Roth
No ha sido Roth un c¨®modo l¨ªrico contempor¨¢neo, sino un perro que le mord¨ªa los tobillos a la vida
Ma?ana cumple Philip Roth 80 a?os y las previstas celebraciones en sus dominios neoyorquinos, estar¨¢n te?idas por el anuncio de su renuncia a seguir escribiendo ficci¨®n. Esto, que concuerda con la vitalista manera de entender la escritura de Roth, ha sorprendido a los espectadores. Pero cuando una obra funciona con el motor de la peripecia personal, suena decente quitar las llaves del contacto si no percibes la chispa. Alfred Kazin, uno de esos cr¨ªticos que a uno le gusta no ya leer sino llegar a ser, en la primera rese?a elogiosa sobre Roth ya le advirti¨® de que aceptar la vida misma, en su inconsistencia y complejidad, era aceptar que los personajes no respondieran a un designio sino a su propia libertad.
Roth ha permitido, en sus mejores libros, que sus comentarios psicol¨®gicos o sociales se enfrenten a las ideas preconcebidas de los otros. Comenz¨® adentr¨¢ndose en el retrato de un juda¨ªsmo ¨ªntimo que indign¨® a quienes aseguraban que la protecci¨®n de una raza maltratada por la guerra y las persecuciones obligaba a que el retrato fuera siempre ang¨¦lico y positivo. El mal jud¨ªo Roth se convirti¨® pocos a?os despu¨¦s en sencillamente el mal americano. Porque en sus frescos de la sociedad, en el ascenso econ¨®mico y personal, arrastran las miserias, las contradicciones y las derrotas particulares desde su Newark de la infancia.
Y a¨²n tuvo tiempo de convertirse en un mal hombre, al¨¦rgico a las mordazas, que fue capaz de hablar del deseo, la libertad intelectual y la decadencia f¨ªsica sin algodones, d¨¢ndole vueltas a la esencia de estar vivo, miembros genitales incluidos. No ha sido Roth un c¨®modo l¨ªrico contempor¨¢neo, sino un perro que le mord¨ªa los tobillos a la vida. Ahora ha decidido colaborar con uno de los mejores bi¨®grafos norteamericanos, Blake Bailey, y puede que est¨¦ construyendo la pieza final por persona interpuesta, esa que todos han querido escarbar entre sus l¨ªneas de ficci¨®n. Ya nos dej¨® un libro llamado Los hechos, que ayuda a esclarecer la relaci¨®n entre lo real y su volcado en la ficci¨®n. Nadie ha sido m¨¢s fan¨¢tico que ¨¦l en la creaci¨®n de un mundo paralelo a la realidad con sus novelas, en las que casi nunca se ha cantado un cumplea?os feliz.
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.