Secreto tras la puerta

En Platillos volantes (2003), la pel¨ªcula m¨¢s austera y radical de un ?scar Aibar que no ha dejado de sorprender y alterar sus registros tras el debut problem¨¢tico que supuso Atolladero (1995), un pay¨¦s narraba, con desparpajo coloquial, el aterrizaje de un ovni en su huerto ante el c¨¢ndido asombro de unos j¨®venes aficionados a la ufolog¨ªa. El bosc parece emanar de esa secuencia: una mas¨ªa, una puerta dimensional y la Guerra Civil como tel¨®n de fondo son los dispares elementos que maneja Aibar sin recurrir a la distancia ir¨®nica, ni al ya gastado choque c¨®mico entre costumbrismo espa?ol y claves fant¨¢sticas percibidas como algo ajeno, inasumible para una mirada condicionada por a?os de tradici¨®n realista.

Albert S¨¢nchez Pi?ol adapta su relato El bosc, incluido en el libro Les edats d¡¯or, tomando decisiones razonables para adensar las relaciones entre sus personajes. Se pierde por el camino algo del controlado humor del original y se subraya demasiado ¡ªen especial con la llegada de los brigadistas¡ª el sentido ¨²ltimo de la historia: que todos somos el Otro del Otro y que una Guerra Civil, m¨¢s que conflicto de otredades, es encrucijada de prejuicios. La pel¨ªcula entra en la tradici¨®n abierta por El esp¨ªritu de la colmena (1973) y mutada en El espinazo del diablo (2001) y El laberinto del fauno (2006) y logra romper inercias de representaci¨®n y caracterizaci¨®n referidas a ese periodo hist¨®rico. Podr¨ªa ser un buen episodio de Twilight Zone o Historias para no dormir, pero es una pel¨ªcula ins¨®lita, fresca y sorprendente que confirma la sana anomal¨ªa del toque Aibar.