Paulo Rocha ense?¨® a mirar al cine portugu¨¦s
Referente de la vanguardia lusa, el rompedor director film¨® ¡®Verdes anos¡¯
Paulo Rocha, uno de los m¨¢s brillantes exponentes del denominado novo cinema portugu¨ºs, fallec¨ªa el pasado 29 de diciembre a los 77 a?os, en un hospital cercano a Oporto. Hab¨ªa nacido tambi¨¦n en esta esa misma ciudad, tras estudiar algunos a?os sin mucho empe?o ni ganas la carrera de Derecho, viaj¨® hasta Par¨ªs para aprender a hacer cine, que era lo que en realidad deseaba. Tuvo dos buenos maestros, pues tras su paso por el Institut des Hautes ?tudes Cin¨¦matographiques trabaj¨® como asistente de direcci¨®n del mism¨ªsimo Jean Renoir en Le Caporal ?pingl¨¦ y de Manoel de Oliveira en Acto da Primavera y A Ca?a.
En 1963 filmar¨ªa su primera pel¨ªcula, considerada por los especialistas como una aut¨¦ntica obra maestra. En el filme Verdes anos describe la borrosa y extra?a frontera existente entre los suburbios casi rurales de Lisboa y el final de un campo invadido d¨ªa a d¨ªa por los bloques de pisos.
Seg¨²n la directora de la Cinemateca Portuguesa, Maria Jo?o Seixas, Rocha y este filme constituyeron la semilla del novo cinema portugu¨ºs. Tres a?os despu¨¦s acab¨® la pel¨ªcula Mudar de vida, calificada por el cat¨¢logo de la Cinemateca Portuguesa como ¡°una de las obras m¨¢s complejas y extremas de todo el cine portugu¨¦s¡±. ¡°Abri¨® las puertas, nos ense?¨® a mirar, el modo en que miramos y registramos im¨¢genes en movimiento, lo que somos y lo que so?amos ser¡±, a?adi¨® Seixas, que dijo sentirse particularmente triste debido a que la muerte de Rocha se produce pocos meses despu¨¦s de la de Fernando Lopes, otro gran exponente de aquella generaci¨®n original y pionera de cineastas de nacionalidad portuguesa.
A lo largo de su larga carrera film¨®, adem¨¢s de documentales dedicados a la obra de De Oliveira, pel¨ªculas como A pousada das chagas (1972), O rio do ouro (1994) y A raiz do corac?o (2000). En 1975 viaj¨® a Jap¨®n, donde trabaj¨® como agregado cultural de la Embajada portuguesa en Tokio, hasta 1983. All¨ª se enamor¨® de dos cosas: de la cultura y del cine japon¨¦s y de la personalidad de un escritor portugu¨¦s de finales del siglo XIX que tambi¨¦n vivi¨® en ese pa¨ªs, Wenceslau de Moraes. A ¨¦l dedic¨® dos de sus pel¨ªculas, A ilha dos amores (1982) y A ilha de Moraes (1983).
La prensa portuguesa ha recalcado su originalidad y su influencia en el posterior cine portugu¨¦s. Tambi¨¦n un particular af¨¢n art¨ªstico perseguido en cada obra. ¡°Cada una de sus pel¨ªculas es un objeto singular en el que hay una relaci¨®n directa entre los personajes y la historia¡±, aseguraba hace unos d¨ªas, en el diario P¨²blico, el realizador y profesor de Cine Jo?o M¨¢rio Grilo.
Babelia
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