De Brecht a Eurovegas
La arquitectura-ficci¨®n inspira los trabajos de varios artistas Jordi Colomer hace una parodia de las ciudades paradisiacas
Tres delincuentes huyen de la polic¨ªa y quedan varados en un desierto. Como no pueden volver atr¨¢s ni seguir adelante, deciden fundar ah¨ª mismo una ciudad dedicada al placer, al juego y la diversi¨®n. La llaman Mahagonny, ¡°la ciudad trampa¡±, porque esperan ¨Cy consiguen¡ªesquilmar a clientes e incautos. Este es el inicio de la obra Auge y ca¨ªda de la ciudad de Mahagonny, obra musical y dura cr¨ªtica al capitalismo que escribi¨® Bertolt Brecht en 1930. Pero a algunos la idea no les pareci¨® tan descabellada. Un a?o despu¨¦s se legaliz¨® el juego en el estado de Nevada, en EE UU, y empez¨® el ascenso de la ciudad de Las Vegas, hasta entonces una peque?a poblaci¨®n en el desierto donde repostaban agua los viajeros. Se construyeron lujosos casinos y hoteles. Corr¨ªa el dinero (el negro, el limpio), no se pagaban impuestos, la prostituci¨®n era legal y divorciarse algo tan f¨¢cil como pedir un c¨®ctel al borde de la piscina. Una d¨¦cada m¨¢s tarde Las Vegas era considerada ya la capital mundial del entretenimiento.
?Una ciudad del juego en el desierto? La historia se repite, pero no del todo. Est¨¢ la utop¨ªa y su reverso, la distop¨ªa. En Los Monegros, zona des¨¦rtica aragonesa, se proyect¨® la ciudad del juego Gran Scala, con 32 casinos, 70 hoteles y seis parques tem¨¢ticos. Con 17.000 millones de euros de presupuesto, deb¨ªa estar acabada en 2014. Hoy no hay nada m¨¢s en esos terrenos que un paisaje ¨¢rido y seco, y un pueblo, Farlete, que se qued¨® como el de Bienvenido Mister Marshall. El artista Jordi Colomer ha tenido en cuenta estas tres historias para su instalaci¨®n titulada Prohibido cantar. Obra did¨¢ctica para la fundaci¨®n de una ciudad paradisiaca, inaugurada en Matadero Madrid, dentro del programa Abierto X Obras. En una especie de patio trasero en la oscuridad hay varias pantallas con v¨ªdeos que recogen la historia de Eurofarlete. Una furgoneta llega con una serie de personajes; el fuerte viento levanta el polvo, pero ellos empiezan a montar tenderetes precarios. ?Hagan juego! Unos magos que parecen trileros, una provocativa mujer-anuncio sobre una fr¨¢gil tarima, otra mujer en una cabina como si fuera una taquilla. Los clientes son los habitantes de Farlete. ¡°A lo largo de mi carrera me he interesado por el urbanismo y la arquitectura, pero tambi¨¦n por la distancia entre el proyecto imaginado y su realizaci¨®n¡±, afirma Colomer. ¡°Eurofarlete es una ciudad dist¨®pica. Lo que me hace gracia ahora con el proyecto de Eurovegas es que todo el mundo se ha puesto a imaginar y especular con lo que va a suceder all¨ª. Y no se sabe nada, no hay planos, ni una sola imagen, nada. En realidad esperaba el resultado de esa operaci¨®n para realizar este proyecto, pero el de Monegros es igualmente rico en planes delirantes. Desde el principio me pareci¨® evidente la vergonzosa similitud con el Mahagonny de Brecht¡±.
Hay algo en el ser humano que le lleva a imaginar fabulosos edificios, monumentos, ciudades. Arquitectura y fantas¨ªa suelen ir de la mano. ¡°Mi trabajo no es documental, me parecen m¨¢s efectivos los l¨ªmites de la ficci¨®n. Si algo coincide este trabajo con Eurovegas es en la forma en la que se proyectan deseos e ilusiones¡±, dice Colomer.
Otros artistas como ¨¦l vienen realizando proyectos en torno a las ruinas contempor¨¢neas. Edificios o conjuntos arquitect¨®nicos abandonados a medio hacer. Restos y secuelas de la burbuja inmobiliaria. El culto al ladrillo. En lugar del cartel en construcci¨®n, la exposici¨®n que se inaugura el 28 de septiembre en el Espai de Castell¨®n, cuelga el de En suspensi¨®n. Se re¨²nen obras de tres artistas: el venezolano (residente en Madrid) Alexander Ap¨®stol, la brasile?a Cinthia Marcelle y el mexicano H¨¦ctor Zamora. En casi todo el mundo hay abortos arquitect¨®nicos. ¡°En Caracas hay m¨¢s ficci¨®n en la arquitectura formal, con proyectos fastuosos, locos y alejados de la realidad, que los que surgen de forma espont¨¢nea forzados por la realidad¡±, apunta Ap¨®stol, con obras como Skeleton Coast (2005), huesos de hormig¨®n de un complejo de hoteles costeros, o el proyecto Residente Pulido y sus diversas series como Invasi¨®n y Ranchos (chabolas).
Con todo, a veces resulta dif¨ªcil analizar ciertas situaciones, como la que ha desencadenado estas semanas la pol¨¦mica con el Le¨®n de Oro de la Bienal de Arquitectura de Venecia, otorgado a la Torre David, un rascacielos okupado en Caracas premiado como ejemplo de ¡°tolerancia y concordia social¡±. Qued¨® terminado por fuera, con una lujosa fachada acristalada, y desnudo por dentro: sin ascensor o barandillas para sus 45 plantas. La violencia, conflictividad y precariedad que viven sus cerca 3.500 habitantes dista mucho de esa id¨ªlica concordia. Los sue?os arquitect¨®nicos tambi¨¦n producen pesadillas.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.