Ni?os
Hitchcock nos ofreci¨® en Cortina rasgadauna terrible demostraci¨®n de lo dificultoso que puede ser quitar la vida a un ser humano si no hay armas de fuego por medio. Un ama de casa de Alemania Oriental y un cient¨ªfico norteamericano, ninguno de ellos expertos en asesinar, golpean, asfixian, apu?alan, introducen la cabeza en un horno, al polic¨ªa que ha descubierto su espionaje. Pero el organismo de este resiste y tarda en morir un rato que al espectador le resulta tan brutal como insoportable. Imag¨ªnense a la v¨ªctima. Santiago Roncagliolo me cont¨® que los militantes de Sendero Luminoso ten¨ªan ordenes de utilizar piedras y cuchillos para cargarse al enemigo, con la implicaci¨®n que debe imponer la cercan¨ªa. Aseguran los libros de historia que al observar la alteraci¨®n psicol¨®gica de los soldados alemanes despu¨¦s de ejecutar en Polonia una matanza a tiros de jud¨ªos, Himmler decide inventar el as¨¦ptico exterminio de las c¨¢maras de gas.
Consecuentemente, pienso que es m¨¢s f¨¢cil y sobre todo c¨®modo cargarse a la gente a distancia. Y para ello necesitas armas de fuego. Si cualquiera puede disponer de ellas, si no hay ninguna ley que te lo proh¨ªba, si forma parte de una tradici¨®n gloriosa, si est¨¢ protegido por la Segunda Enmienda, si eso forma parte de la inviolable defensa y seguridad de los ciudadanos de pie ante la amenaza y el peligro, seguiremos alucinando con las repetidas masacres en la tierra de la abundancia de aquellos que se sienten encolerizados con el mundo y disponen de los medios para vengarse. Y ya puede soltar l¨¢grimas Obama. Ser¨ªa m¨¢s pr¨¢ctico que impusiera su poder para prohibir la barbarie de tener en tu casa un arsenal de instrumentos de muerte.
?Qui¨¦n puede asesinar ni?os? Ser¨ªa c¨®modo pensar que solo los tarados, el demonio, el mal aislado. Pero tambi¨¦n los matan las bombas at¨®micas, los efectos colaterales de las guerras. Y sus verdugos no est¨¢n locos.
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