Porque...
El acierto de pasar la escoba ideol¨®gica en los medios de comunicaci¨®n, de retocar el reparto en las tertulias y proporcionar perfiles m¨¢s favorecedores para las pol¨ªticas conservadoras se entiende mejor que nunca en v¨ªsperas de la huelga general. Se rebaja el mosqueo ante recortes y privatizaciones y se extiende esa afirmaci¨®n que patent¨® con genialidad Moncho Alpuente: "La situaci¨®n es alarmante, pero no preocupante". La opini¨®n mayoritaria es que esta huelga es inoportuna, inservible y poco pr¨¢ctica. Y as¨ª un mont¨®n de gente desmotivada no ir¨¢ a la huelga porque no encuentra razones. Pero las razones son como las nubes, para verlas hay que levantar la vista del suelo.
Huelga y sindicalismo suenan a instrumentos del siglo XIX en pleno XXI. Algo as¨ª como un paisano con un arado de bueyes en la nave Discovery de 2001 de Kubrick. Al d¨ªa de hoy las jornadas de huelga provocan cierta melancol¨ªa y lo m¨¢ximo que fuerzan es a alg¨²n locutor de las noticias a inmolarse con vileza. Muchos empresarios son los principales afectados por la situaci¨®n y una jornada de paro es algo que sumar a sus problemas. Pero en una entrevista estupenda de Miguel ?ngel Noceda con el presidente de la patronal, Joan Rosell, llamaba la atenci¨®n que insistiera en que la huelga era inoportuna e inadecuada y hasta repetitiva. Sin embargo, sobre los tambores independentistas en Catalu?a se situaba en una posici¨®n neutral y afirmaba que faltaba informaci¨®n y sobraba propaganda. Me temo que sobre la situaci¨®n financiera y laboral de los espa?oles pasa algo similar: falta informaci¨®n y sobra propaganda. Y sobra miedo y manipulaci¨®n tambi¨¦n.
Despu¨¦s de a?os de tratar de sensibilizar a la clase dirigente y a la c¨²pula bancaria y judicial sobre el drama de los desahucios, ha hecho falta que se sentimentalice el asunto, con l¨¢grimas y muertos, para arrancar un compromiso. Pero el m¨¦rito ha estado en la protesta y la resistencia, en la insumisi¨®n social hacia lo rematadamente injusto. La huelga es solo eso, una exigencia de rigor, de autocontrol, un l¨ªmite m¨ªnimo a los depredadores, una nota al pie en los informes que reciben las autoridades europeas sobre nuestro umbral de resistencia al dolor. Queremos cuadrar las cuentas pero seguir vivos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.