El laberinto de met¨¢foras de Cristina Iglesias
El Reina Sof¨ªa dedica a la artista donostiarra una retrospectiva con medio centenar de obras esenciales en su carrera
Celos¨ªas armadas sobre textos de Beckford, Huysmans o Roussel, pozos en los que el transcurso del agua crea sonidos escult¨®ricos, paredes ocupadas de vegetaci¨®n que recuerda las habitaciones de la Alhambra, laberintos de sombras. Cristina Iglesias (San Sebasti¨¢n, 1956) recrea en el Reina Sof¨ªa la esencia de toda una carrera dedicada a esculpir met¨¢foras en una retrospectiva titulada Metonimias, la m¨¢s importante que se le ha dedicado hasta el momento, en la que medio centenar de grandes piezas ocupan varias salas del edificio Sabatini. ¡°Aqu¨ª est¨¢ el coraz¨®n de mis obsesiones¡±, explica la artista, "abiertas para ser enriquecidas ante los ojos del espectador¡±.
Una impresionante pieza titulada Techo suspendido inclinado (1997) de nueve metros de largo por seis de ancho cuelga de la primera sala que sigue de arranque a la exposici¨®n, de una primera planta en la que las paredes han sido recolocadas para que la luz que entra desde los jardines pueda tener el protagonismo que Cristina Iglesias le da en toda su obra. Le siguen luego piezas de gran tama?o procedentes de colecciones privadas y de la propia artista junto a maquetas que reproducen sus grandes obras colocadas en espacios p¨²blicos de todo el mundo. Dos documentales completan una trayectoria que la artista ha querido que sea contemplada como un viaje.
La ¨²ltima exposici¨®n dedicada a Iglesias en Espa?a, fue a finales de los noventa, en el Palacio de Vel¨¢zquez del parque del Retiro. ¡°All¨ª, el espectador se encontraba con las obras casi por sorpresa¡±, recuerda la artista y, en ese di¨¢logo, era cuando las piezas adquir¨ªan su aut¨¦ntica dimensi¨®n. Aqu¨ª, al ser un museo, el factor sorpresa no existe, pero he querido que se recreara un ambiente en el que el visitante mantenga una conversaci¨®n muy personal con cada una de las piezas. Yo no doy mensajes. Creo lugares en los que cada uno pueda vivir su propia experiencia¡±.
La responsable de crear ese ambiente ha sido Lynne Cooke, comisaria de la exposici¨®n, quien explica que ha tomado como punto de partida la exposici¨®n del Palacio de Vel¨¢zquez para proseguir con los proyectos p¨²blicos que la artista ha realizado en Estados Unidos, Noruega, Alemania, Madrid, sobre todo, Brasil. Est¨¢ todo lo m¨¢s conocido, obras menos vistas (esculturas de seda sobre cobre en tres dimensiones) y planes a¨²n inconclusos, como el que prepara para la ciudad de Toledo para festejar en 2014 el A?o del Greco, una pieza en la que el agua servir¨¢ de uni¨®n de los principales escenarios del pintor sobre la ciudad.
El agua, precisamente es el elemento protagonista de las m¨¢s bellas y delicadas obras de la exposici¨®n. Los pozos, su ¨²ltimo trabajo, est¨¢n en centro del recorrido, bien ba?ados por la luz natural. En ellos, el sonido repetitivo del agua, vuelve a conectar, como en las celos¨ªas, con la cultura ¨¢rabe. ¡°El agua,¡± dice Manuel Borja-Villel, el director del museo,¡± tiene algo de f¨¢lico, de eyaculaci¨®n, de la esencia de lo masculino. Cayendo por estos pozos, se transforma en un ¨²tero, en algo fr¨¢gil y delicado, en la esencia de lo femenino¡±.
Premio Nacional de las Artes Pl¨¢sticas 1999 y una de las artistas espa?olas m¨¢s valoradas en el panorama internacional (represent¨® a Espa?a en la Bienal de Venecia, en 1986 y 1993 y el Guggenheim de Nueva York la consagr¨® en 1997 con una gran retrospectiva), el Reina Sof¨ªa cuenta ya con varias piezas suyas y alguna de las ahora expuestas pasar¨¢ a formar parte de sus fondos, aunque el responsable del museo asegura que a¨²n no est¨¢ decidido. ¡°Cristina Iglesias ha reinventado la escultura¡±, explica Borja-Villell, ¡°es la creadora que m¨¢s ha contribuido a la renovaci¨®n del lenguaje pl¨¢stico. Ha sabido romper, como nadie, con el concepto establecido de arte. Sus esculturas suspendidas, fuera de peanas, est¨¢n cargadas de historias misteriosas a base de juegos de sombras y vol¨²menes. Las referencias hist¨®ricas, los ritmos y su manera de tejer dimensiones ¨ªntimas en espacios p¨²blicos, hacen que su obra alcance dimensiones insospechadas¡±.
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