Algo huele a gloria en Dinamarca
Ya est¨¢, se acab¨®: el jersey de Sarah Lund es historia. La tercera temporada de Forbrydelsen (que en Espa?a emite la cadena AXN) ha cerrado una trilog¨ªa cat¨®dica casi perfecta que lleg¨® de Dinamarca en 2007 y a la que nadie (a excepci¨®n de en su pa¨ªs de origen) hizo demasiado caso hasta que alg¨²n genio de la BBC brit¨¢nica le ech¨® el ojo. Su emisi¨®n en la cadena gener¨® una oleada de entusiasmo cr¨ªtico y ¨Cm¨¢s importante- el furor de la audiencia. A consecuencia de ello las ventas del DVD (que sali¨® apenas una semana despu¨¦s de haber finalizado la emisi¨®n) alcanzaron niveles in¨¦ditos de venta, manteni¨¦ndose un mes en el n¨²mero uno.
La BBC compr¨® la segunda temporada, se orden¨® retirar de la venta los DVDS de la segunda temporada (que ya corr¨ªan por Dinamarca) y repitieron proceso: ¨¦xito, ¨¦xito, ¨¦xito.
Finalmente el a?o pasado Sofie Grabol (qu¨¦ pedazo de actriz) liquidaba la serie con una tercera temporada may¨²scula, magn¨ªfica, impresionante. Tan grande que contiene ecos de The shield o de la mism¨ªsima The wire.
Para cualquiera que haya visto la serie las cosas est¨¢n ufanamente claras: la primera temporada fue brillante, la segunda lo fue m¨¢s bien poco y la tercera fue la mejor. No porque el arco argumental fuera potent¨ªsimo (que tambi¨¦n) sino por la excelsa dimensi¨®n de sus personajes, algo que se echa de menos en muchas otras series, que parecen funcionar casi por inercia. En su tercera entrega Forbrydelsen ara?a algo m¨¢s que la superficie de sus protagonistas: los ahoga, los despelleja (con perd¨®n), los hunde en el fango. El desenlace (sin spoilers) es de lo mejor que ha dado la tele en un lustro, desde que Vic Mackey apagar¨¢ las luces de la ya mencionada, The Shield.
?Qu¨¦ tiene Forbrydelsen para poseer esa calidad? Desde luego no puede decirse que el tema sea especialmente original, la tele est¨¢ a reventar de series sobre asesinos perseguidos por inefables polic¨ªas y viceversa. Lo que Forbrydelsen desarrolla sin miedos es la mala baba. Empezando por su protagonista, una mujer metida en jersey ro¨ªdo, cuya vida es un aut¨¦ntico desastre, obsesionada por su trabajo hasta decir basta. Sofie Grabol se saca de la manga un personaje tan genuino que por muy dif¨ªcil que resulte empatizar acaba por jodernos el desayuno, la comida y la cena. Esa tensi¨®n permanente en su rostro, en sus gestos, ese chicle que castiga a base de un abuso mandibular notable, esa mirada de cachorro asustado que ¨Cparad¨®jicamente- podr¨ªa arrancarte la cabeza. En torno a ella, como complemento, giran un enjambre de personajes que parecen estar ensartados en un futbol¨ªn manejado por un creador algo turbio y cuyo partido tiene el resultado fijado de antemano. Todos ellos no tienen ning¨²n problema en desafiar al espectador, en agarrarle por las solapas y en obligarle a apartar la vista. Esa mentalidad n¨®rdica, fr¨ªa -si se quiere-, es perfecta para convertir una serie de procedimiento policial en algo mucho m¨¢s voraz.
El brutal esfuerzo de construcci¨®n de la trama es el otro gran acicate de Forbrydelsen: no hay miedo aqu¨ª a la sobreescritura, a la complejidad, al desaf¨ªo. De hecho los guionistas de la serie son capaces de olvidar que compiten con el inacabable universo anglosaj¨®n y esa fe en su propio talento les lleva donde ning¨²n producto dan¨¦s hab¨ªa estado antes. Eso nos llevar¨ªa a una pregunta molesta: ?veremos alguna vez en Espa?a un producto tan puntero y ambicioso?
Por recordar un dato: Dinamarca tiene seis millones de habitantes. Espa?a unos cuantos m¨¢s. Sin embargo aqu¨ª parecemos empe?ados en perseguir siempre el mismo perfil (un d¨ªa habr¨¢ que hablar de Familia, un producto que parece de 1993 en lugar de 2013). El problema no son los guionistas sino los que desde arriba nos siguen tomando por el pito del sereno, los que creen que arriesgarse es un error, que m¨¢s vale apostar por la comedia casposa o el drama costumbrista o ¨Csimplemente- reponer Curro Jim¨¦nez o Verano Azul.
Viendo The killing (esa burda copia americana de Forbrydelsen, que poca cosa ha aportado a la ecuaci¨®n) uno se da cuenta de que no basta apostar por la est¨¦tica y hacer unos remedos al gui¨®n para llegar al nivel de excelencia del original. Esa es la gran virtud de la serie: su perfecta combinaci¨®n de talento y narrativa, cuyo cenit radica en la visualizaci¨®n de un universo donde todo huele a podrido. Ya lo dijo Shakespeare.
Larga vida a Sarah Lund, que ya descansa en el pante¨®n de los personajes memorables, junto a McNulty, Bunk, Tony Soprano, Vic Mackey, Al Swearengen, Charlie Utter y Stringer Bell.
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