¡°La situaci¨®n actual ha convertido a la Declaraci¨®n de los Derechos Humanos en un documento revolucionario¡±
Paul Laverty, guionista de ¡®La parte de los ¨¢ngeles¡¯, eterna pareja art¨ªstica de Ken Loach, habla de su vuelta a la comedia, ¡°porque la vida tiene risas y sombras, y para vida y comedia, ¡®El verdugo"
Al otro lado de la l¨ªnea, en lo que uno sospecha una ma?ana fr¨ªa en Edimburgo, se oye una voz jovial. Es la de Paul Laverty (Calcuta, 1957). Estos meses ha vuelto a su Escocia del alma, a que sus hijos ¨Csuyos y de su pareja, Iciar Bollain, que le acompa?a- pasen all¨ª el a?o escolar, y por eso promociona desde la lejan¨ªa La parte de los ¨¢ngeles, premio del jurado en Cannes, el d¨¦cimo guion que escribe junto a su otra pareja de hecho, Ken Loach, y la vuelta a la comedia de un d¨²o que deber¨ªa prodigarse m¨¢s en este g¨¦nero. Con su habitual timbre risue?o, Laverty arranca con las preguntas por la familia, por los EREs que sacuden Espa?a; despu¨¦s de sus frases en espa?ol atrompiconado, llega la entrevista, y entonces el guionista pide permiso para hablar en ingl¨¦s: no por los muchos a?os vividos en Espa?a ¨Cadem¨¢s del tiempo pasado en Nicaragua, El Salvador y Guatemala en pro de los derechos humanos antes de dedicarse al cine- Laverty se siente c¨®modo en el castellano. Para el placer puede que lo use, pero para el trabajo prefiere su idioma materno. Esta charla dur¨® 30 minutos y la primera respuesta dur¨® 20: de enlazar temas, respuestas y argumentos se encarg¨® Laverty, que cuando cierra ese mon¨®logo largo se da cuenta del discurso. ¡°Ay, que me he lanzado¡¡±.
El primer fin de semana del estreno en Espa?a de La parte de los ¨¢ngeles demuestra que Loach tiene su p¨²blico en Espa?a: en d¨¦cimo lugar del top 20 con 169.581 euros, su promedio por sala ha alcanzado los 2.874 euros, una cifra estupenda, que confirma que las salas se han llenado para ver c¨®mo cuatro chavales de la calle, que se conocen cumpliendo una condena de trabajos sociales, intentan robar un car¨ªsimo whisky. Puede que la gente necesite re¨ªr. ¡°Claro que s¨ª, pero la comedia no es un g¨¦nero cinematogr¨¢fico menor, y mucho menos banal. Cuando me hablan de comedia, pienso que la vida tiene risas y sombras, y para vida y comedia, El verdugo. F¨ªjate todo lo que abarca la pel¨ªcula de Berlanga. Es cierto que Ken y yo ven¨ªamos de un proyecto muy muy duro, Route Irish, sobre la guerra y sus consecuencias, y que necesit¨¢bamos cierto respiro. Sin embargo, al final acabamos hablando de nuestros temas, no podemos eludir la realidad actual [lo mismo les pas¨® con Looking for Eric, por mucho que el protagonista fuera una exestrella del f¨²tbol como Eric Cantona]. Y record¨¦ que cuando yo estuve en el paro no me pas¨¦ el d¨ªa hundido. En general me ha quedado una memoria de cierta diversi¨®n. No digo que no hubiera drama, pero s¨ª que le pudo la risa. As¨ª que ah¨ª ten¨ªa el tono del guion. Por otro lado estaba el whisky. Es la bebida nacional en mi pa¨ªs, una bebida por cierto compleja, de larga fabricaci¨®n, y me atra¨ªa la idea de meterlo como motor de la trama. Un d¨ªa estuve con Ken charlando con un experto en whisky, y ten¨ªa tres botellas: en total su valor ascend¨ªa a 100.000 libras esterlinas [m¨¢s de 123.000 euros]. ?Te lo puedes imaginar? No s¨¦ si sonaba m¨¢s a estupidez o a arrogancia. ?C¨®mo puede valer una bebida tanto? Eso me interesaba. Por otro lado quer¨ªa hablar de la esperanza. Me preguntan mucho por el final, que la gente califica de feliz. ?Feliz? Pi¨¦nsalo un momento: los tiempos est¨¢n tan mal, que conseguir un trabajo es hoy en d¨ªa un final feliz. Cuando nos documentamos para La parte de los ¨¢ngeles y hablamos con los chavales de la calle en Glasgow, los aut¨¦nticos protagonistas de la historia, descubr¨ª que muchos viv¨ªan en el no future. No ten¨ªan planes de futuro, ni lugar para la esperanza. No planeaban un ma?ana, ni posibilidades de conseguir un trabajo. Por su historial no ten¨ªan acceso a puestos. Y eso lo expulsaba de la sociedad. Sus expectativas son baj¨ªsimas y no pasan del d¨ªa a d¨ªa. Hace ya m¨¢s de 70 a?os de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos, y su art¨ªculo 23 arranca con este punto: ¡®Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elecci¨®n de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protecci¨®n contra el desempleo¡¯. Pues llevamos siete d¨¦cadas sin cumplirlo. El sistema actual se ha cepillado un documento, la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos, que hoy en d¨ªa parece revolucionario. Parece que habla de una entelequia abstracta, cuando deber¨ªa cumplirse como un listado de m¨ªnimos en todos los pa¨ªses¡±.
Laverty enlaza su discurso de un tema a otro, de forma org¨¢nica. Cree que el p¨²blico espa?ol entender¨¢ la cultura del whisky ¡°porque al igual que en Francia, existe una tradici¨®n bien arraigada sobre el vino, de parecidos ecos al amor de los escoceses a su bebida¡±. Y antes de acabar vuelve a las risas para reflexionar sobre su futuro con Ken Loach (quien ayer renunci¨® al Premio a toda una carrera del festival de Tur¨ªn por el deterioro de la situaci¨®n econ¨®mica y gerencial del Museo Nacional del Cine en Italia): ¡°Es que Ken ya tiene una edad [76 a?os]... Pero no tenemos visos de parar. Hasta donde ¨¦l llegue, hasta que diga basta, estar¨¦ a su lado¡±. Los viejos rockeros¡
Babelia
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