Mon¨®logo espa?ol en Sitges
'Lo imposible', de Bayona se proyecta en el festival catal¨¢n tras su estreno en Toronto El certamen presenta el tr¨¢iler de 'Los ¨²ltimos d¨ªas', con Quim Guti¨¦rrez y Jos¨¦ Coronado
La jornada de hoy en el certamen catal¨¢n de cine de Sitges ha tenido un sabor inequ¨ªvocamente local. Por un lado la presentaci¨®n de la ¨²ltima pel¨ªcula de los hermanos Pastor, la esperada Los ¨²ltimos d¨ªas, que ¨Ca juzgar por el tr¨¢iler- puede ser la gran esperanza patria del pr¨®ximo a?o: un filme visualmente irreprochable (las im¨¢genes de esa Barcelona desierta y desolada son poderos¨ªsimas) donde Quim Guti¨¦rrez y Jos¨¦ Coronado intentar¨¢n dar el do de pecho. Los ¨²ltimos d¨ªas, por buscar referentes cercanos, suena a La carretera tanto como a Soy leyenda pero parece dispuesta a bucear en una suerte de mitolog¨ªa propia. Al menos eso es lo que uno puede apreciar en dos minutos, habr¨ªa que ver un poco m¨¢s para confirmar las primeras impresiones pero si se puede apostar a algo a priori parece que la criatura de los hermanos Pastor va a morder en la taquilla como si fuera un le¨®n.
Por otro lado se proyecta Lo imposible, de la que lleva habl¨¢ndose tanto desde su estreno en Toronto que parece dif¨ªcil a?adir algo m¨¢s. El nuevo filme de Juan Antonio Bayona, el director de ese terremoto financiero (en positivo) que fue El orfanato, vuelve a demostrar aqu¨ª su pericia narrativa y su perfecto dominio del tempo cinematogr¨¢fico, instrumentos que le van a llevar ¨Cen un futuro muy cercano y si a este le apetece- a dirigir obras de envergadura al otro lado del Atl¨¢ntico, sabiendo como se sabe que Hollywood lleva cant¨¢ndole al o¨ªdo desde hace un par de a?os y que Bayona encarna a ese tipo de realizador (joven, comprometido y con talento) que la Meca del cine trata de pescar desde que el mundo es mundo.
La historia de la familia espa?ola que vio como el tsunami de 2004 cambiaba sus vidas para siempre se convierte en manos del realizador en un tour de force dram¨¢tico donde abruma esa media hora inicial en la que Bayona demuestra que a ¨¦l esto del cine le va como anillo al dedo. Un arranque tan espectacular que por simple comparaci¨®n empeque?ece el resto del filme pero que le da sopas con onda a cualquier otra visualizaci¨®n de la descomunal rabia que puede exhalar el oc¨¦ano que se haya visto jam¨¢s en la pantalla grande.
Y despu¨¦s del doblete (en p¨ªldora y manjar respectivamente) una pel¨ªcula que promet¨ªa algunas alegr¨ªas y que se queda a medias: Robot & Frank. Es la historia de un anciano al que le ponen de ni?era un robot con el que el jubilado (un impresionante Frank Langella) empieza a tejer una relaci¨®n que va m¨¢s all¨¢ del simple apego al cuidador. Cuando esto sucede la pel¨ªcula entra en una din¨¢mica de comedia notable que ¨Clamentablemente- acaba dando paso a un dram¨®n sin oficio ni beneficio con un final tan endeble que casi es imposible recordar c¨®mo empez¨®. Y es una l¨¢stima porque el precepto y el propio Langella acog¨ªan en su interior tanto potencial que malgastarlos a ambos en pos de un desenlace tan fofo es ¨Ccasi- un delito. Parece un virus en el Hollywood de hoy en d¨ªa: forzar al espectador a sentir lo que al director de turno le de la gana. Lamentablemente ¨Cpara ellos- los seres humanos vehiculan sus emociones como a ellos les da la gana. Quiz¨¢s deber¨ªan ir tomando nota.
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