Ra¨²l Guerra: ¡°Siempre me pareci¨® que ante la violencia el neutral es un c¨®mplice¡±
El nuevo libro de Ra¨²l Guerra Garrido mezcla la novela con el ensayo 'La estrategia del outsider o la vuelta al mundo de Naraya Sola' habla de los contestatarios
El d¨ªa que naci¨® su octavo nieto, el abuelo Ra¨²l Guerra Garrido (Madrid, 1935), presenci¨® un peque?o di¨¢logo tan inocente como revelador. Estaban el primo y el hermano recibiendo al nuevo miembro de familia con euf¨®ricas frases (¡°bienvenido a Madrid¡±, dijo uno,? pero enseguida corrigi¨® el otro: ¡°no, bienvenido a la Tierra¡±) y, al o¨ªrlas, una cita de Sartre retumb¨® en la mente del escritor de corta y blanca barba: ¡°?Venimos de la nada o por el contrario el hombre es el ser a trav¨¦s del cual la nada vino al mundo?¡±. Entonces decidi¨® hacer un libro que mezclara la novela con el ensayo y la obra de teatro con las memorias, para contar c¨®mo es el paso por este mundo de aquellos que siempre est¨¢n (o se sienten) ¡°fuera de lugar.¡±
La obra se llama La estrategia del outsider o la vuelta al mundo de Naraya Sola (Alianza) y sus p¨¢ginas reflexionan acerca de ¡°el hombre que elige c¨®mo vivir en vez de tomar la vida como viene, y en la elecci¨®n se define como rebelde.¡± El autor se refiere a los raros, extravagantes, marginales, contestatarios, singulares. Genios, asesinos, emigrantes o viejos, por ejemplo. Pero en medio, c¨®mo no, hay una historia de amor protagonizada por Naraya, una brillante bi¨®loga que se gana la vida como stripper, y Ausencio, un ingeniero naval que aspira a ser poeta.
Guerra Garrido estudi¨® Farmacia (y ha ejercido la carrera y se doctor¨® y hasta lo nombraron ¡°Farmac¨¦utico del A?o¡± en 2001), pero comenz¨® a escribir desde finales de los a?os 60 del siglo pasado, cuando se fue a vivir al Pa¨ªs Vasco (donde sufri¨® la presi¨®n etarra). Con la historia de un industrial vasco secuestrado que pasa sus d¨ªas de encierro leyendo un resumen de El Capital, le dieron en 1976 el Premio Nadal. Abord¨® el tema del terrorismo en Espa?a en otras novelas, como La carta, basada en la extorsi¨®n a un empresario, o La costumbre de morir, sobre la venganza del hijo de un guardia civil asesinado por ETA. Ha cultivado la narrativa con obsesi¨®n por la estructura. Hasta ahora, en realidad, porque en La estrategia¡ se limit¨® a dejar ¡°fluir un r¨ªo de pensamientos.¡±
Pregunta. ?En qu¨¦ momento la obra de teatro se convirti¨® en novela?
Respuesta. En cuanto todo acto p¨²blico, del c¨®ctel al mitin, se hizo pura escenificaci¨®n. Y como me encantan los di¨¢logos...
P. ?De d¨®nde sali¨® la ins¨®lita Naraya?
R. De a?orar una versi¨®n loca del "eterno femenino": ella indemne al paso de los a?os y ¨¦l derrumb¨¢ndose con la edad. Con una mujer tan desgarrada y vital la experiencia merec¨ªa la pena.
P. ?Qu¨¦ es la farsa social?
R. Pasar gato por liebre, el toreo de sal¨®n y confundir el salir en la tele con ser alguien por salir en la tele.
P. ?Usted se siente un outsider? ?Por decisi¨®n propia o porque lo orillaron a serlo?
R. No se elige el ser un desplazado, se adquiere esa cualidad cuando antepones tu dignidad a tu inter¨¦s. Ning¨²n colectivo te admite si te reservas el derecho a la disidencia, a la cr¨ªtica o a seguir siendo tu mismo.
P. ?Cu¨¢les son los outsiders de nuestra ¨¦poca?
R. Adem¨¢s de quienes no ceden sol¨ªcitos a la disciplina, de forma involuntaria son dram¨¢ticamente desplazados en nuestra sociedad los inmigrantes y los viejos.
P. ¡°Los a?os te condenan a ser sincero, l¨²cido e incomprensible¡±, dice en su libro. ?As¨ª se siente usted?
R. S¨ª, adem¨¢s de inquieto en mi forcejeo con una nueva novela que ojal¨¢ resulte inquietante.
P. ?Y por qu¨¦ incluye a los viejos entre los outsider?
R. Porque un viejo lo es. Sin duda alguna. Y adem¨¢s de desplazado, si el viejo quiere aparentar ser joven, es un gilipollas.
P. ?Cu¨¢l es el precio que debe pagarse por ser un outsider?
R. El ninguneo sistem¨¢tico. La recompensa es poderte mirar a los ojos cuando te afeitas.
P. ?Con qu¨¦ se ha armado para narrar la violencia en varios de sus libros?
R. Con la dignidad, supongo. Siempre me pareci¨® que ante la violencia el neutral es un c¨®mplice.
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