La podredumbre seg¨²n Chirbes
En 'En la orilla' Rafael Chirbes aborda la actual crisis, que no ha resultado ser solo econ¨®mica, sino tambi¨¦n social y ¨¦tica. Nos muestra c¨®mo se fue gestando la debacle y c¨®mo ha ido afect¨¢ndonos.
Los lectores m¨¢s exigentes se quejan a veces de que apenas se escriban relatos sobre el presente, ocup¨¢ndose de la conflictiva realidad social. Rafael Chirbes, tras la excelente Crematorio (2007), aborda en su nueva novela la actual crisis, que no ha resultado ser solo econ¨®mica, sino tambi¨¦n social y ¨¦tica. As¨ª, nos muestra c¨®mo se fue gestando la debacle y de qu¨¦ forma ha ido afect¨¢ndonos. La acci¨®n transcurre en Olba, un peque?o pueblo cercano a Benidorm, durante 2010. Sirvi¨¦ndose de la primera y la tercera persona, el estilo indirecto libre y el mon¨®logo, adem¨¢s de diversas voces que van tomando la palabra, nos ofrece un fresco variado y completo: un microcosmos representativo del conjunto del pa¨ªs.
A pesar de que la narraci¨®n tenga mucho de coral, el peso recae sobre Esteban, un hombre de 70 a?os cuya ebanister¨ªa y negocios inmobiliarios acaban de irse al garete, dejando en el paro a los trabajadores. La novela est¨¢ compuesta por las reflexiones del protagonista, aunque se presenten contrastadas por los puntos de vista de diversos allegados. Esteban rememora un pasado com¨²n, para comprender la historia personal, familiar y social; los fantasmas que componen una existencia. Y no est¨¢ mal recordar aqu¨ª que para el autor ¡°la historia es pura carnicer¨ªa¡±. A lo largo de estas cavilaciones hacen su aparici¨®n las distintas edades del hombre, aunque se ocupe sobre todo de la muerte, de los numerosos contratiempos que acarrea la vejez, la degradaci¨®n del cuerpo (¡°como los cuerpos, las ilusiones mueren y apestan¡±, se lee) y del poder destructor del dinero.
El protagonista es un hombre sin atributos ni sustancia, hasta el punto de que en un momento dado afirma: ¡°Soy un esclavo en busca de amo¡±.
El protagonista, al igual que algunos personajes de Robert Musil o ?lvaro Pombo, es un hombre sin atributos ni sustancia, hasta el punto de que en un momento dado afirma: ¡°Soy un esclavo en busca de amo¡±. Ni quiso ser escultor de joven, ni ha sentido inter¨¦s alguno, a diferencia de su padre, por el oficio de carpintero, solo quer¨ªa vivir... Y en el terreno de los sentimientos, a pesar de que nunca ha llegado a sentir aprecio por su progenitor, a quien tacha de ¡°oscuro murci¨¦lago¡±, han terminado compartiendo sus vidas, y ¨¦l cuid¨¢ndolo. Ni siquiera tuvo fortuna con las mujeres, pues las m¨¢s cercanas se alejaron de ¨¦l: ni con Leonor, que triunfa como cocinera Michelin, tras casarse con Francisco, periodista y escritor, su mejor amigo, pero a quien no estima (en algunos aspectos, ¨¢lter ego del autor); ni tampoco con Liliana, la criada colombiana que atiende a Esteban y a su padre, a la que tiene que despedir porque ya no puede pagarle, y cuya voz, a veces zumbona, aporta los ¨²nicos toques de humor que aparecen en la narraci¨®n.
Pero, aunque no sea necesario buscarle antecedentes nobles, s¨ª me gustar¨ªa recordar que el lector avezado que es Chirbes reutiliza con sagacidad nuestra tradici¨®n literaria, haci¨¦ndola suya, sobre todo el motivo calderoniano de la existencia como representaci¨®n teatral; y en el logrado desenlace, el tema del ubi sunt, remedando las coplas de Jorge Manrique. La obra, por lo que se refiere al tratamiento del cuerpo, a su envejecimiento y podredumbre, se nutre tambi¨¦n de la pintura de Francis Bacon y Lucian Freud, como en su anterior obra.
En la orilla es una gran novela que no deber¨ªan dejar de leer quienes quieran entender mejor el terror¨ªfico arranque del siglo XXI, un tiempo sin dioses, plagado de trepas y seres corruptos
Chirbes nos proporciona una visi¨®n cr¨ªtica, pesimista, incluso corrosiva, pero tambi¨¦n l¨²cida, de la condici¨®n humana, como antes lo hicieron Miguel Espinosa o Thomas Bernhard: de los perversos mecanismos que rigen el funcionamiento de la sociedad, del triunfo y del fracaso; y de las relaciones personales: de la lucha que mantenemos con la familia, los amigos y los subordinados. O de c¨®mo el mundo aparece gobernado por los pecados capitales: la avaricia, la ira, la lujuria y la gula sobre todo. Por ello, podr¨ªa emparentarse la narraci¨®n con la pintura de El Bosco o con algunas obras de Brecht y Kurt Weill. No sorprende, por tanto, que el texto aparezca salpimentado con frases entre lapidarias y sentenciosas, del tipo: ¡°La vida es sucia, el placer y el dolor sudan, excretan, huelen¡±, ¡°No hay hombre que no sea un malcosido saco de porquer¨ªa¡±...
Esta obra es una buena muestra de las infinitas y todav¨ªa inexploradas posibilidades del realismo, aqu¨ª una est¨¦tica con ribetes expresionistas que echa mano de lo simb¨®lico cuando lo considera adecuado, tal y como ocurre en el tratamiento que se le da al pantano fangoso pr¨®ximo a Olba. Adem¨¢s, Chirbes, como casi todos los grandes escritores, cuestiona los usos espurios del idioma, la lucha entre ¡°el lenguaje ideol¨®gico que oculta y el enunciativo que desnuda¡±. En la orilla es una gran novela que no deber¨ªan dejar de leer quienes quieran entender mejor el terror¨ªfico arranque del siglo XXI, un tiempo sin dioses, plagado de trepas y seres corruptos, en el que el capitalismo financiero, con la complicidad de los Gobiernos conservadores y la pasividad de los socialdem¨®cratas, ha ido acabando con el Estado de bienestar.
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