La autora que se fusion¨® con sus criaturas

Jane Austen es en la actualidad, nada menos que doscientos a?os despu¨¦s de que se publicara por primera vez Orgullo y prejuicio, uno de los mayores fen¨®menos fan de la literatura mundial. El paso del tiempo, las elaboradas y exitosas ediciones de sus libros, los comentarios de sus lecturas, pero, sobre todo, las exquisitas series de la BBC y ahora las numeros¨ªsimas p¨¢ginas y foros dedicados a ella han logrado que el suyo sea uno de los casos m¨¢s extraordinarios de fusi¨®n entre un autor y sus personajes, elementos, ambos, que generan aut¨¦ntico fervor y un merchandising de dimensiones planetarias.

Jane Austen se ha convertido, pues, en cualquiera de sus personajes. Ha pasado a adquirir la fisonom¨ªa de sus Marianne Dashwood, sus Anne Elliot, sus Mr. Darcy y hasta sus Caroline Bingley, aunque s¨®lo sea para mostrar su disconformidad con el comentario de la dama acerca de lo que deb¨ªa ser una joven perfecta: ?Una mujer debe tener un conocimiento profundo de m¨²sica, canto, dibujo, baile y lenguas modernas. Y adem¨¢s de todo esto, debe poseer un algo especial en su aire y manera de andar, en el tono de su voz, en su trato y modo de expresarse?. Unas cuantas pel¨ªculas prescindibles han pretendido, adem¨¢s, crear un retrato de una Austen que supera el car¨¢cter ir¨®nico que exterioriz¨® en sus novelas para asumir uno levantisco y redicho, casi pedant¨®n, arrebatando de esta manera a sus lectores la posibilidad de atesorar una imagen de la novelista m¨¢s personal e ¨ªntima, basada esencialmente en sus obras. A Austen se la relaciona con sus mujeres de acci¨®n, pasionales y empecinadas, inconformistas, que buscan una educaci¨®n racional alejada del aprendizaje de esas ?habilidades? que deb¨ªan cultivarse en la sociedad de su ¨¦poca en la campi?a inglesa, sin olvidar, naturalmente, la necesidad de so?ar y de creer en el triunfo del bien y del amor tras superar peque?as tragedias y peque?os obst¨¢culos. No obstante, podr¨ªamos ir incluso m¨¢s all¨¢: si nos centr¨¢semos en esas mismas series de la BBC, en esos productos cinematogr¨¢ficos y en algunos foros, llegar¨ªamos a la conclusi¨®n de que Austen es ya un estado de ¨¢nimo. Una inspiraci¨®n vinculada a la placidez, al t¨¦ a media tarde, a los paisajes verdes e infinitos al otro lado de la ventana y a los largos paseos por esos mismos paisajes. Todo ello a la espera del pr¨®ximo baile, la pr¨®xima carta o la celebraci¨®n de la pr¨®xima boda.

Hoy podemos encontrar mezclas de t¨¦ inspiradas en sus protagonistas, grupos Jane Austen en Facebook, personajes suyos convertidos en vampiros, zombis y monstruos marinos, abanicos con su efigie, gorritos y libretas¡­ Un mercado inabarcable. Todo lector-fan de este delicioso tejido de sombrillas, bordados y colores pastel ha de visitar, en persona o en la red, el Jane Austen Centre, situado en Bath, en el n¨²mero 40 de Gay Street, cerca de la casa en que vivi¨® realmente la autora en 1805. Se trata de un museo dividido en peque?as estancias que se visita en grupos dirigidos por voluntarios que acompa?an a los turistas, en primer lugar, a una de las salas de la planta superior, donde se da paso a un v¨ªdeo sobre la vida de la autora. A continuaci¨®n, el devoto de Austen puede pasear a su antojo por la casa y contemplar los maniqu¨ªes vestidos con ropas de la ¨¦poca, los sombreros, los juegos de t¨¦, el mobiliario, las chimeneas, las cortinas¡­ El centro organiza anualmente un festival en el que los asistentes se visten y comportan durante unos d¨ªas como se supone que se hac¨ªa en el periodo de la Regencia. Este a?o, el encuentro se celebrar¨¢ entre el 13 y el 21 de septiembre: http://www.janeausten.co.uk/festivalhome/

Entrar en el universo Austen en la red supone una aventura que puede derivar en todo un s¨ªndrome de Stendhal. Entre p¨¢ginas, foros, gadgets, libros dedicados a ella, recreaciones de sus obras, seguidores que a veces confiesan no haber le¨ªdo sus novelas pero que veneran todo lo que huela a Austen, la autora que no quer¨ªa que arreglaran la puerta que chirriaba al abrirse porque el sonido la avisaba de que llegaba alguien y as¨ª pod¨ªa esconder los papeles en que estuviera escribiendo ha pasado a convertirse en una eficaz fuente de ingresos y en el s¨ªmbolo de un pasado ingl¨¦s idealizado en el que nadie pasaba fr¨ªo, las conversaciones eran siempre brillantes, las tazas de t¨¦ se eternizaban sobre unas manos delicadamente dispuestas y todo acababa bien.