El secreto mejor guardado de China
Las excavaciones en el yacimiento de los guerreros de terracota contin¨²an deparando sorpresas, pero nadie se atreve a abrir la tumba del emperador. Podr¨ªa ser mortal
Los arque¨®logos que trabajan en la tumba del primer emperador de China, Qin Shihuang, conocen bien los sentimientos de frustraci¨®n y temor que provoca estar frente al mayor descubrimiento de la era moderna... y no poder tocarlo. ¡°Es como tener un regalo empaquetado en casa, saber que dentro est¨¢ lo que m¨¢s ans¨ªas, y no poder abrirlo¡±, comenta uno de los t¨¦cnicos.
No es para menos. El mausoleo del hombre que unific¨® el Imperio del Centro se mantiene intacto desde hace m¨¢s de 2.200 a?os en el interior de una pir¨¢mide de tres pisos y 76 metros de altura, cubierta de tierra y preservada por un complejo sistema de drenaje. Aunque no se sabe en qu¨¦ condiciones se encuentran los cuerpos del emperador y de su corte, y uno de los responsables de las excavaciones de los guerreros de terracota, Duan Qingbo, considera que se habr¨¢n podrido; escritos antiguos detallan c¨®mo su interior esconde tesoros de valor incalculable que seguramente se han mantenido en tan buen estado como las 6.000 estatuas encontradas hasta ahora. Pero los libros tambi¨¦n describen trampas que podr¨ªan dificultar la apertura de la cripta.
Los cient¨ªficos, que este mes han dado con un conjunto de 10 edificios que abarcan 690 metros de largo y 250 metros de ancho, no se pronuncian al respecto, pero los indicios podr¨ªan confirmar un mito que bien podr¨ªa justificar una nueva entrega de Indiana Jones. Se ha encontrado gran cantidad de mercurio que, seg¨²n los expertos, podr¨ªa haber sido utilizado para simular r¨ªos dentro del palacio y que, ahora, por su toxicidad, resultar¨ªa especialmente nocivo para quien entrase.
Adem¨¢s, los planos que han dibujado los arque¨®logos chinos usando avanzadas t¨¦cnicas de volumetr¨ªa subterr¨¢nea hacen pensar que el complejo funerario, cuya distribuci¨®n tampoco est¨¢ clara, guarda todo tipo de sorpresas desagradables, incluidas flechas que se disparar¨ªan solas. A juzgar por el revestimiento de cromo encontrado en las que portan algunas de las figuras descubiertas hasta ahora, historiadores como Guo Zhikun, uno de los principales estudiosos de la tumba de Qin, aseguran que las armas podr¨ªan ser todav¨ªa totalmente funcionales. ¡°Los artesanos que construyeron las trampas pusieron ballestas de forma que si alg¨²n saqueador entraba, fuese disparado inmediatamente¡±.
En cualquier caso, el Gobierno no quiere correr ning¨²n riesgo y se niega a conceder todav¨ªa los permisos para investigar la pir¨¢mide y el palacio de Qin. Pek¨ªn considera que no existe tecnolog¨ªa suficientemente avanzada como para asegurar que el interior no se vea afectado con la apertura, y prefiere esperar al momento adecuado. Entre carcajadas, los t¨¦cnicos de las excavaciones reconocen que no les gustar¨ªa ser los primeros en entrar. ¡°A saber lo que hay ah¨ª dentro¡±.
Donde s¨ª contin¨²an las excavaciones es en las cuatro gigantescas naves habitadas por miles de figuras ancestrales. All¨ª, cada poco tiempo los arque¨®logos desentierran, con el mimo propio de una madre y la precisi¨®n de un cirujano, nuevas esculturas que todav¨ªa se esconden en el subsuelo. Sucedi¨® en junio, cuando desenterraron 120 figuras de soldados, acr¨®batas y trovadores, que acompa?an a Qin en un mausoleo que parece no tener fin.
Un campesino dio por casualidad con el primero de los yacimientos en 1974 y, desde entonces, los arque¨®logos han dejado al descubierto m¨¢s de 6.000 figuras, todas ellas diferentes, de un total estimado en unas 8.000. Pero el ej¨¦rcito de terracota es solo la punta del iceberg de uno de los mayores descubrimientos de la era moderna, y contin¨²a el debate sobre lo que realmente se oculta bajo el suelo.
Incluso hay quien duda que las figuras representen a hombres de guerra. Jiu Jiusheng, historiador y estudioso del conjunto, asegur¨® en un informe que se trata de sirvientes, guardaespaldas, y parte de la corte del sanguinario emperador. Teor¨ªas, sin duda, no faltan. De momento, seg¨²n los expertos, lo ¨²nico seguro es que Qin mand¨® construir su tumba poco despu¨¦s de hacerse con la corona del pa¨ªs, y en ella pretend¨ªa continuar disfrutando de los privilegios del emperador incluso en el m¨¢s all¨¢.
Y vaya si lo ha conseguido. A pesar de que el tiempo es un enemigo formidable, como atestiguan las heridas que han sufrido muchos de los soldados y de los caballos que ya han visto la luz decapitados o tullidos, sorprende el buen estado en el que se han conservado las figuras. En las ¨²ltimas que han sido desenterradas incluso se ha salvado gran parte del color original, un hecho que otorga a¨²n mayor realismo a un ej¨¦rcito que, 2.200 a?os despu¨¦s de haber recibido tal misi¨®n, contin¨²a guardando los restos del padre de China. Tambi¨¦n sigue, por cierto, aportando una fuente sin fin de ingresos.
No importa cu¨¢ntas veces se hayan visto en fotograf¨ªas. Al natural, los guerreros de terracota de Xi¡¯an ponen la piel de gallina y bien valen los casi 20 euros de la entrada.Lo que m¨¢s impacta es la sensaci¨®n de presenciar un yacimiento arqueol¨®gico que est¨¢ vivo, y que posiblemente no revele todos sus secretos jam¨¢s. Definitivamente, hace falta que vaya un Indiana Jones del siglo XXI.
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