Valery Gergiev, el Bar?a y la m¨²sica
El responsable del Teatro Mariinsky, una de las principales batutas mundiales, visita Espa?a en una larga gira El director ruso critica los recortes contra la cultura
El maestro anda resfriado esta ma?ana. Carraspea y tiene los ojos vidriosos. Resulta que al t¨¦rmino del extraordinario concierto que dirigi¨® el jueves en el Liceo ¡ªIolantade Chaikovski con la soprano Anna Netrebko¡ª Valery Gergiev (Mosc¨², 1953) quiso ver la segunda parte del partido del Bar?a en el Camp Nou. El capricho le cost¨® unas d¨¦cimas de fiebre y un buen trancazo. Cubierto con el abrigo de una mecenas japonesa que le acompa?a y sorbiendo una taza de t¨¦ de jengibre, examina con sus ojos saltones al entrevistador. El gran zar de la m¨²sica rusa arranca una gira por Espa?a con la orquesta del Teatro Mariinsky. Dar¨¢ 10 conciertos en ocho ciudades de la mano de la agencia Camera y debe estar en plena forma para la marat¨®n que se le viene encima. Su amigo y promotor Josep Maria Prat, responsable de la privilegiada relaci¨®n del ruso con Espa?a, no le quita su protector ojo de encima. Entra en calor y se sacude el maldito gripazo.
El partido vali¨® la pena. 5-0 contra el C¨®rdoba. F¨¢cil. Aunque lo importante es el estilo. ¡°Esa manera art¨ªstica de jugar que tiene el Barcelona y su cuidado gestionando el talento joven¡±. Parecido a lo suyo con la academia del Mariinski, el legendario teatro que dirige en San Petersburgo desde 1988. ¡°Es fundamental para nosotros. Como en el Bar?a, los j¨®venes cantan con las estrellas y se miran en un espejo que permite aprender m¨¢s r¨¢pido¡±, explica. Esa pasi¨®n por los j¨®venes le llev¨® a descubrir hace 20 a?os a la gran diva Anna Netrebko. La soprano estudiaba canto y limpiaba los pasillos del teatro. Gergiev la escuch¨® y la convirti¨® en Cenicienta. ¡°Ten¨ªa solo 20 a?os. Hoy me hace muy feliz verle triunfar a ese nivel. Anna fue muy valiente¡±. Como ¨¦l, posee esa mezcla de ¡°hielo y fuego en el coraz¨®n¡± que Anatoli Briskin, su primer maestro, le descubri¨® cuando estudiaba en Osetia.
Director tambi¨¦n de la London Symphony Orchestra, Gergiev es todo un embajador cultural ruso. Un tigre siberiano en el podio, y un refinado diplom¨¢tico fuera de ¨¦l. Irradia poder. Como su amigo Vladimir Putin, para quien todo son buenas palabras. ¡°En mi pa¨ªs ser¨ªa inconcebible que el Gobierno recortara en el Mariinsky o en el Hermitage. No ser¨ªa una decisi¨®n muy popular. La gente necesita sentirse orgullosa de algo, y la cultura, como los deportes, es un elemento importante¡±.
Gergiev en datos
Valery Gergiev naci¨® en Mosc¨² en 1953, pero fue criado en Osetia del Norte. En 1978 pas¨® a ser asistente en la ?pera del Kirov (hoy Mariinsky) de Yuri Temirk¨¢nov. Debut¨® con Guerra y paz de Prok¨®fiev. 1988: nombrado director art¨ªstico delMariinsky. En 1996 se convierte tambi¨¦n en director general. En 1992 enterr¨® la guerra fr¨ªa cultural con la primera gira del Mariinsky por EE UU. En 2005 fue nombrado director titular de la London Symphony Orchestra, sucediendo a sir Colin Davis. Su gira espa?ola arranc¨® el jueves en Barcelona y seguir¨¢ por Girona, Barcelona de nuevo, Madrid, Alicante, Vitoria, Oviedo y Tenerife.
Las cr¨ªticas que recibe su presidente, cree, se deben ¡°al eco de la guerra fr¨ªa¡± y a la opini¨®n controlada por unos pocos grupos medi¨¢ticos en occidente. Pese a ello, y por cuestiones m¨¢s prosaicas, hoy m¨¢s de uno quiere ser ruso. ¡°G¨¦rard Depardieu ha pedido la nacionalidad, tambi¨¦n Brigitte Bardot. ?Por qu¨¦? No es solo una cuesti¨®n de impuestos. Yo le conozco, he trabajado con ¨¦l mucho. Tiene un gran conocimiento de nuestra cultura poco com¨²n en occidente¡±.
Rusia parece un ecosistema aislado de los vaivenes econ¨®micos occidentales. Baila su propia m¨²sica. Tambi¨¦n sus orquestas y sus teatros, como el Mariinsky, en plena recuperaci¨®n del esplendor perdido. Tras la multimillonaria remodelaci¨®n del Bolsh¨®i, el teatro que ¨¦l dirige inaugurar¨¢ en mayo un segundo e impresionante edificio que Gergiev considera indispensable para que estudiantes y j¨®venes accedan a la m¨²sica. Para ¨¦l no es solo una cuesti¨®n de dinero. ¡°Hace 20 a?os ten¨ªamos un presupuesto baj¨ªsimo, pero trabajamos muy duro. Y cuando lo haces, puedes esperar resultados. Descubrimos grandes m¨²sicos y bailarines. Los entrenamos para que el trabajo diera m¨¢s frutos. Es una manera de protegernos contra los recortes. En occidente, en cambio, cortan el presupuesto y es m¨¢s dif¨ªcil sobrevivir¡±.
Muchos m¨²sicos que antes se marchaban ¡ªalguna vez Gergiev les ha llamado ¡°ratas saltando del barco¡±¡ª hoy permanecen en las orquestas rusas. Algunos gestores europeos, ahogados en raqu¨ªticos presupuestos, otean ya el horizonte hacia el este. ¡°El secreto no es solo lo que les pagas, sino que los proyectos sean interesantes. Tambi¨¦n la estabilidad del pa¨ªs, mayor que en los noventa. Hoy tambi¨¦n nos apoyan algunos bancos e instituciones econ¨®micas. Y cuando tengamos el nuevo teatro, habr¨¢ m¨¢s oportunidades¡±. ?Terminar¨¢ privatizada la cultura? No lo cree. ¡°En Europa nunca se implantar¨¢ el modelo americano. Ellos tienen una tradici¨®n centenaria; pretender desarrollarlo en Italia o en Espa?a en pocos a?os es naif¡±.
Eminente recuperador del repertorio ruso, Gergiev llega a Espa?a con un programa centrado en Chaikovski. Hoy dirigir¨¢ su sinfon¨ªa n¨²mero 6, la Pat¨¦tica, en Girona. Una obra que interpreta poco y con la que se desfonda, ¡°una pieza sobre la vida y la muerte¡±. Como la mayor¨ªa de ¨²ltimas composiciones, la Pat¨¦tica posee una energ¨ªa especial. ¡°He dirigido muchas veces la Novena de Mahler y tambi¨¦n posee ese aliento de inmortalidad. Todos los compositores lo han tenido. Y no se les puede culpar. Han compuesto para la posteridad, y la Novena de Mahler suena exactamente as¨ª. El ¨²ltimo movimiento habla al futuro y da esa impresi¨®n de que, quiz¨¢, se est¨¦ hablando a s¨ª mismo por ¨²ltima vez¡±.
A sus 59 a?os, Gergiev se siente maduro. Pero no inmortal. En los ¨²ltimos diez a?os han cambiado un par de cosas importantes. Primero: su actitud en el podio. Ni la batuta ni los gestos importan tanto. ¡°Dirijo con los ojos. Los uso m¨¢s que nunca. Es la expresi¨®n. No son muecas a cada segundo. Miras al m¨²sico para guiarlo, para hacerle comprender el poder requerido. Eso no se consigue hablando. La mirada es como un im¨¢n¡±. La segunda se basa en la humildad radical. ¡°Los int¨¦rpretes nos creemos estrellas, pero el compositor estaba antes que nosotros y permanecer¨¢ despu¨¦s. En los ¨²ltimos tres a?os he entendido por qu¨¦ dirijo: hacer crecer la m¨²sica cl¨¢sica, solo sirvi¨¦ndola¡±. Aunque ande resfriado.
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