Hay que venir al Sur

Comedia flamenca que flirtea con la incorrecci¨®n pol¨ªtica en su primer tramo para reajustar su tono en direcci¨®n a una amabilidad condicionada por lo previsible, Hasta la vista (en castellano en el original) se inscribe dentro de una dispar corriente de pel¨ªculas que reacciona contra una molesta ¡ªy mentirosa¡ª inercia de representaci¨®n. La pel¨ªcula de Geoffrey Enthoven habla, sin demasiados tapujos, de la sexualidad de los individuos con alguna discapacidad f¨ªsica, apropi¨¢ndose de la mec¨¢nica de las comedias juveniles de desvirgamiento, variante road movie, y enfrent¨¢ndose a la larga e insistente tradici¨®n que ha ba?ado de sentimentalidad el arquetipo, neutralizando sus extremos m¨¢s problem¨¢ticos. El esp¨ªritu no est¨¢ lejos de lo que, en varios de sus trabajos, propone la obra de Albert Espinosa, pero Enthoven no logra el equilibrio entre heterodoxia y poder de seducci¨®n mainstream del autor de No me digas que te bese porque te besar¨¦ (2008), cuya cursiler¨ªa siempre encuentra el contrapeso de un personal¨ªsimo toque de audacia y extra?eza.

Hasta la vista narra el viaje que emprenden tres j¨®venes belgas ¡ªun invidente, un parapl¨¦jico y un enfermo de par¨¢lisis cerebral con c¨¢ncer¡ª en direcci¨®n a un burdel espa?ol, al parecer especializado ¡ªen el extremo m¨¢s improbable del guion¡ª en atender a clientes con alg¨²n tipo de discapacidad. En la caracterizaci¨®n del parapl¨¦jico Lars (Gilles De Schrijver), Enthoven se esfuerza en bloquear toda corriente de empat¨ªa: es un personaje caprichoso, cruel, ego¨ªsta y, a ratos, insoportable. Pero la hoja de ruta de Hasta la vista hacia el coraz¨®n ¡ªy la aceptaci¨®n del gran p¨²blico¡ª no contempla recorrer m¨¢s territorios de incomodidad que los estrictamente necesarios: de hecho, la pel¨ªcula, ganadora de la Espiga de Oro en la Seminci, podr¨ªa ser el paradigma del modelo de trabajos nacidos para obtener el premio del p¨²blico en el circuito de festivales. Su ejecuci¨®n es correcta, su mec¨¢nica es de manual de guion y su buenismo se camufla bajo un espejismo de atrevimiento.