Merecerlo
A veces la ¨²nica virtud de un premio es que obliga al ganador a merecerlo, aunque sea a posteriori. Acostumbrados a ver las trayectorias de mucha gente con talento venirse abajo por el peso de la p¨²rpura, que dec¨ªa la cursi expresi¨®n, nos olvidamos de que un buen premio fuerza a alguien inteligente a pugnar por hacer m¨¦ritos para justificarlo. El Nobel de la Paz para Obama fuera como darle el de Literatura a un chaval tras esbozar su primer cuento escolar, EE UU ha mantenido una contenci¨®n b¨¦lica internacional apreciable, aunque solo sea por comparativa con la presidencia anterior. La par¨¢lisis internacional ante la guerra en Siria tiene muchos eslabones, equilibrios geopol¨ªticos, alianzas de hierro y la sospecha de que los excesos en ambos bandos perturban una abierta participaci¨®n.
Si finalmente la resoluci¨®n para mirar hacia Mal¨ª y su territorio ca¨ªdo en manos del integrismo isl¨¢mico, sirve para evitar que se cree otro rinc¨®n medieval, estaremos salvando la vida y el futuro de tantas Malalas, la ni?a paquistan¨ª convertida ya en un s¨ªmbolo de las cotas que puede alcanzar la salvaje iluminaci¨®n dogm¨¢tica, capaz de justificar el asesinato de una menor como un recurso sagrado. La Uni¨®n Europea est¨¢ capitaneada por los reyes de la ausencia, por especialistas en mirar para otro lado y as¨ª nos va.
En el culebr¨®n sobre Julian Assange ha cobrado m¨¢s relevancia la visita en su encierro de Lady Gaga a invitaci¨®n de M.I.A. que cualquier iniciativa oficial europea. Nadie parece capaz de corregir el empecinamiento brit¨¢nico. A Cameron se le acumula la tarea, puede que resuelva el derecho a decidir de los escoceses con bastante m¨¢s cabeza y esp¨ªritu democr¨¢tico que nuestros dirigentes espa?oles y eso que en su caso una derrota le obligar¨ªa hasta cambiar de nombre, porque seguirse llamando Reino Unido sonar¨ªa a chiste. Hace poco el abogado Beltr¨¢n Gamblier propon¨ªa que Assange recibiera un salvoconducto brit¨¢nico para desplazarse a la Embajada de Ecuador en Estocolmo y all¨ª someterse a la justicia sueca sin renunciar a su deseo de protegerse de los desmanes jur¨ªdicos que tan habitualmente presenciamos. El Nobel de la Paz puede ser una excusa para no seguir mirando hacia otro lado.
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