B¨¦lgica hace examen de conciencia
M¨¢s de 25.000 jud¨ªos y 352 gitanos fueron deportados de Malinas a Auschwitz Un nuevo museo rastrea en el colaboracionismo y en la resistencia de los belgas
"Querido Henri: estamos bien, en un vag¨®n de ferrocarril que probablemente nos lleve a Holanda¡±. Blanche Zybert ten¨ªa 13 a?os y la letra, y la esperanza, a¨²n infantiles. Escribi¨® a l¨¢piz sobre un papel rudimentario una nota tranquilizadora y, el 21 de septiembre de 1943, la arroj¨® desde el tren que le llevaba desde Malinas (B¨¦lgica) a Auschwitz-Birkenau, el campo de exterminio montado por los nazis en territorio polaco. Alguien la recogi¨® y la envi¨® a una direcci¨®n de Bruselas, atendiendo al ruego de la ni?a. Hoy puede leerse en el Kazerne Dossin, el museo sobre el Holocausto y los Derechos Humanos que se ha inaugurado hace unas semanas en Malinas y que se complementa con un centro de documentaci¨®n y un memorial situados en el antiguo cuartel que sirvi¨® como estaci¨®n hacia el ¨²ltimo viaje.
?Otro museo sobre la Shoah? S¨ª y no. El Kazerne Dossin destripa el caso belga: el papel de colaboracionistas y resistentes a los invasores nazis, la persecuci¨®n de jud¨ªos y gitanos y el lugar central que desempe?aron las dependencias militares de Dossin en la deportaci¨®n de 25.836 personas. Todas con el mismo destino que Blanche: Auschwitz. Casi todas con el mismo final: apenas sobrevivieron 1.250 (el 4,8%).
La industria del exterminio fue patrimonio alem¨¢n, pero algunos pa¨ªses ocupados actuaron con siniestra complicidad, germinada sobre el odio a los jud¨ªos. En Federico S¨¢nchez se despide de ustedes, Jorge Sempr¨²n recuerda que en el cementerio jud¨ªo de Pinkas, en Praga, est¨¢n enterrados restos de los perros que los cristianos arrojaron durante siglos para profanar el lugar de los muertos. En B¨¦lgica tambi¨¦n ech¨® ra¨ªces el antisemitismo, aunque la comunidad jud¨ªa no era tan amplia como en otros pa¨ªses del este. Malinas, equidistante entre Bruselas y Amberes, donde resid¨ªan casi todos, fue elegida por los alemanes como punto de partida de los trenes de la muerte. Ten¨ªan la infraestructura perfecta junto a las v¨ªas: un cuartel construido por orden de la emperatriz Mar¨ªa Teresa de Austria.
Malinas fue elegida como punto de partida de los trenes de la muerte
Lo de los gitanos fue cosa belga. En el museo puede leerse este texto an¨®nimo enviado el 21 de abril de 1940 a la polic¨ªa: ¡°Una banda de gitanos de lengua alemana se ha instalado en Stembert. Son una banda de ladrones y sucios repulsivos. La situaci¨®n es intolerable. La polic¨ªa deber¨ªa ponerlos en un campo de concentraci¨®n¡±. Seg¨²n Herman Van Goethem, conservador del Kazerne Dossin y profesor de Historia contempor¨¢nea en la Universidad de Amberes, formaban peque?os grupos de extrema pobreza que proced¨ªan de otros pa¨ªses. Cuando la vida comenz¨® a depender del racionamiento se agrand¨® el rechazo a los gitanos, bocas extranjeras que rivalizaban por los alimentos. ¡°En 1941 fue la administraci¨®n belga la que tom¨® la iniciativa de deportarlos y orden¨® a la polic¨ªa que los arrestase¡±, explica Van Goethem, que lleva 30 a?os investigando sobre la Segunda Guerra Mundial en su pa¨ªs y que ha trasladado su conocimiento a este museo (¡°es mi libro¡±), financiado por el Gobierno de Flandes.
La diferenciaci¨®n ¨¦tnica, que no exist¨ªa en B¨¦lgica hasta que los alemanes introdujeron el concepto para identificar a los jud¨ªos, se aplic¨® a partir de entonces a los gypsies, que se registran como ¡°raza¡±. Del cuartel de Dossin parten 352 gitanos hacia Auschwitz, entre ellos la numerosa familia de Joseph Karoli y Elisabeth Warsha, noruegos asentados en Flandes desde 1922. De los 11 hijos deportados, se salvaron dos.
De carn¨¦s antropom¨®rficos y tarjetas de n¨®madas se han extra¨ªdo las fotos de los gitanos que se han integrado en un gigantesco mural, que trepa por cada planta del museo, donde figuran 19.000 fotos de las 25.836 v¨ªctimas que pasaron por Malinas. ¡°Es una respuesta contra la deshumanizaci¨®n del Holocausto¡±, advierte Marjan Verplancke, responsable de educaci¨®n del centro, que no renuncia a contar en el futuro con im¨¢genes e identidades de todos.
Poner cara y nombre al dolor, al valor y a la crueldad, a la B¨¦lgica obe?ssante y a la rebelde, es un acto de justicia y una lecci¨®n de humildad. ¡°Nos diferenciamos de otros museos porque tambi¨¦n analizamos a los perpetradores, qui¨¦nes fueron y por qu¨¦ pudieron hacerlo. No son retratados como demonios, estamos de acuerdo en que fueron malas personas, pero lo que nos interesaba era analizar por qu¨¦ personas normales como usted o como yo pueden cometer esa violencia¡±, se?ala Herman Van Goethem.
Empezando por el rey Leopoldo III, colaboracionista durante la ocupaci¨®n entre 1940 y 1944. Casi nadie pag¨® por la complicidad con los alemanes, excepto doce personas ejecutadas al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Hasta 1942 la indiferencia hacia la suerte de los jud¨ªos fue generalizada entre la sociedad belga, alentada por el hecho de que la poblaci¨®n estaba convencida de que Alemania ganar¨ªa la guerra y de que los jud¨ªos estaban siendo expulsados de Europa. ¡°La participaci¨®n belga fue una especie de realpolitik. Aunque la colaboraci¨®n de Flandes con los alemanes fue much¨ªsimo m¨¢s notable que la de los valones¡±, puntualiza el historiador.
Con excepciones. Leo Claeys, polic¨ªa de Amberes, se neg¨® a practicar detenciones de jud¨ªos en su distrito. En lugar de ello, avisaba a las familias que figuraban en la lista para que pudieran esconderse. En junio de 1942 Jules Coelst, alcalde de Bruselas, protest¨® contra la distribuci¨®n de las estrellas de David porque atentaban contra ¡°la dignidad de cada persona, quienquiera que sea¡±. ¡°Sus ejemplos ponen el punto de esperanza en el museo, demuestran que en estos contextos tambi¨¦n hay posibilidades de negarse¡±, precisa Marjan Verplancke. Las familias belgas escondieron a 30.000 perseguidos durante los a?os de plomo. A veces las estad¨ªsticas llevan un relato endiablado dentro: al finalizar la guerra segu¨ªan vivos el 55% de los jud¨ªos de B¨¦lgica. En Holanda, apenas lo hicieron el 25%.
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