Anverso y reverso del gran creador
Alfred Hitchcock, ese hombre permanente y comprensiblemente enemistado con su adiposo cuerpo y su pintoresca apariencia, comprendi¨® antes que nadie que el director es la estrella y se lo hizo saber muy pronto no solo a la industria y a las estrellas que ¨¦l dirig¨ªa, sino tambi¨¦n al amado p¨²blico. Convirti¨® su nombre en el mayor reclamo publicitario y fue tan coqueto y exhibicionista que se permit¨ªa el autohomenaje de que su inconfundible figura apareciera en todas sus pel¨ªculas desde que tuvo clar¨ªsimo que estas eran sus hijas, desde los comienzos, desde su etapa inglesa. Tambi¨¦n en sus c¨ªnicas e inquietantes presentaciones en la serie de televisi¨®n Alfred Hitchcock presenta.
Viendo su inmarchitable cine, ese apabullante lenguaje visual al servicio de historias casi siempre turbias que quedan grabadas perdurablemente en la retina del espectador, su obsesi¨®n por el lado oscuro de las personas y las cosas, su capacidad para transmitir las sensaciones m¨¢s desasosegantes, deduces la potencia de su volc¨¢nico cerebro y la complejidad de su personalidad. De todo ello habla esta pel¨ªcula reconstruyendo la creaci¨®n de Psicosis, una pel¨ªcula que aunque me la sepa de memoria me resulta arduo y amenazante revisarla en soledad. Por si acaso, porque lo que ocurre en los moteles aislados del mundo y en la placidez de la ducha est¨¢ grabado pavorosamente en mi consciente y en mi subconsciente por el arte de aquel individuo tan inteligente como perverso.
HITCHCOCK
Direcci¨®n: Sacha Gervasi.
Int¨¦rpretes: Anthony Hopkins, Helen Mirren, Danny Huston, Scarlett Johansson, Jessica Biel.
G¨¦nero: drama. EE UU, 2012.
Duraci¨®n: 98 minutos.
Y, c¨®mo no, presta mucha y agradecible atenci¨®n a la mujer que comparti¨® la vida de este complicado y apasionante se?or desde que ambos ten¨ªan veinte a?os. Se llamaba Alma Reville y trabajaba como montadora. Cuenta Donald Spoto en su biograf¨ªa de Hitchcock que en medio de una tormenta feroz en el mar mientras que ambos se dirig¨ªan a Estados Unidos, cuando ella estaba vomitando hasta el alma en la cubierta, Hitchcock le declar¨® su amor, ofreci¨¦ndole un anillo y pregunt¨¢ndole si quer¨ªa casarse con ¨¦l. Lo hizo. No se separaron nunca. Sab¨ªamos que ¨¦l ejerci¨® de mir¨®n toda su vida, que estuvo obsesionado por un tipo determinado de hembra, que era altamente improbable que estas hermosas mujeres le otorgaran en el mejor de los casos algo m¨¢s que respeto, admiraci¨®n, simpat¨ªa o afecto, que lo hubiera dado todo por tener la pinta de Cary Grant, el actor al que dirigi¨® en cuatro ocasiones memorables enamorando a esas mujeres que a ¨¦l le volv¨ªan loco, que algunas de sus pel¨ªculas m¨¢s perturbadoras y geniales debieron de nacer de un sentimiento de desdicha.
El director Sacha Gervasi y el guionista John McLaughlin se acercan al retorcido universo de Hitchcock con notable talento e imagino que con m¨¢s de una l¨®gica licencia art¨ªstica sobre lo que ocurri¨® en el rodaje de Psicosis. Por ejemplo, ignoran la leyenda de que Saul Bass, aquel maravilloso dise?ador de t¨ªtulos de cr¨¦dito, dirigi¨® la antol¨®gica secuencia de la ducha al ponerse enfermo Hitchcock. Pero lo que cuentan y lo que sugieren es tan atractivo como cre¨ªble, est¨¢ muy bien contado, debi¨® de parecerse mucho a la realidad.
Cuentan c¨®mo Hitchcock y Alma hipotecan su lujosa casa y su bienestar para inventarse una pel¨ªcula en la que no cree casi nadie, en la que los productores, que se han enriquecido con los numerosos taquillazos del cine de este hombre, se niegan a financiar una pel¨ªcula en la que su estrella femenina es asesinada a la media hora de proyecci¨®n. Y el rodaje de esa obra maestra estar¨¢ acompa?ado por el miedo del hombre gordo no solo a que su extra?a criatura fracase, a no encontrar el tono y la claves para que esa tenebrosa historia enganche masivamente a los espectadores, sino tambi¨¦n a que su muy comprensiva esposa deje de comprenderle, soportarle y amarle, a que su trabajo con un guionista que trata de estimular y dar cr¨¦dito p¨²blico a una mujer tan inteligente como creativa que siempre ha permanecido a la sombra de su famoso marido transforme una colaboraci¨®n profesional en una relaci¨®n de amor. Los celos, el terror a perder al eterno flotador de su tortuosa existencia, la tormentosa convivencia con sus demonios y sus obsesiones, la vulnerabilidad extrema del hombre que sab¨ªa demasiado, su alcoholismo y su compulsiva glotoner¨ªa, est¨¢ muy bien retratado.
Me hab¨ªan contado que Anthony Hopkins sobreactuaba dando vida a ese personaje que era excesivo en todo. Yo le encuentro perfecto. Y Helen Mirren, esa actriz siempre irreprochable, hace una creaci¨®n sutil y magistral de la sufrida y sagaz Alma Reville, de lo complicado que debe ser pasar la vida al lado de alguien tan singular como atormentado, tan extraordinario en su arte como retorcido en su existencia. Ser¨ªa lamentable que esta atractiva pel¨ªcula solo encontrara eco entre los que mantenemos una fascinaci¨®n inquebrantable por el cine de este hombre.
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