¡°Con cada novela hay un tiempo de idilio. Con esta se est¨¢ prolongando¡±
El escritor Luis Landero narra una disparatada b¨²squeda del bienestar en 'Absoluci¨®n' Su padre, con quien tuvo una tormentosa relaci¨®n, vuelve a colarse como personaje
La primera pregunta que el hijo de Cipriano Landero recuerda en boca de su padre le noque¨® como un derechazo al ment¨®n: ¡°?Qu¨¦ quieres ser de mayor?¡±. El ni?o, cinco a?os escasos, zozobr¨®. Esa cuesti¨®n vital marc¨® la relaci¨®n entre padre e hijo de tal modo que, en cuanto pudo, el hijo comenz¨® a defraudar todas las expectativas del padre en colegios privados destinados a hacer de ¨¦l un hombre de provecho. Nada m¨¢s ingresar en la adolescencia se convirti¨® en ¡°un golfillo de la Prospe¡±.
Luis Landero (Alburquerque, Badajoz, 1948) plant¨® los estudios mientras trapicheaba con trabajos y se enfrentaba a su padre, un campesino acomodado que se mud¨® a Madrid con su familia, sus trastos de cobre y su gallinero para darle a sus descendientes ¨Cy en especial al ¨²nico var¨®n- una oportunidad de progreso que en el campo extreme?o no ve¨ªa. En realidad fue una adolescencia convencional: Luis se aferr¨® a la rebeld¨ªa y a la l¨ªrica. Las mil mejores poes¨ªas de lengua castellana fue el primer libro que compr¨®, el primero que entr¨® en su casa. ¡°No hab¨ªa ninguno, casi todos en mi familia eran analfabetos o semianalfabetos, aunque mi padre ten¨ªa un talento especial para muchas cosas, conservo sus cartas y escrib¨ªa muy bien¡±, relata el escritor.
El padre muri¨® pronto. Landero, que ten¨ªa 16 a?os, cambi¨® ¡°radicalmente¡±. Trabaj¨® en serio, estudi¨® en serio, asumi¨® la culpa tambi¨¦n en serio. ¡°En la vida de uno hay hechos fundacionales. Un d¨ªa se lo cont¨¦ a [Carlos] Castilla del Pino y me dijo: ¡®Eso no lo vas a curar nunca¡¯. Pero eso ya es un remedio en s¨ª, ya sabes que tienes que vivir con ello toda tu vida y lo relativizas. En parte mis temas como novelista han sido impuestos por aquella experiencia con mi padre. Se ha convertido en mi musa, que era lo ¨²ltimo que hubiera deseado¡±.
Cuenta lo ¨²ltimo entre risas porque, pese al lumbago, el escritor rezuma alegr¨ªa antes que penitencia. Pero es cierto que arrastra ¨Co atesora, seg¨²n se mire- varias herencias de su ¡°tormentosa¡± relaci¨®n paternofilial. La alergia a la presi¨®n, al exceso de responsabilidad ¨Cque le atenaz¨® al comienzo de su carrera literaria- es una de ellas. La inclusi¨®n de su padre como personaje de sus obras es otra. En la ¨²ltima, Absoluci¨®n (Tusquets), ah¨ª est¨¢ de nuevo Cipriano Landero apropi¨¢ndose de la personalidad del padre de Lino, el protagonista, para convertirse, tullido, fil¨®sofo y disparatado, en un personaje ¨²nico.
"Con cada novela hay un tiempo de idilio. Con esta se est¨¢ prolongando m¨¢s de lo debido"
Le est¨¢ pasando algo raro al autor con esta novela. Han transcurrido tres meses desde su publicaci¨®n y ah¨ª sigue, aferrado a ella, mir¨¢ndola con cierto arrobo, sin deseo de traicionarla con otra criatura de su imaginaci¨®n. Inconformista vocacional como es, Landero confiesa que ante Absoluci¨®n se siente razonablemente insatisfecho. ¡°Con cada novela hay un tiempo de idilio, la miras y dices ¡®eres la mejor novela del mundo¡¯ y ella te mira y te dice que eres el mejor escritor. Y luego vienen las broncas y ya le dices que no es la m¨¢s guapa y ella te dice que no eres el mejor y que era un espejismo. Con esta el idilio se est¨¢ prolongando m¨¢s de lo debido. Durar¨¢ hasta que me ponga a escribir otra. Pero es que si no est¨¢s enamorado de tu novela, ?para qu¨¦ seguir?¡±, reflexiona entre bromas.
Absoluci¨®n no solo convence a su autor. La cr¨ªtica la ha recibido como la mejor ¨Co la segunda mejor: el club de fans de Juegos de la edad tard¨ªa es poderoso¨C obra de Landero. Este aplauso universal no ensordece al escritor: alguien de un club de lectura la ha considerado aburrida y le ha preocupado. ¡°Somos un poco como actores, que necesitamos sentirnos reconocidos. La opini¨®n ajena te influye m¨¢s de lo que uno quisiera, uno es vulnerable, pero dir¨ªa que por poco tiempo, en el fondo soy fuerte¡±, sostiene.
El juicio de los dem¨¢s le sobrecarg¨® de responsabilidad despu¨¦s de Juegos de la edad tard¨ªa, cuando era un desconocido profesor de Literatura de 40 a?os que deslumbraba con su primer libro. Accedi¨® al club de v¨ªctimas de la maldici¨®n del segundo t¨ªtulo. ¡°Escrib¨ª aquella novela [Caballeros de fortuna], con la que nunca me identifiqu¨¦ mucho, con exceso de responsabilidad, vigilado, pensando si gustar¨ªa o no. Eso atenta contra la libertad. Uno tiene que ser soberano y pr¨ªncipe. Sent¨ªa el peso, inseguridad, la escrib¨ª en un estado distinto a esta¡±, compara.
Lino, el protagonista de Absoluci¨®n, es un n¨®mada de la cotidianeidad, un insatisfecho cr¨®nico, atrapado entre la telara?a del tedio y la de la frustraci¨®n. Aunque Landero, juguet¨®n, decidi¨® arrancar el libro con un truco de cuento infantil, con un momento de suprema felicidad, con su protagonista a punto de casarse y entrar en una vida de confort y amor que le alejar¨¢ de la molicie existencial que le hab¨ªa aprisionado hasta entonces. Luego pasa lo que pasa en los cuentos, que la placidez se disipa con los monstruos y Lino se hace plenamente merecedor de la frase de Pascal, que Landero us¨® de fuerza motriz de la narraci¨®n: ¡°Todos los infortunios del hombre vienen de no saber estarse quieto en un lugar¡±.
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