Marcha prenupcial

La nueva comedia estadounidense parece estar expiando sus faltas mis¨®ginas, reajustando su mirada sobre lo femenino con ecos de esa tradici¨®n screwball que, en los a?os treinta y cuarenta, demostr¨® que la guerra de sexos pod¨ªa ser, entre otras cosas, un campo de juegos. Si La boda de mi mejor amiga integr¨® en el cat¨¢logo Apatow, con la debida complicidad de Kristen Wiig y Annie Mumolo, modulaciones de la inmadurez en ejemplares de sexo homogam¨¦tico, en Despedida de soltera el t¨¢ndem de productores formado por Will Ferrell y Adam McKay parece proponer la respuesta acelerada a ese singular punto de inflexi¨®n. Adaptaci¨®n de la obra teatral Bachelorette a cargo de la propia autora, la debutante Leslye Headland, Despedida de soltera es menos agresiva de lo que, probablemente, so?aba ser y no logra zafarse del influjo t¨®xico de la comedia rom¨¢ntica ¡ªde hecho, el gueto que, de un tiempo a esta parte, el g¨¦nero ha habilitado para el p¨²blico femenino¡ª. No obstante, la pel¨ªcula encuentra, a trav¨¦s de una agradecida concisi¨®n narrativa, un notable equilibrio entre su muy contempor¨¢nea procacidad verbal y su cl¨¢sica estructura narrativa.

En Despedida de soltera, un grupo de amigas que no deb¨ªa de ocupar ning¨²n puesto privilegiado en las jerarqu¨ªas de poder de instituto se reencuentra la v¨ªspera de la boda de la menos agraciada del pelot¨®n. La previsible juerga se ver¨¢ interrumpida prematuramente, con un mutis por el foro de la novia ofendida, y los intentos contrarreloj para reparar su vestido durante la accidentada noche centrar¨¢n una trama que remite, muy lejanamente, a esas din¨¢micas persecutorias, con meta en el altar, que tan caras resultaban a Harold Lloyd o al Buster Keaton de la inolvidable Siete ocasiones (1925). Lizzy Caplan es la que m¨¢s brilla en el conjunto: ella tambi¨¦n es el centro de la mejor secuencia sentimental de la pel¨ªcula, resuelta en plano fijo con eficaz uso de un tema de The Proclaimers.