Lo que esconde la mente
David Eagleman, uno de los neurocient¨ªficos m¨¢s brillantes de la actualidad, realiza en 'Inc¨®gnito' un repaso a nuestro conocimiento sobre la simple complejidad del cerebro
El tuit m¨¢s profundo que se ha escrito sobre la mente no es el de Descartes ¡ªpienso luego existo¡ª, sino ese otro igualmente famoso de John Lennon que dice que la vida es esa cosa que ocurre mientras t¨² haces otros planes. Pensar es una actividad marginal, aunque laudable, que en el fondo no tiene mucho que ver con la existencia, y que a menudo la complica, la estorba o la confunde. Solo una min¨²scula porci¨®n de nuestra vida mental ¡ªde nuestras percepciones del mundo, de nuestras ideas y decisiones morales¡ª constituye parte de nuestra consciencia, de esa especie de flujo continuo o narrativa coherente a la que llamamos yo sin saber muy bien a qui¨¦n se lo llamamos ni d¨®nde est¨¢, sin saber si quiera por qu¨¦ se ha comportado como lo hace a menudo, con unos sesgos y unos estereotipos que no compartimos desde nuestros esquemas racionales. Nuestra vida mental es en gran medida esa cosa que ocurre por s¨ª sola mientras hacemos otros planes: mientras sufrimos el espejismo de que estamos a los mandos del carro. Lennon superando a Descartes.
Solo una min¨²scula porci¨®n de nuestra vida mental? constituye parte de nuestra consciencia,
Y David Eagleman acaba de superar a Lennon. Eagleman, nacido en Nuevo M¨¦xico en 1971, es uno de los neurocient¨ªficos m¨¢s brillantes de nuestro tiempo, una de esas mentes inquietas que no solo dirige el laboratorio de percepci¨®n y acci¨®n del Baylor Collage of Medicine ¡ªuna de las mejores escuelas m¨¦dicas del mundo, y la m¨¢s barata de todas las privadas de Estados Unidos¡ª, sino que tambi¨¦n ha impulsado una iniciativa pionera de Neurociencia y Derecho, un asunto que ocupar¨¢ seguramente la mitad de la carrera de los jueces, abogados y fiscales del futuro pr¨®ximo, aunque la mayor¨ªa de ellos no hayan o¨ªdo hablar de ella en este presente miope. El lector interesado en esta cuesti¨®n fundamental har¨ªa bien en leer el ¨²ltimo libro de Eagleman, Inc¨®gnito. Las vidas secretas del cerebro, una obra maestra de la escritura cient¨ªfica reci¨¦n editada por Anagrama. Y el lector que no lo est¨¦ deber¨ªa leerlo. El libro ser¨¢ una fuente inagotable de luz para ambos: adem¨¢s de abrir paisajes inexplorados en su pensamiento pol¨ªtico, jur¨ªdico, social y filos¨®fico, es ¡ªpese a todo lo anterior¡ª ciencia pura y cristalina, la mejor foto fija de nuestro conocimiento actual sobre el cerebro.
La perplejidad que nos produce la inmensidad del cosmos es comprensible, pero tambi¨¦n suele resultar enga?osa. En un solo cent¨ªmetro c¨²bico de nuestro cerebro hay tantas sinapsis ¡ªnexos entre neuronas¡ª como estrellas en nuestra galaxia, la V¨ªa L¨¢ctea, que en la pr¨¢ctica supone casi todo ese majestuoso espect¨¢culo que nos ofrece el cielo nocturno. El cerebro humano es el objeto m¨¢s complejo del que tenemos noticia en el universo. Somos insensibles a ese prodigio porque los resultados de su trabajo parecen simples ¡ª?qu¨¦ nos cuesta ver esa calle, o esquivar ese bache mientras atendemos con garbo nuestro whatsapp?¡ª, pero har¨ªamos bien en reservar un poco del v¨¦rtigo metaf¨ªsico que sentimos ante el cosmos para esa pulpa contrahecha que llevamos cada uno dentro del cr¨¢neo. Otra obra maestra, esta vez de la evoluci¨®n biol¨®gica.
La consciencia, escribe Eagleman, ¡°es como un diminuto poliz¨®n en un transatl¨¢ntico, que se lleva los laureles del viaje sin reconocer la inmensa obra de ingenier¨ªa que hay debajo¡±. Aunque esta idea general pueda remontarse al menos a Freud, con su intuici¨®n pionera de los mecanismos inconscientes para un n¨²mero de trastornos psicol¨®gicos, Eagleman no ha escrito el libro para reivindicar la figura del denostado fundador del psicoan¨¢lisis, sino para examinar el estado de la cuesti¨®n con las poderosas herramientas de la neurobiolog¨ªa contempor¨¢nea.
No pretende abrumar al lector con una rigurosa exhibici¨®n de erudici¨®n
El autor es un cient¨ªfico de ¨¦lite, pero eso ya ha dejado de significar el cl¨¢sico sabio bondadoso y met¨®dico que imparte aburrimiento y profesa la religi¨®n del rigor mortis. Eagleman no pretende abrumar al lector con una rigurosa exhibici¨®n de erudici¨®n sobre los axones y las dendritas, las columnas corticales y los ganglios basales, el t¨¢lamo y el hipot¨¢lamo. Lo que pretende es ense?arle a pensar sobre ¡°la gente, los mercados, los secretos, las strippers, los planes de jubilaci¨®n, los delincuentes, los artistas, Ulises, los borrachos, los apopl¨¦jicos, los jugadores, los atletas, los detectives, los racistas, los amantes y todas las decisiones que consideramos nuestras¡±. Y lo mejor que se puede decir de su libro es que est¨¢ a la altura de ese ambicioso (y meton¨ªmico) objetivo.
El lector encontrar¨¢ entre las p¨¢ginas de este libro a James Clerk Maxwell y a William Blake, al inconsciente con que Goethe dijo haber escrito Las desventuras del joven Werther y al coloc¨®n con que probadamente Coleridge compuso su poema Kubla Khan. Y entender¨¢ qu¨¦ demonios tiene todo eso que ver con su cotidiana, entra?able e incomprensible vida diaria, esa cosa que seguir¨¢ ocurriendo mientras usted lee el libro.
Inc¨®gnito. Las vidas secretas del cerebro. David Eagleman. Traducci¨®n de Dami¨¢n Alou. Anagrama. Barcelona, 2013. 352 p¨¢ginas. 19,90 euros
Babelia
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