La actriz de teatro catalana por excelencia
Tal vez sin propon¨¦rselo del todo, lleg¨® a situarse en el primer lugar de las damas del teatro
Anna Lizaran ha muerto. Informativos de televisi¨®n, peri¨®dicos, medios de Internet, dedican mucho espacio a su figura y la sit¨²an en primera p¨¢gina, porque se trata de un gran personaje, una actriz que poco a poco, no a gran velocidad, tal vez sin propon¨¦rselo del todo, lleg¨® a situarse en el primer lugar de las damas del teatro, con el permiso de Rosa Mar¨ªa Sard¨¤, a quien encontramos demasiado a menudo a faltar.
La muerte de la Lizaran cuesta creerla. Morir es absurdo. Pero s¨ª, se ha ido. Dej¨¢ndonos hundidos. ?Cu¨¢nto tiempo lo estaremos? ?Cu¨¢nto tiempo ser¨¢ recordada? Esa es la cuesti¨®n. ?Qu¨¦ actor o espectador de menos de 45 a?os recuerda a Mar¨ªa Vila o incluso a Pau Garsaball, desaparecido hace no tantos a?os? Creo que muy pocos.
Los grandes actores son peque?os dioses que reciben el homenaje de sus admiradores mientras viven, mientras nos estremecen con el fuego de sus actuaciones. Despu¨¦s... Un libro, por ejemplo, puede ser le¨ªdo y admirado durante muchos siglos. A un actor, a una actriz, cuando ya no es posible escuchar sus voces y ver sus gestos, le espera una puede que lenta pero inevitable desaparici¨®n. Como me dec¨ªa Toni Casares hace un rato, en eso entendemos la generosidad de los actores. Saben que su brillo es ef¨ªmero, que el futuro no podr¨¢ juzgar lo que han hecho y lo que han sido, y que por lo tanto no se sabr¨¢ quienes eran. Se ofrecen al espectador poniendo pr¨¢cticamente la vida en el escenario y los que los hemos visto y los hemos amado los tenemos dentro, pero m¨¢s all¨¢ de la vida, cuando nosotros muramos ellos morir¨¢n, apenas dejar¨¢n un rastro evanescente. Lo saben. Y contin¨²an. Porque un ensayo no es comparable a nada, porque el tel¨®n que asciende o la luz que va aumentando cuando comienza el espect¨¢culo tampoco es comparable a nada. Porque trabajar en el escenario es caminar por la cuerda floja, porque la actriz sabe que a cada instante puede haber un resbal¨®n, un punto de escape y su orgullo de actriz (o de actor) la lleva a inventar sobre la marcha m¨¦todos inmediatos que el p¨²blico no ha de notar.
He dicho que la trayectoria de Anna o Anita Lizaran no fue un llegar y triunfar. Al principio del Teatre Lliure no era la prima donna de la compa?¨ªa. Llam¨® la atenci¨®n haciendo de rey en Leonci i Lena, pero donde de verdad la descubrimos fue en La bella Helena. Los actores de primera calidad, como las frutas, maduran con el tiempo. La Lizaran madur¨® paso a paso y fue reconocida por los espectadores d¨ªa a d¨ªa.
Dir¨ªa que su aceptaci¨®n y reconocimiento definitivo, su consagraci¨®n y la rendici¨®n total de la platea, se produjeron con la obra Escenes d'una execuci¨®. Recuerdo la ovaci¨®n que hubo al finalizar la representaci¨®n. Ya estaba. A partir de entonces fue reconocida como la primera actriz del teatro catal¨¢n. Y ya no dejar¨ªa de serlo. N¨²ria Espert se mov¨ªa en otro mundo, y la Sard¨¤, durante a?os, se movi¨® principalmente en el mundo del cine, la Lizaran con apenas alguna escapada, fue solo actriz de teatro, la actriz de teatro por excelencia. La actriz.
?C¨®mo era cuando sal¨ªa del teatro? La Lizaran no tuvo nunca ninguna actitud de diva. Las hay que s¨ª. Ella sab¨ªa d¨®nde estaba y qui¨¦n era, y por tanto no escond¨ªa, a veces, un deje de autoridad. Pero el resto del tiempo ve¨ªamos a una mujer con un trabajo determinado y basta. ?Basta? Quiero decir que no miraba nunca por encima de la cabeza de nadie. Pero que, c¨®mica de nacimiento, cuando comenzaba a ejercer como tal, delante de los amigos y conocidos hac¨ªa re¨ªr sin parar. Era vital, desenfadada, divertida¡. Pero tambi¨¦n dejaba que los otros hablaran sin interrumpirlos, escuch¨¢ndolos. Parece natural, pero en el mundo del teatro no lo es. Los artistas, los c¨®micos, a menudo necesitan cultivar su ego. La debilidad humana. Ella la ten¨ªa, como todo el mundo, y en particular como en el teatro. Los c¨®micos necesitan agarrarse a su ego m¨¢s que en otras profesiones. Ella no se exced¨ªa.
Y ahora se ha ido. Una muerte suave, me dicen. Triste consuelo. Los espectadores del futuro puede que no sepan nada de ella, pero los que a¨²n vivimos hablaremos una y otra vez de ella y despu¨¦s nos la llevaremos con nosotros.
Mientras tanto, buenas noches Anita.
Josep Maria Benet i Jornet es dramaturgo.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.