El aliado
Les propongo un juego. Sustituyan cada raci¨®n de espacio y tiempo que sus medios de comunicaci¨®n favoritos dediquen a la concesi¨®n del Bal¨®n de Oro a Messi de aqu¨ª al pr¨®ximo enero por la lectura de la Enciclopedia Brit¨¢nica. Si logran perseverar en ese canje tendremos un pa¨ªs lleno de parados, pero al menos de alta riqueza intelectual. Y cuando vean al genial futbolista levantar el trofeo en portadas, noticiarios y bloguer¨ªa independiente sabr¨¢n quiz¨¢ que el oro empez¨® a trabajarse para dotar de esplendor a ciertos objetos casi cinco mil a?os antes de Cristo. El oro seduce desde antiguo.
El espect¨¢culo deportivo ha sido considerado alternativamente v¨¢lvula de escape social, pilar de valores humanistas y cortina de humo. Pero lo que ha sido realmente es un aliado. Un aliado imprescindible para cierta manera de hacer negocios. El deporte permit¨ªa colocar por delante de cualquier tejemaneje una aleaci¨®n enternecedora, esforzada y honesta. El enorme negocio en torno al ciclista Armstrong provoca que seamos obligados a recibir como sorpresa lo que fue un secreto a voces. Hasta patrocinadores como el servicio de correos norteamericano, que bautizaba al US Postal, se preguntan si no era tan culpable el dopaje de dinero como el de EPO. Amarillo oro fue su maillot de l¨ªder. Tambi¨¦n en fotograf¨ªa un ba?o de amarillo transmite calidez y acomodo. Aunque en los animales depredadores la coloraci¨®n amarilla delata alta toxicidad de sus venenos.
En el juicio que se sigue contra I?aki Urdangar¨ªn es muy posible que su estatura real e institucional no permitan ver lo m¨¢s importante. Que detr¨¢s hay una manera de hacer, ll¨¢mese impune, donde el deporte pone la cara y otros el bolsillo. La esforzada instrucci¨®n del juez Jos¨¦ Castro ya ha dejado perlas como la inversi¨®n p¨²blica bajo contratos de confidencialidad. El dinero que ahora tanta falta hace manaba rumbo a acontecimientos deportivos que eran puro festejo. Sin rigor ni transparencia, alzamos la patria del comisionista. Convencidos por el tratamiento singular de los medios de comunicaci¨®n estos derroches eran a nuestros ojos actos celestiales. Un pringue de intermediarios, detentadores de derechos, patrocinios y familiares con carisma cuyo reguero solo deja una respuesta a la pregunta b¨¢sica: ?y todo esto qui¨¦n lo paga? Usted.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.