G¨®tico sure?o extremo

Hay una secuencia en esta adaptaci¨®n de la novela de Pete Dexter que le garantiza un lugar a perpetuidad en los anales del cine de vocaci¨®n extrema y que aporta una buena unidad de medida para calibrar el grado de distorsi¨®n con que Lee Daniels, director de Precious, y el propio escritor ¡ªaqu¨ª coguionista¡ª han tratado el material de partida: Nicole Kidman, en la piel de Charlotte Bess, un flor white trash con afici¨®n al intercambio epistolar con presos del corredor de la muerte, orina sobre el cuerpo de Zac Efron, que encarna al perplejo onanista sexy Jack Jansen, para paliar el dolor de las picaduras de medusa que acaba de recibir. Kidman aparta violentamente de la secuencia al grupo de enfermeras que se dispon¨ªa a realizar la operaci¨®n para encargarse por s¨ª sola de la terap¨¦utica lluvia dorada. La secuencia de la novela es bastante menos escabrosa, bastante menos espectacular por pura omisi¨®n del factor star-system y, sobre todo, porque en el texto no es Charlotte Bess quien orina sobre el cuerpo del muchacho, sino el grupo de enfermeras.

Quiz¨¢ sea mucho suponer que el cambio de guion haya venido determinado por una Kidman dispuesta a llegar hasta el fondo en su encarnaci¨®n de esa orqu¨ªdea abisal que le ha tocado en suerte, pero lo cierto es que la entrega de la estrella en ser m¨¢s vulgar que ninguna parece palparse desde la platea. Poco antes, Kidman y John Cusack ya han protagonizado un momento de sexo post-sexual imposible de olvidar.

En El chico del peri¨®dico ¡ªsiempre quedar¨¢ la duda de qu¨¦ tipo de pel¨ªcula hubiese hecho Pedro Almod¨®var, que estuvo en el proyecto¡ª, Dexter sirve un tenso ejercicio de g¨®tico sure?o cargado de tensiones sexuales ¡ªno siempre subterr¨¢neas¡ª con la lucha por los derechos civiles como tel¨®n de fondo capaz de cuestionar viejos roles: la figura de la criada interpretada por Macy Gray frente a la emancipaci¨®n encarnada en el personaje del periodista Yardley Acheman (David Oyelowo).

La pel¨ªcula toma las cuestionables decisiones de darle la voz narrativa a la criada y de devaluar el potencial de la historia entreg¨¢ndose a un sensacionalismo af¨ªn al ejercitado en la descaradamente pulp Black snake moan (2006), de Craig Brewer: el resultado es una obra tan aberrante como (quiz¨¢ involuntariamente) divertida.