadro blanco de Arte como gran emblema de su po¨¦tica¡ª, pero acaban ahondando en todo, desvelando el iceberg bajo la punta que ha accionado el conflicto. Con un pr¨®logo que abusa de ese modelo de narraci¨®n impositiva y avasalladora que populariz¨® Jean-Pierre Jeunet, El nombre deja claro que juega en otra liga y que la elegancia no forma parte de su repertorio expresivo.