Aquel d¨ªa de marzo en que Madrid dej¨® de ser una fiesta
Paul Auster y Jonathan Frazen celebran la primera novela de Ben Lerner ¡®Saliendo de la estaci¨®n de Atocha' evoca la vida de un estudiante de poes¨ªa en Madrid durante el 11-M
En un punto de esta historia un poema de John Ashbery se cruza con el 11-M, ese misterioso punto que conecta la confusa vivencia de un joven estudiante estadounidense en Madrid con el curso de la historia. La ebriedad de un turista-poeta despistado que se da de bruces con una borrachera colectiva de sangre y tragedia.
La primera novela de Ben Lerner, Saliendo de la estaci¨®n de Atocha, toma el t¨ªtulo de un poema de los a?os cincuenta de Ashbery para relatarnos la historia de Adam, un joven que viaja a Madrid durante un a?o para embarcarse en una beca y en un ¡°proyecto po¨¦tico¡±. Un personaje antip¨¢tico que no se despega ni de sus tranquilizantes ni de los t¨®picos de la mirada de un visitante, que vive en una buhardilla en Huertas, fuma porros en el Retiro y visita con el desasosiego propio de un desclasado El Prado. Un pat¨¢n que ha despertado una bater¨ªa de elogios un¨¢nimes en su pa¨ªs, donde la novela (premiada como la mejor del a?o por The Believer) ha sido elegida como una de las mejores del a?o por The New Yorker, Newsweek, The Guardian o New York Magazine.
Adam es y no es el alter ego de Lerner (Kansas, 1979), un poeta que vive en Brooklyn y que vivi¨® en Madrid sin dar tantos tumbos como su personaje. ¡°Yo tambi¨¦n viv¨ªa en la plaza de Santa Ana, pero lo hac¨ªa con la que hoy es mi mujer y estudiando todo el d¨ªa. Comparto con ¨¦l sus problemas con el idioma, pero mi vida fue mucho m¨¢s recogida que la suya. Entiendo que no es f¨¢cil convivir con este tipo durante 200 p¨¢ginas, es un neur¨®tico extremo que hace cosas insufribles, su inseguridad le amordaza. Pero pese a todo simpatizo con su ansiedad y me gusta su sentido autocr¨ªtico. Nunca miente al lector sobre sus mentiras¡±.
Mientras Adam despierta en el Ritz el 11-M despu¨¦s de una desgraciada noche de desamor en la que vomita una copiosa cena en Zalaca¨ªn, Lerner recuerda la ma?ana del 11-M como otra cualquiera en su nido madrile?o. ¡°Solo que aquella ma?ana, al abrir el ordenador para ver The New York Times,
empec¨¦ a escuchar los helic¨®pteros, el ruido crec¨ªa al mismo tiempo que le¨ªa la noticia".
Es en ese momento donde el libro deja cualquier eco de un trasunto madrile?o de la pel¨ªcula de Woody Allen Vicky, Cristina, Barcelona para convertirse en otra cosa. Lerner evoca el p¨¢nico, la rabia, las mentiras y hasta la contagiosa energ¨ªa que brot¨® del brutal atentado. ¡°El hist¨®rico suceso interrumpe las meditaciones sobre el arte de Adam. Es ah¨ª donde surge Ashbery, en Atocha, el mismo lugar donde estalla la violencia¡±.
A Lerner le chocan los elogios que ha provocado su novela en autores que no considera de su cuerda. Paul Auster y Jonathan Franzen no le escatiman los piropos al libro. Pero a ¨¦l le gustar¨ªa crecer a la sombra de Javier Mar¨ªas, Roberto Bola?o o Sebald, dice. ¡°Yo la veo como una novela europea, y me resulta extra?o conectar con autores por los que nunca me he sentido muy atra¨ªdo. En ese sentido, cuando le¨ª sus comentarios pens¨¦ que era muy sospechoso, que hab¨ªa hecho algo mal seguro. No pod¨ªa gustarles. ?Qu¨¦ quiere que le diga? Yo me muevo entre una gente que insulta a The New Yorker porque no es lo suficientemente vanguardista"
Que el 11-M no provocara un aluvi¨®n de novelas espa?olas es para el autor una se?al de salud literaria y no al rev¨¦s. ¡°En Estados Unidos cada vez que ocurre algo, la reacci¨®n del mercado es inmediata, en el cine, en la literatura.. ahora vendr¨¢ una lluvia de novelas sobre Occupy Wall Street, y as¨ª sucesivamente¡±.? Sobre las prevenciones hacia un poeta que prefiere escribir una novela, se defiende: "Saltar de la poes¨ªa a la narrativa, o al rev¨¦s, quiz¨¢ solo es un truco para huir de la frustraci¨®n. En cualquier caso, la poes¨ªa me impide tomar distancia y esta era una historia que no pod¨ªa contar sin distancia"
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.