Necesidad urgente de la historia
John Elliott ha publicado un libro, 'Haciendo historia', que es en parte una memoria personal y en parte una reflexi¨®n sobre el oficio al que ha dedicado la vida. La mejor lecci¨®n que uno aprende en el libro de Elliott es la del valor que una historia de calidad, bien investigada y contada, tiene para la vida p¨²blica
No cuesta nada imaginar a ese joven ingl¨¦s alto y flaco que lleg¨® a Espa?a en 1950 como si llegara a otro mundo, a otro planeta, un pa¨ªs m¨¢s cercano a los legajos de documentos hist¨®ricos que ¨¦l se hab¨ªa aficionado a estudiar que al presente de los peri¨®dicos y los noticiarios de la radio, un pa¨ªs de idioma no m¨¢s incomprensible que su anacronismo o su catolicismo. John Elliott viaj¨® por la Espa?a de los primeros cincuenta casi como uno de los viajeros rom¨¢nticos de un siglo antes, curioso y desconcertado, muy visible en cualquier sitio a donde llegara por su estatura y su palidez y su aire de extranjero, como lleg¨® en 1919 Gerald Brenan, que no tuvo mejor idea, en su af¨¢n de pasar inadvertido, que comprarse en Granada un sombrero cordob¨¦s, lo cual ya acentu¨® al m¨¢ximo su exotismo.
A John Elliott, como a otros j¨®venes americanos y brit¨¢nicos que vinieron despu¨¦s que ¨¦l, le sorprendi¨® la belleza algunas veces desolada y el atraso de un pa¨ªs en el que la gente parec¨ªa sobrellevar la pobreza con una extrema dignidad, y en el que las personas m¨¢s humildes se comportaban con ¨¦l con una mezcla de cordialidad y buena educaci¨®n. Su primer viaje determin¨® su vocaci¨®n, y los lazos personales se fueron tejiendo muy pronto al mismo tiempo que los intereses de su oficio, en una rica aleaci¨®n que he podido observar de cerca en algunos amigos m¨ªos, sobre todo americanos, profesores que tambi¨¦n vinieron en la primera juventud y para los que el conocimiento de la historia y la literatura de Espa?a han tenido el valor de una experiencia fundadora que les ha ido modelando las vidas.
La pseudohistoria puede ser m¨¢s da?ina todav¨ªa que las pseudociencias
Llegar muy joven a otro pa¨ªs y sentirse asombrado y atrapado por ¨¦l es un proceso parecido al del enamoramiento, a condici¨®n de que se tengan capacidad y ganas de aprender. Llegar muy joven de una democracia a una dictadura, de un pa¨ªs protestante a un pa¨ªs cat¨®lico, agudiza la inteligencia y fuerza a abrir los ojos, y adem¨¢s lo hace m¨¢s consciente a uno de la ventaja inmensa de la libertad de movimientos y la amplitud de perspectivas que no disfrutan los nativos. La sensaci¨®n de aventura es m¨¢s excitante todav¨ªa porque al ser extranjero uno est¨¢ a salvo del peligro.
En los primeros a?os cincuenta, en la Espa?a l¨®brega del aislamiento internacional y las cartillas de racionamiento, el joven John Elliott se instal¨® en Barcelona y puso un anuncio en La Vanguardia solicitando una familia que le ofreciera hospedaje y le ense?ara catal¨¢n, y el desparpajo del gesto indicaba ya la desenvoltura de quien se ha educado sin conocer el miedo, sin concebir el absurdo inaudito de que algo tan natural como hablar el propio idioma est¨¦ prohibido. Su vocaci¨®n de historiador se fue haciendo al hilo de esos desconciertos y descubrimientos vitales. Por la simpat¨ªa que le despertaban las personas con las que se iba encontrando en Espa?a sent¨ªa la necesidad de comprender los or¨ªgenes del atraso y del oscurantismo. Y al mismo tiempo que sent¨ªa una c¨¢lida solidaridad hacia quienes sufr¨ªan el ultraje de la dictadura se daba cuenta del peligro de estrechez mental que acecha en un pa¨ªs sometido y cerrado incluso a los que se rebelan contra la opresi¨®n.
Elliott muestra con naturalidad la conexi¨®n que existe siempre entre los impulsos y las afinidades personales del historiador y los temas que elige
Ahora, sesenta a?os despu¨¦s de aquellos primeros viajes, John Elliott ha publicado un libro que es en parte una memoria personal y en parte una reflexi¨®n sobre el oficio al que ha dedicado la vida. La calidez y la viveza de las rememoraciones es tan seductora como el rigor intelectual en el examen de las posibilidades, los l¨ªmites, los m¨¢rgenes de error e incertidumbre del conocimiento hist¨®rico. John Elliott muestra con naturalidad la conexi¨®n que existe siempre entre los impulsos y las afinidades personales del historiador y los temas que elige o hacia los que se siente empujado, casi a la manera de un novelista cuando no tiene demasiado control sobre el modo en que ciertos asuntos y no otros se le imponen. En Barcelona, estudiando la rebeli¨®n catalana de 1640 contra Felipe IV y el Conde-Duque de Olivares, y leyendo las maneras diversas en las que ha sido investigada y contada por historiadores catalanes, no tiene ninguna dificultad en hacer compatible su simpat¨ªa hacia quienes han sufrido la persecuci¨®n y el abuso con una conciencia muy clara de las distorsiones idealizadoras de un nacionalismo que modela el relato de los hechos de acuerdo con la mitolog¨ªa del pueblo elegido y del pueblo oprimido. Por esta raz¨®n uno de los h¨¦roes intelectuales del libro es el gran Jaume Vicens Vives, que en aquel ambiente tan poco respirable quiso despejar de vapores patri¨®ticos la historia de Catalu?a y la de Espa?a, las dos igualmente, limpiarlas de leyendas y de misticismos en apariencia opuestos y en el fondo muy semejantes, los dos heredados de un romanticismo rancio que ya entonces, en el mundo exterior, estaba tan obsoleto como la astrolog¨ªa o como la medicina anterior a Pasteur. En el nacionalismo catal¨¢n, como en el espa?ol, Elliott advert¨ªa s¨ªntomas de lo que ¨¦l llama el s¨ªndrome de la v¨ªctima inocente: ¡°Las comunidades nacionales que sucumben a ¨¦l¡±, escribe, ¡°tienden a verse a s¨ª mismas como v¨ªctimas permanentes de fuerzas malignas que emanan de un vecino o unos vecinos m¨¢s poderosos¡±.
Con una mezcla muy anglosajona de pragmatismo y calidad de escritura John Elliott reivindica la posibilidad del conocimiento hist¨®rico y su utilidad pr¨¢ctica en el presente, el puro gusto personal de la investigaci¨®n en los archivos y el ejercicio de imaginaci¨®n que hace falta para comprender los hechos del pasado, para intentar ver las cosas como podr¨ªa haberlas visto quien las viviera mientras suced¨ªan. Tan obsesionado por el Conde-Duque de Olivares como un novelista que dedicara muchos a?os a la invenci¨®n meticulosa de un solo personaje, cuenta que algunas noches se desvelaba buscando posibles remedios para la situaci¨®n imposible de Flandes.
Pero la mejor lecci¨®n que uno aprende en el libro de Elliott es la del valor que una historia de calidad, bien investigada y contada, tiene para la vida p¨²blica. La pseudohistoria puede ser m¨¢s da?ina todav¨ªa que las pseudociencias: ¡°Las consecuencias de adherirse demasiado estrechamente a un pasado inventado o distorsionado pueden llevar con facilidad al desastre¡±. Uno lee esas palabras y piensa en las versiones del pasado que difunden ahora las castas pol¨ªticas en Espa?a y en las que apoyan una parte de sus decisiones y sus programas pol¨ªticos y se le hiela la sangre. La Espa?a de ahora, por fortuna para nosotros, se parece muy poco a la que conoci¨® en su juventud John Elliott, pero la mezcla de ignorancia y de leyendas que se han ido alimentando en muchos sitios estos ¨²ltimos a?os ha infectado grandes zonas del debate pol¨ªtico de una irracionalidad que a los historiadores del porvenir tal vez les cueste mucho comprender.
Haciendo historia. John Elliott. Traducci¨®n de Marta Balcells revisada por el autor. Taurus. Madrid, 2012. 302 p¨¢ginas. 19 euros (electr¨®nico 9,99).
www. antoniomu?ozmolina.es
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.