Sombras de la adolescencia

En una de las primeras secuencias de Animals, el osito de peluche que funciona como compa?ero daim¨®nico, voz de la conciencia (ensimismada) o amigo imaginario del protagonista comenta que le gustan especialmente todas aquellas historias cuyo h¨¦roe es capaz de transformarse por la fuerza de su deseo. Lo que ocurre es que el debut en el largometraje de Mar?al For¨¦s transcurre en ese territorio donde los deseos se perciben m¨¢s inflamados que nunca, pero tambi¨¦n adoptan formas ambiguas, difusas, a veces inaprensibles: la adolescencia. Animalses una pel¨ªcula ambiciosa: parece abrir su discurso en voz baja, aplicando una mirada delicada sobre las perplejidades existenciales de Pol (Oriol Pla), adolescente condicionado por un desencuentro perpetuo e innegociable con su hermano polic¨ªa.

Pero, al llegar al desenlace, el espectador, un tanto fatigado, puede quedarse con la impresi¨®n de que Animals ha aspirado a ser algo as¨ª como la gran pel¨ªcula sobre las l¨ªneas de sombra que uno cruza entre la infancia y la madurez (si es que las cruza). El conjunto no logra estar a la altura de esas aspiraciones, pero Animals revela voluntad de estilo, sensibilidad no siempre bien modulada y un repudio a las frases hechas que, a ratos, deja de mantenerse alerta: los lazos expl¨ªcitos que el cl¨ªmax final mantiene con Elephant (2003), de Gus Van Sant, no juegan a favor de la propuesta de For¨¦s.

La pel¨ªcula hace repetida referencia a la novela gr¨¢fica Black hole, de Charles Burns, una obra perturbadora y l¨²cida que llevaba el fulgor po¨¦tico como una segunda piel y donde algunas constantes de representaci¨®n del g¨¦nero fant¨¢stico se vinculaban, de manera casi lynchiana, con las mutaciones del cuerpo adolescente. El uso de Black hole pone en evidencia las debilidades del proyecto de Mar?al For¨¦s: una pel¨ªcula que busca desesperadamente acu?ar su propia poes¨ªa sin lograrlo, dando palos de ciego a referentes heterog¨¦neos con m¨¢s arbitrariedad que rigor.

Con una factura impecable y un reparto que no convierte la pantalla en fluida zona de transacciones emocionales, Animals anuncia una carrera prometedora, pero la fuerza de su deseo no la transforma en obra redonda.