Por los ojos de una cupletista

La vida de Anita Delgado, bailarina del Central Kursaal madrile?o, maharan¨ª de Kapurtala (en la India brit¨¢nica), tiene un musical, en espera de quien lo escriba. Tambi¨¦n la de Mar¨ªa Conesa, tiple c¨®mica castellonense, musa de la revoluci¨®n mexicana, que le cort¨® a Pancho Villa en p¨²blico un bot¨®n de su guerrera. El musical de la vida de Raquel Meller, figura estelar de la canci¨®n de entreguerras, ofrece al espectador de la acogedora sala TribuE?e una gozosa inmersi¨®n en el t¨²nel del tiempo. Hugo P¨¦rez, director y autor del texto, utiliza los recursos estil¨ªsticos de aquella ¨¦poca para recrear, a modo de estampas, pero con viva iron¨ªa, algunos de los episodios m¨¢s significativos de la vida de la Meller y un ramillete de joyas de su injustamente olvidado repertorio, entre las cuales, El ahorcado (cupl¨¦ macabro que para s¨ª quisieran la Alaska y los Pegamoides de Quiero salir) y La violetera, plagiada por Chaplin en Luces de la ciudad.

TribuE?e, teatro de repertorio, a la manera rusa, creado hace una d¨¦cada por los directores Irina Kuberskaya, de la generaci¨®n del teatro independiente, y Hugo P¨¦rez (Madrid, 1974), produce poco y durable en la era del usar y tirar. La muy disputada carrera que han mantenido por el primer puesto en esta votaci¨®n Por los ojos de Raquel Meller y Siglo de Oro, siglo de ahora (otro musical de factura propia y enraizado en la tradici¨®n hispana, hecho tambi¨¦n por un equipo de direcci¨®n y de actores joven estable), nos hace pensar en que el futuro de nuestro musical no tiene porqu¨¦ pasar necesariamente por los t¨ªtulos de ¨¦xito en Londres y Nueva York, y menos a¨²n por sus franquicias.