Cumbre del G-8, G¨¦nova, julio de 2001: la pel¨ªcula
¡®Diaz¡¯, de Daniele Vicari, reconstruye la violencia policial contra el movimiento antiglobalizaci¨®n La acci¨®n de los agentes acab¨® con 25 de ellos condenados en los tribunales
Fueron cuatro minutos. Aunque le parecieron una eternidad. Tumbado, en posici¨®n fetal, Chabier Nogueras aguant¨® los porrazos que le propinaban los agentes. Era la noche del 21 de julio de 2001, G¨¦nova acog¨ªa una reuni¨®n del G-8, y unos 400 polic¨ªas irrumpieron en la escuela Armando Diaz, supuestamente en busca de los black block con los que se hab¨ªan enfrentado en los d¨ªas previos. Pero all¨ª solo dorm¨ªan 93 ¡°personas claramente inermes¡± ¡ªseg¨²n dir¨ªa el Supremo finalmente¡ª, entre ellos el activista aragon¨¦s.
No era un nido de anarquistas, sino la sede del Genova Social F¨®rum (una organizaci¨®n que coordinaba a los movimientos de manifestantes). Dio igual. Se llevaron golpes, traumas cr¨ªticos, pulmones perforados y fracturas. Las paredes de la escuela se cubrieron de sangre. Y la polic¨ªa italiana se manch¨® con ¡°la mayor suspensi¨®n de los derechos democr¨¢ticos en un pa¨ªs occidental desde la Segunda Guerra Mundial¡±, en palabras de Amnist¨ªa Internacional. Sobre esa p¨¢gina negra pone sus focos Diaz. No limpi¨¦is esta sangre, el filme de Daniele Vicari que se estrena el pr¨®ximo 10 de mayo en Espa?a.
En realidad, la historia ¡ªy la pel¨ªcula¡ª empieza antes. R¨ªos de manifestantes de todo el mundo se congregaron en G¨¦nova del 19 al 22 de julio de 2001 para protestar contra la globalizaci¨®n y los ocho hombres m¨¢s poderosos del planeta. La aplastante mayor¨ªa lo hizo con marchas pac¨ªficas. Pero unos pocos escogieron el enfrentamiento con la polic¨ªa. Los choques con los miles de agentes desplegados por el Gobierno de Berlusconi se saldaron con un muerto, el joven Carlo Giuliani. ¡°Las cargas policiales fueron de una crudeza que no nos pod¨ªamos imaginar. Hab¨ªa un clima de miedo, acoso y exageraci¨®n. Parec¨ªa que los agentes contemplaran la posibilidad de que hubiera muertos¡±, recuerda Andr¨¦s Padilla, otro activista que se desplaz¨® a G¨¦nova. En esta atm¨®sfera, en una ciudad blindada, los antidisturbios acudieron a la Diaz en busca de culpables y, quiz¨¢s, venganza.
¡°Fue un momento ¨²nico. Cientos de polic¨ªas mantuvieron, bajo la mirada de las c¨¢maras, un comportamiento que negaba el Estado de derecho¡±, asegura Vicari. Y as¨ª lo reflej¨® en el filme: con algunas im¨¢genes reales, y sobre todo con secuencias que no dejan mucho espacio para la imaginaci¨®n. ¡°Puede que sea una pel¨ªcula, pero no es ficci¨®n¡±, defiende la web del largometraje. As¨ª, Diaz muestra como los 93 que dorm¨ªan en la escuela fueron apaleados (y, algunos, llevados a la comisar¨ªa de Bolzaneto y ¡°torturados¡±, como dej¨® claro en 2008 la primera sentencia sobre esos sucesos) sin que hubiese acusaciones ni pruebas contra ellos. De hecho, el Supremo italiano denunci¨® en 2012 ¡°el odioso comportamiento de quien, en posici¨®n de mando, una vez descubierto que el registro hab¨ªa acabado en masacre injustificable, decidi¨® insistir en las detenciones creando una serie de circunstancias falsas¡±.
Ya desde la primera instancia judicial qued¨® demostrado, por ejemplo, que los agentes hab¨ªan introducido en la Diaz dos c¨®cteles molotov, requisados en los d¨ªas previos, para usarlos como pruebas. Sin embargo, esa primera sentencia conden¨® a nueve polic¨ªas aunque absolvi¨® a toda la cadena de mando. ¡°La justicia truncada¡±, titul¨® La Repubblica.
Hubo que esperar hasta la apelaci¨®n, de 2010, y la sentencia definitiva del pasado julio para llegar a un veredicto que Nogueras considera ¡°exitoso¡±. El tribunal de apelaci¨®n elev¨® las condenas a 25 de los 28 imputados, entre ellos algunos de los jefes de la polic¨ªa: por lesiones, a los agentes, y por sus testimonios falsos, a los directivos. El Supremo confirm¨® finalmente esta vuelta de tuerca.
A sentencias y actas se remiti¨® Vicari para su versi¨®n ¡°cero novelizada¡± de lo ocurrido. Bastante cruda era ya la realidad. ¡°Parec¨ªa una construcci¨®n contra los agentes. Pero luego vi que los relatos de los testigos coincid¨ªan perfectamente, incluso con lo declarado por algunos polic¨ªas¡±, recuerda. A eso Vicari a?adi¨® las entrevistas a 50 testigos, entre v¨ªctimas y agentes. Y con Ana, una activista alemana que aparece en el filme, cuyo testimonio le dej¨® impactado: ¡°Fue tan fuerte que pens¨¦ que tal vez no fuera justo rodar la pel¨ªcula¡±.
Otra joven alemana fue la raz¨®n por la que Diaz arranc¨®. ¡°Tras el primer juicio dijo que jam¨¢s volver¨ªa a Italia. Pens¨¦ que la cosa iba conmigo, que era mi pa¨ªs¡±, cuenta Vicari. La idea acababa de nacer. Faltaba el dinero. Y solo lleg¨® tras decenas de noes. ¡°En Italia nadie quer¨ªa hacer este filme. Era la primera vez que a Domenico Procacci [el productor] ni le le¨ªan el guion que enviaba¡±. Prueba de ello es que una historia tan italiana acabe saliendo con una coproducci¨®n internacional. Y otro indicio es la circular con la que el Ministerio de Interior oblig¨® a los polic¨ªas italianos a no hacer declaraciones sobre Diaz.
¡°Ninguno de los condenados pidi¨® jam¨¢s disculpas¡±, cuenta Laura Tartarini, abogada que ha asistido a las v¨ªctimas en toda su odisea judicial. Aunque el jefe de la polic¨ªa, Antonio Manganelli (fallecido el pasado 20 de marzo), afirm¨® tras la sentencia definitiva que hab¨ªa llegado ¡°el momento de las excusas a los ciudadanos que han sufrido da?os, y a los que, confiando en esta instituci¨®n, la han visto en dificultad¡±. A estas declaraciones se remite la polic¨ªa italiana para todas las dem¨¢s cuestiones, relacionadas con lo sucedido en G¨¦nova, que este peri¨®dico le plante¨® en un correo electr¨®nico.
Finalmente, Ruman¨ªa y Francia financiaron a Vicari. Mientras que Italia, seg¨²n el director, respald¨® a los agentes de la irrupci¨®n, aunque fuera con su silencio: ¡°Detr¨¢s de esa masa de polic¨ªas no basta con pensar que hubiera una orden. Estaban convencidos de que el pa¨ªs estaba con ellos. Con una sociedad civil alerta jam¨¢s lo hubiesen hecho¡±. Para Vicari la clave es una ¡°p¨¦rdida de confianza mutua entre ciudadanos e instituciones¡±. ¡°La impotencia de los Gobiernos para detener las protestas hace que aparezca la polic¨ªa. Pero si cada problema social pasa a ser de orden p¨²blico, la democracia ya no tiene sentido¡±, agrega el cineasta.
Sobre eso, y unos cuantos asuntos m¨¢s, el director quiere hacer reflexionar al espectador: ¡°Espero que la gente entre en la sala con dos preguntas y salga con 200¡±. Aunque, entre tantas dudas, existe el riesgo de que una acabe siendo: ?acaso la polic¨ªa es un enemigo? De eso, y de una reproducci¨®n algo superficial ha sido acusado Vicari por sus (pocos) cr¨ªticos.
De torturas, en cambio, fueron acusados los que irrumpieron en la Diaz y terminaron su trabajo en Bolzaneto. Pero ese delito no existe en la legislaci¨®n italiana. As¨ª que los agentes fueron imputados por lesiones graves. Un crimen m¨¢s leve, que ya ha prescrito. Ninguno de los polic¨ªas condenados pisar¨¢ la c¨¢rcel, aunque fueron apartados de empleos y cargos p¨²blicos durante cinco a?os.
Por ello, Chabier Nogueras a¨²n sigue peleando. Ha acudido, junto con otras v¨ªctimas, al Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, para pedir que Italia tipifique el delito de tortura. La Corte admiti¨® a tr¨¢mite en enero su recurso y dio tres meses al pa¨ªs transalpino para aclarar los sucesos de G¨¦nova. Tambi¨¦n hay otros frentes abiertos: el juicio por lo ocurrido en la comisar¨ªa de Bolzaneto terminar¨¢ en mayo. Y luego arrancar¨¢ la causa civil, para las compensaciones en dinero a las v¨ªctimas. ¡°Me importa que se establezca la verdad hist¨®rica¡±, cuenta el activista. Porque muchas heridas se cicatrizan. Pero cuatro minutos de palizas, 12 a?os despu¨¦s, siguen doliendo.
Babelia
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