El maestro es ¨¦l
'The master' es pura trascendencia, pura complejidad, puro cine.
Los que se frotaban las manos porque en Hollywood estaban haciendo una pel¨ªcula sobre el origen de la Iglesia de la Cienciolog¨ªa se estar¨¢n dando de cabezazos contra la pared. Ni una gota de morbo. ?Acaso esperaban otra cosa de Paul Thomas Anderson? The master es pura trascendencia, pura complejidad, puro cine. ?La pel¨ªcula m¨¢s complicada de desentra?ar desde 2001, una odisea del espacio? Quiz¨¢. Por eso aquellos que sacaron entradas para El ¨¢rbol de la vida junto a la caja de palomitas y luego despotricaron durante meses har¨ªan bien en no repetir experiencia. Un lector ocasional o adicto a los best-sellers no prueba en la estanter¨ªa de Dostoievski, Joyce o Pynchon y dice: ¡°A ver esto qu¨¦ tal¡¡±. As¨ª que no lo hagan con el cine. No es pose, no es clasismo cultural. Es solo un aviso.
THE MASTER
Direcci¨®n: Paul Thomas Anderson.
Int¨¦rpretes: Joaquin Phoenix, Philip Seymour Hoffman, Amy Adams, Laura Dern, Ambyr Childers.
G¨¦nero: drama. EE UU, 2012.
Duraci¨®n: 144 minutos.
¡°Prueba otra vez, fracasa otra vez, fracasa mejor¡±, escribi¨® Samuel Beckett. Una filosof¨ªa vital que podr¨ªa tener su paralelismo en The master con esta frase inexistente en su relato: ¡°Fornica, fornica m¨¢s, fornica mejor¡±. ?Dos horas y media de metraje reducidos a la batalla entre Eros y Tanatos, al imperio del Ello de Sigmund Freud, a la tiran¨ªa de las pulsiones, sobre todo las sexuales, por encima de la moralidad? No, porque The master es mucho m¨¢s, aunque se abra con un tipo fornicando con una mu?eca de arena en la playa y termine en la misma posici¨®n. Bueno, no ¡°es¡±, digamos que ¡°podr¨ªa ser¡±, porque aqu¨ª nadie tiene la ¨²ltima palabra. Ni el m¨¢s listo de los espectadores, ni el m¨¢s listo de los cr¨ªticos. Sencillamente porque el m¨¢s listo es Paul Thomas Anderson: el mejor director vivo del mundo desde hace d¨¦cada y media.
The master, retrato oculto de Ron L. Hubbard, creador de la Cienciolog¨ªa, a trav¨¦s de la figura imaginaria de Lancaster Dodd, no cae en la tentaci¨®n del dibujo personal; tampoco tiene una narrativa tradicional; ni los habituales giros de gui¨®n; ni una estructura donde los hechos se concatenan unos con otros. The master es pura pulsi¨®n, como la de su protagonista, el fornicador, un pobre tipo cargado de traumas que se convierte en el hijo adoptivo de Dodd. Pura pulsi¨®n sentimental, art¨ªstica, emocional. Tambi¨¦n una tesis sobre EE UU como pa¨ªs. La tercera tras Magnolia, el mejor cuadro de la sociedad contempor¨¢nea que se haya filmado, y Pozos de ambici¨®n, estudio dram¨¢tico sobre los or¨ªgenes del capitalismo americano, sobre la ret¨®rica del esfuerzo, sobre el triunfo del hombre hecho a s¨ª mismo. Ahora The master elucubra sobre los or¨ªgenes de cierta religiosidad americana actual, del creacionismo a la dian¨¦tica, donde todo se basa en el poder de la mente, en la personalidad que arrastra a las masas, a esos que Lewis Sinclair llam¨® los babbitts en aquella s¨¢tira sobre la vacuidad de la clase media americana llamada precisamente Babbitt. Un Sinclair que ya hab¨ªa retratado a otro Hubbard, a otro Dodd, en Elmer Gantry (adaptada al cine por Richard Brooks en El fuego y la palabra), algo as¨ª como el bisabuelo del Tom Cruise de Magnolia.
Anderson es un Sinclair que adem¨¢s de escribir tiene poderes sobrehumanos en su c¨¢mara. Capaz de hipnotizar con un plano en principio inocuo. Nadie filma como ¨¦l. Y adem¨¢s se rodea bien. Jonny Greenwood, guitarrista de Radiohead, vuelve a ser el hijo imposible de B¨¦la Bart¨®k con su partitura. Philip Seymour Hoffman, capaz de dar miedo y dar l¨¢stima en apenas un segundo. Y Joaquin Phoenix, un animal salvaje suelto en cada toma. Dec¨ªan que Anderson, atenci¨®n, de solo 42 a?os, era el nuevo Kubrick. Nada. Anderson es solo Anderson. El maestro.
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