Artistas, gitanos y bohemios
Una exposici¨®n en la Fundaci¨®n Mapfre indaga en la influencia del modo de vida de este pueblo en artistas como Goya, Delacroix o Picasso
Hay un momento en la historia del arte en el que los creadores entienden que para ser libres de verdad tienen que vivir lejos de toda atadura, de toda vinculaci¨®n con el orden. Prefieren la vida n¨®mada y libre a vivir en suntuosas mansiones o palacios a sueldo de sus mecenas. Quieren vivir como los gitanos, sin nada que les ate y dedicados exclusivamente a la obra de arte. Es un tiempo, entre el Romanticismo y el Realismo, a mediados del XIX, en el que el artista valora su libertad creativa m¨¢s que ninguna otra cosa. Charles Baudelaire lo define perfectamente en El pintor de la vida moderna (1863) cuando escribe: ¡°Estar fuera de casa, y sentirse, sin embargo, en casa en todas partes; ver el mundo, ser el centro del mundo y permanecer oculto al mundo, tales son algunos de los menores placeres de esos esp¨ªritus independientes, apasionados, imparciales, que la lengua solo puede definir torpemente¡±. Y fueron muchos los creadores que asumieron la bohemia como forma de vida para convertirse en seres independientes, no contaminados y, sobre todo libres. As¨ª se cuenta en la exposici¨®n Luces de bohemia. Artistas, gitanos y la definici¨®n del mundo moderno que hasta el 5 de mayo se puede ver en la sede madrile?a de la Fundaci¨®n Mapfre.
Realizada en coproducci¨®n con el Grand Palais, los comisarios (Sylivain Amic, director de los Museos de Rouen, y Pablo Jim¨¦nez Burillo, director del Instituto de Cultura de la Fundaci¨®n Mapfre) han querido hacer una reflexi¨®n sobre el significado del artista moderno en un momento en el que los pintores quisieron ser vagabundos. La muestra indaga en la historia com¨²n entre gitanos y bohemios. Lo cuentan a trav¨¦s de un centenar de obras maestras procedentes de museos y colecciones de todo el mundo con piezas firmadas por Goya, Watteau, Gainsborough, Boucher, Teniers, Corot, Delacroix, Courbet, Manet, Degas, Sorolla, Sargent, Signac, Van Gogh o Picasso.
Las buhardillas y tabernas de Par¨ªs en las que literalmente viv¨ªan muchos de estos artistas sirven de inspiraci¨®n para su obra. Rinc¨®n de Montmartre (1887) de Van Gogh y Montmartre (1890) de Ram¨®n Casas; lo mismo que la naturaleza, convertida en un para¨ªso para la vida n¨®mada que los bohemios imitan del mundo gitano y que John Singer Sargent recoge en el ¨®leo Campamento gitano (1912).
La glorificaci¨®n de la vida callejera y sin ataduras y el protagonismo de los personajes que viven al filo de la marginalidad llega con Manet y Courbet. ¡°Acabo de iniciarme en la gran vida vagabunda e independiente del gitano¡±, escribi¨® Gustave Courbet en 1853. De ¨¦l se expone La gitana y sus hijos junto a El bebedor de agua, de Manet . Una visi¨®n id¨ªlica de ese mundo la completa Vincent Van Gogh (del artista holand¨¦s se exponen 7 obras) con Las caravanas, campamento gitano cerca de Arles, prestado por el Museo de Orsay.
Una parte importante de la exposici¨®n la ocupa el personaje de la gitana, fascinante siempre para todos estos pintores no solo por lo llamativo de su presencia, sino que bajo sus pinceles quedan convertidas en un s¨ªmbolo de las historias amorosas y de las tragedias m¨¢s fascinantes. Su figura evoca la sexualidad m¨¢s salvaje y la libertad m¨¢s absoluta. Algunos de los nombres que sucumben a su atractivo son Sargent, Dongen, Manguin, Anglada-Camarasa, Nonell y Sorolla.
Pero nada mejor que los propios artistas autorretratados en sus propios estudios o a trav¨¦s de sus objetos m¨¢s cotidianos para hacerse una idea de lo que ellos entendieron por libertad. Dos ejemplos: el autorretrato de Goya ante el caballete (1970-75), donde el artista aparece como due?o absoluto de su mundo y Un par de botas (1886) de Vincent van Gogh, las mismas que seguramente utiliz¨® hasta su desgaste arrastr¨¢ndose por el campo y las tabernas mientras viv¨ªa en una bohemia eterna.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.