Liquidaci¨®n por fin de existencias
'Aventura!', de Alfredo Sanzol, es un cuento moral sobre el ¡°estado de crisis¡±, una comedia arriesgada, divertid¨ªsima, trist¨ªsima, levantada con mano maestra y soberbiamente interpretada por el equipo de T de Teatre
Aventura!, la nueva comedia de Alfredo Sanzol, por segunda vez con las/los T de Teatre, se estren¨® en Temporada Alta y acaba de recalar en el Lliure. Es su segunda obra ¡°larga¡± (es decir, no epis¨®dica): la primera fue Cusc¨²s y churros, en sus comienzos, en Cuarta Pared. Sanzol sigue trabajando con escenas muy cortas, pero la estructura es plenamente cl¨¢sica: planteamiento, nudo, desenlace. Aventura! es una comedia agridulce (m¨¢s agri que dulce) sobre el ¡°estado de crisis¡± y los fantasmas que detona. Un mundo que se hunde y la cr¨®nica de su desintegraci¨®n moral. S¨ª, una ¡°comedia moral¡±, en el mismo sentido que le daba Rohmer.
Seis socios de una firma indeterminada han decidido vender el negocio a un empresario chino. Crisis general, crisis personal, crisis de la mediana edad. ¡°Estamos en mitad del puente: no podemos dar marcha atr¨¢s y nos asusta avanzar¡±, dice uno de ellos. Son, escribe Sanzol (y es muy buen resumen), ¡°personajes paralizados por el miedo, que acaban haciendo cosas que no har¨ªan nunca¡±. La traducci¨®n al catal¨¢n, impecable, es de Sergi Belbel. Un universo que ha de resultarle conocido, porque no est¨¢ muy lejos de Despu¨¦s de la lluvia. En el primer tercio, empapado por un creciente sentimiento de deriva, vamos a conocer las relaciones entre ellos. Dudas, peque?as conspiraciones, movimientos sin ¨¦xito. La venta inminente genera planes de huida: la posibilidad de comenzar una nueva vida. Huidas hacia atr¨¢s, hacia la juventud perdida. ¡°??ltimamente no ten¨¦is la sensaci¨®n de que beb¨¦is m¨¢s?¡±, pregunta ?ngels. ¡°Yo me lo tomo como un relajante muscular¡±, dice N¨²ria. Fantas¨ªas campestres. Ligues de dos noches, sin demasiado impulso: la mortuoria excursi¨®n al dolmen de Marc y Elisa. Por hacer algo, por no decir que no. Nuria dice: ¡°Necesito creer que todav¨ªa puedo sorprenderme a m¨ª misma¡±. Tranquila, guapa, no tardar¨¢s en comprobarlo.
La monda en patinete ser¨ªa una buena definici¨®n, y cuando la vean sabr¨¢n por qu¨¦ lo digo
De Aventura! lo ¨²nico que no me acaba de convencer es su t¨ªtulo: todo lo dem¨¢s que me lo envuelvan, que me lo llevo. Sanzol ha corrido el riesgo de la sutileza, del avance lateral, del atreverse a huir de lo esperado, y lo esperado parece ser la trepidaci¨®n sin tregua que parece exig¨ªrsele hoy a la comedia. La funci¨®n es divertid¨ªsima, vaya eso por delante, porque Sanzol siempre lo es. La monda en patinete ser¨ªa una buena definici¨®n, y cuando la vean sabr¨¢n por qu¨¦ lo digo. Siguen tambi¨¦n, inoxidables, su capacidad para la observaci¨®n, para la detecci¨®n de las turbulencias subterr¨¢neas: la conversaci¨®n en Ibiza, cuando advertimos que ellas est¨¢n dispuestas a lo que sea con tal de seducir al chino, o la escena, brev¨ªsima, aparentemente ¡°de transici¨®n¡±, en la que se infiltra una p¨¦rdida (la distancia con los hijos) mientras, en la superficie, Marc poda un bons¨¢i.
Aventura! me recuerda mucho a las novelas de los sesenta de Garc¨ªa Hortelano. Burgueses en tiempo muerto (verano, preferiblemente), tiempo de espera, mientras el cielo se carga de tormenta. Lasitud, deriva. Parejas que se tambalean. Todo en sordina, sin grandes tragedias. Un poco tambi¨¦n el tono de En la ciudad, de Cesc Gay, tan pr¨®ximo al universo de T de Teatre. Todo juega a la hora de alzar la atm¨®sfera de Aventura! El despacho cinemasc¨®pico en v¨ªas de desmantelaci¨®n, ese gran espacio vac¨ªo, emblema de las v¨ªsperas de cierre, soberbiamente creado por Alejandro And¨²jar e iluminado por Carlos Lucena, parece evocar la triste fiesta en el hangar de Gene Hackman de La conversaci¨®n, de Coppola. Por un lado pienso que a la funci¨®n quiz¨¢s le ir¨ªa mejor un escenario m¨¢s peque?o, pero ¨¦ste condensa y expresa tan bien la idea central y es tan deslumbrante¡ Otro riesgo, otro riesgo asumido. Y de nuevo los sesenta, ecos de Mancini en la m¨²sica que firma Fernando Vel¨¢zquez, otro c¨®mplice habitual, a caballo entre el lounge lujoso y la comedia de esp¨ªas, la m¨²sica de la aventura so?ada, idealizada, cosmopolita, cascabelera y esquinada de peligros impalpables.
Es una historia de amor y es un adi¨®s a todo eso; es una reafirmaci¨®n y es un misterio.
Poco a poco parece instalarse un aire oriental. Llegamos al nudo: la cena. Ah¨ª relumbra el talento de Sanzol para las mutaciones inesperadas. Comienza como un pasaje de Ayckbourn o Reza, un caos creciente, un nudo nervioso, montar y desmontar la mesa, casi slapstick, y ah¨ª llegan el chino Lee y su int¨¦rprete, y los dos actores no fuerzan nada, no subrayan nada, esa es la clave del gag, y hasta que un accidente genera un estallido de deseo mudo: muy Kitano, muy Wong Kar Wai, y que me perdonen los que detestan lo que llaman citas (o, peor, ¡°referencias¡±) y yo llamo y llamar¨¦ siempre ecos y puentes. O tradici¨®n.
Est¨¢n eminentes todos los int¨¦rpretes, ligeros, gracios¨ªsimos, cada vez m¨¢s maestros, Mamen Duch, Marta P¨¦rez, Carme Pl¨¢, Albert Ribalta, Jordi Rico, pero yo tengo una debilidad reiterada por ?gata Roca, que aqu¨ª se sale de gracia, de emoci¨®n y de encanto, con un personaje, el de Sandra, que parece escrito a su medida. Hay, vuelvo a lo mismo, algo profundamente sensentino en esa actriz, en esa alquimia constante de levedad y melancol¨ªa, algo entre Audrey Hepburn y Catherine Spaak, ese llevar invisibles zapatos de tac¨®n como si caminara descalza por una playa: Mihura le hubiera escrito comedia tras comedia. En el nudo, en la cena, Sandra se convierte en la inesperada protagonista de Aventura!: ese es el regalo oculto de la funci¨®n. Y mi problema, porque no puedo contar aqu¨ª los pormenores del desenlace: ya lo descubrir¨¢n. Puedo hablar del espl¨¦ndido tono de comedia rom¨¢ntica (a Sanzol le bastan seis o siete frases) del di¨¢logo en el aeropuerto. Y de la extraordinaria manera en que va a contarnos c¨®mo los compa?eros de Sandra pasan del rechazo a la aceptaci¨®n de su propuesta, y los pestilentes argumentos que buscan para justificarse. Extrema mixtura de sensaciones: te r¨ªes y te causa un asco indecible, el mismo que provocaba el ¨²ltimo viaje de Cr¨¦sida. Asco por ellos, por los hip¨®critas, porque el ep¨ªlogo puede ser condena y puede ser liberaci¨®n. Para m¨ª es c¨ªnico y es rom¨¢ntico, es una historia de amor y es un adi¨®s a todo eso; es una reafirmaci¨®n y es un misterio. Hay que saber mucho para escribir as¨ª. Hay que saber mucho de la vida y de la escritura dram¨¢tica. Y de la direcci¨®n. Solo un ejemplo, quintaesencial: la despedida de Sandra. La acotaci¨®n del texto dice, simplemente: ¡°Sandra, sola en el escenario. Coloca las sillas en su sitio y recoge un poco las cosas antes de marcharse¡±. No dice nada de lo que se construye con eso, nada del ritmo, del silencio que se adensa en el escenario y en la platea, de la desolaci¨®n en la mirada de ?gata Roca, ni de c¨®mo centellean sus ojos un minuto m¨¢s tarde. Gran, m¨²ltiple trabajo.
Aventura! Texto y direcci¨®n de Alfredo Sanzol. Int¨¦rpretes: ?gata Roca, Mamen Duch, Marta P¨¦rez, Carme Pl¨¢, Albert Ribalta, Jordi Rico. Teatre Lliure. Barcelona. Hasta el 30 de diciembre.
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