¡°Las canciones no son divanes¡±
El m¨²sico franc¨¦s Dominique A cruza Espa?a con su gira El artista reivindica que "los conciertos son combates con el p¨²blico"
En el panorama de la m¨²sica francesa de los ¨²ltimos 20 a?os y aparcando los santones eternos que a¨²n andan sueltos ¡ªHallyday, Sardou, Aznavour & cia¡ª el universo de Dominique A sigue llevando incorporado el marchamo de lo raro. Erigir hermosos edificios musicales de cuatro o cinco minutos que funcionan a la perfecci¨®n como canciones al uso no est¨¢ re?ido con transitar por caminos plagados de ortigas. Dominique Anel se mete encantado en esos caminos, experimenta sin pausa y retuerce sonidos sabedor de que la cosa saldr¨¢¡ o no saldr¨¢. Y si no sale, que a veces no sale, pues a otra cosa. Todo ello hace que, tras pasar una hora y media en uno de sus conciertos, a uno le entre la sensaci¨®n, una vez en la calle, de haber salido por fin del laberinto verde de El resplandor, y Dominique A es Jack Torrance, solo que en vez de perseguirnos con un hacha nos persigue con canciones.
Su directo es contundente. Tambi¨¦n innegociable. Para ¨¦l, el escenario puede ser un ring. ¡°Los conciertos son a veces combates con el p¨²blico, yo no creo en eso de la comuni¨®n con la gente, mi mujer me dice que en escena parezco una fortaleza distante¡ y creo que es mejor as¨ª¡±, explica.
Hacer m¨²sica triste e incluso trist¨ªsima evitando lo melifluo y metiendo ruido tiene su m¨¦rito. Esa es su filosof¨ªa, una especie de violencia dulce, algo cercano a un romanticismo punki, patadas al aire incluidas. La m¨²sica de Dominique Anel es un mont¨®n de cosas pero desde luego es canciones rive gauche, Brel, Ferr¨¦ y Ferrat como tel¨®n de fondo, indisimuladas mezclas pop y tralla guitarrera a la antigua usanza. En cualquier caso, la conclusi¨®n de todo esto es, tomando prestada esa expresi¨®n tan del gusto de los franceses para reconocer su impronta: ¡°Plus fran?ais tu meurs¡± (¡°M¨¢s franc¨¦s y te mueres¡±). Su actual y agotadora gira por 12 ciudades espa?olas empez¨® en Girona, sigui¨® por Murcia, Granada y Madrid y continuar¨¢ por Bilbao, Barcelona, Valencia, Lleida, C¨¢diz, M¨¢laga, Sevilla y de nuevo Madrid.
Mirando al techo desde detr¨¢s de una sonrisa t¨ªmida, poco antes del concierto que ofreci¨® el pasado lunes por la noche en el Instituto Franc¨¦s de Madrid, el autor de Vers le lueurs explicaba la raz¨®n de ser de sus composiciones: ¡°El sonido de mis discos var¨ªa enormemente, pero yo no. Es un proceso de evoluci¨®n bastante l¨®gico, y en ¨¦l tiene mucha influencia la gente, me dejo invadir por las ideas y las propuestas de mis¡ yo dir¨ªa aliados. Luego tomo las riendas de todo y me centro en lo que de verdad quiero dar al p¨²blico. Y eso es lo que acaba dando sonido a un disco¡¡±.
El reconocimiento de cr¨ªtica y p¨²blico no fue un camino de rosas para este franc¨¦s nacido hace 44 a?os en Provins. Y hasta le hace gracia recordarlo. ¡°Me pas¨® una vez algo terrible: estaba haciendo un disco que yo sab¨ªa que no iba por el camino adecuado y a pesar de todo segu¨ª hasta el final; fue en 2003, con Tout sera comme avant. Me empe?¨¦ en hacerlo con gente que se encontraba en un momento art¨ªstico y personal totalmente distinto al m¨ªo y al final me sent¨ª como despose¨ªdo de mis canciones. Me dije: ¡®No son tuyas, no deber¨ªan llevar tu firma¡±.
Otra mala experiencia. En una entrevista reciente dijo que con los dedos de una mano le bastaba para enumerar aquellas canciones de las que se sent¨ªa orgulloso de verdad. No es el caso de las que conforman Le remu¨¦, un disco que recuerda casi con miedo: ¡°Era 1998. Lo empec¨¦ como un disco de grupo grabado en vivo en Nueva York, y lo acab¨¦ en una habitaci¨®n, delante de una ventana, junto a un ingeniero de sonido y nadie m¨¢s. No me gusta ese disco, porque est¨¢ ligado a mi vida personal, que en aquellos momentos era ca¨®tica¡ un tiempo en el que me inflig¨ª bastante violencia moral¡±.
Pero tampoco rechaza el autor de La fossette la posibilidad de que los tiempos negros, las hondonadas pasajeras de la vida, puedan servir de catapultas art¨ªsticas, poniendo en pie il¨®gicas ecuaciones relacionadas con los estados de (des)¨¢nimo y los motores creativos. ¡°Las fases de tristeza, cuando las cosas no van bien ¡ªno hablo de depresi¨®n, ?eh?, la depresi¨®n te anula¡ª pueden servir para crear mejor, s¨ª, pero como escape, no como catarsis: las canciones no son divanes¡±.
?De d¨®nde extrae Dominique A ese material oscuro que, admite, marca sus composiciones? Acudamos al ¨¢lbum familiar. ¡°Hered¨¦ de mi familia un rollo melanc¨®lico muy marcado, lo que ocurre es que para m¨ª esa melancol¨ªa nunca ha sido contradictoria con una vocaci¨®n de dinamismo, de energ¨ªa. Es una melancol¨ªa que no me deprime, sino que me jode. Y mis temas tienen mucho que ver con eso¡ y me da la sensaci¨®n de que eso tambi¨¦n tiene que ver con la forma en que los espa?oles ven mi m¨²sica¡±.
Babelia
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