Pasi¨®n de indiferencia
'Canci¨®n err¨®nea' incide en algunas obsesiones inconfundibles, como el bestiario gamonediano o la somatizaci¨®n de la vida en cuanto pasi¨®n in¨²til
Canci¨®n err¨®nea
Antonio Gamoneda
Tusquets. Barcelona, 2012
160 p¨¢ginas. 14 euros
As¨ª como hay autores que se dan a conocer al calor de alg¨²n movimiento o grupo, otros, como Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931), alcanzan notoriedad a despecho de las ordenaciones canonizadoras colectivas. Esto no siempre es elecci¨®n suya, sino que suele obedecer a circunstancias cuya explicaci¨®n no tiene cabida en esta rese?a, escrita a s¨ªlabas contadas. En este caso concreto, el poeta surgido en 1960, con Sublevaci¨®n inm¨®vil, estaba a¨²n por cocer y, tras largo tiempo sin publicar, su reconocimiento hubo de esperar hasta Descripci¨®n de la mentira (1977), un libro singular donde se alzaba una voz generadora de extra?as resonancias oraculares y magn¨¦ticas, de una enunciaci¨®n prof¨¦tica, sin iron¨ªas ni cautelas emocionales de ning¨²n tipo. Quince a?os despu¨¦s se iniciar¨ªa, como un tif¨®n cuyos or¨ªgenes nadie hubiera previsto, el ciclo de la muerte: tres t¨ªtulos extraordinarios sobre el acabamiento f¨ªsico, que el poeta crey¨® vislumbrar en Libro del fr¨ªo (1992) ¡ªa mi juicio el mejor de los suyos¡ª, al que habr¨ªan de seguir Arden las p¨¦rdidas (2003) y, ahora, esta Canci¨®n err¨®nea.
El libro en cuesti¨®n tuvo alg¨²n anticipo en Extrav¨ªo en la luz (2008), con grabados de Juan Carlos Mestre. Ah¨ª figuraba el estremecedor poema ¡®Canci¨®n err¨®nea¡¯, que, aunque con numerosas variantes, ha pasado a esta obra, a la que presta su t¨ªtulo general. En ¨¦l, el autor se presenta como un vagabundo por estercoleros de Cantamilanos (Le¨®n), pisando la luz que alumbra detritos, huellas de mendigos, desechos hospitalarios, en pos de la serenidad ante la muerte. El lema de la serenidad indiferente hab¨ªa quedado ya establecido en Libro del fr¨ªo: ¡°no tengo miedo ni esperanza¡±. La ausencia de miedo y de esperanza ante la desaparici¨®n est¨¢ a menudo referida en Canci¨®n err¨®nea (¡°sin miedo ni esperanza / cesar¡±), versi¨®n de la divisa nec spe nec metu que hizo suya Felipe II a partir de Cicer¨®n y S¨¦neca y que recorre el lomo de la literatura universal; una empresa muy pr¨®xima a la del remate de un epigrama de Marcial (X, 47): ¡°no temer / ni anhelar el postrer d¨ªa¡± (en traducci¨®n de Juan de Iriarte). Esta determinaci¨®n negativa, expuesta con la contumacia de quien portara una buena nueva, atrae parad¨®jicamente la atenci¨®n de un lector que reh¨²ye por lo com¨²n el encuentro con las postrimer¨ªas, pero no puede sustraerse a mirarlas de reojo. Para Gamoneda la vida es ¡°ir / de la inexistencia / a la inexistencia¡±, todo ello sin un sentido finalista: ¡°haber / vivido sin / saber para qu¨¦ y / morir sin / saber para qu¨¦¡±; y al igual que Lucrecio pretende encontrar esa especie de ataraxia o pasi¨®n de la indiferencia que resulta, no obstante, desmentida en ambos por el tremor conmovedor de sus respectivos versos (y en el caso del latino, por su suicidio, que ¨¦l consideraba muestra evidente de apego a la vida).
Como los otros dos libros de esta trilog¨ªa, Canci¨®n err¨®nea incide en algunas obsesiones inconfundibles: el bestiario gamonediano (avefr¨ªas col¨¦ricas, termes ciegos, gallinas sin esperanza, moscas hambrientas, vacas silenciosas, p¨¢jaros atormentados), la somatizaci¨®n de la vida en cuanto pasi¨®n in¨²til, con sus humores, secreciones, heces (¡°Amo los c¨ªrculos / grasientos del dolor y las ra¨ªces / de los tumores l¨ªvidos. // Amo este cuerpo viejo y la sustancia / de su miseria cl¨ªnica¡±), o la sostenida recurrencia a la luz que se abre al abismo. A esa luz de la agon¨ªa apunta la ¨²nica cita de este volumen de poemas versiculares, no titulados ni numerados: ¡°La luz es el primer animal visible de lo invisible¡± (verso de Lezama que tambi¨¦n us¨® Valente para p¨®rtico de Material memoria). Muchos poemas dialogan con artistas (poetas, pintores, escultores¡), en ocasiones de manera expl¨ªcita para el lector, otras veces no, si no fuera porque en las ¡°Notas y confidencias¡± se alude a esta circunstancia, as¨ª como a la secuencia caprichosa de las composiciones y a la reiteraci¨®n de expresiones procedentes de otros libros suyos (y que ya est¨¢n insertas lapidariamente en la memoria de sus lectores). Esos elementos centr¨ªfugos apenas tienen capacidad de dispersar el sentido, pues el ensimismamiento de Antonio Gamoneda no admite otra cosa que este mon¨®logo retumbante y ca¨ªdo a sus adentros, en el que no es ya que las palabras no signifiquen nada (¡°las palabras carecen de significado¡±), sino que significan precisamente nada.
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